Personas sin hogar Sevilla

Los que salieron de la calle

  • Un programa municipal de pisos tutelados para personas sin hogar comienza a dar sus frutos en Sevilla

  • El proyecto housing first apuesta por realojar en casas sin pasar por centros

  • Diana García y Hudicourt Paul serán condecorados por su evolución durante la semana de las personas sin hogar

Charo, que prefiere preservar su imagen, y Diana García, en el piso en el que viven en Sevilla.

Charo, que prefiere preservar su imagen, y Diana García, en el piso en el que viven en Sevilla. / José Ángel García

Nada más entrar en la casa de Hudicourt Paul, en la zona norte de Sevilla, el visitante se encuentra con un cartel enrollado sobre el quicio de la puerta de la cocina. Es una cartulina amarilla muy sencilla en la que se lee "¡¡Bienvenido a tu nuevo hogar!!" en letras de colores. Para ver el resto hay que desplegarlo, quitarle el fixo que lo pega al otro lado del quicio y tirar de él hacia abajo. Paul se ofrece a hacerlo y posa para la foto, con la condición de que el cartel le tape la cara. Prefiere no mostrar su rostro. La cartulina se completa con el nombre del inquilino y un dibujo de una casa. Ese detalle tan simple pero a la vez tan humano fue lo que se encontró este ciudadano haitiano de cincuenta años cuando entró por primera vez en la casa en la que lleva viviendo desde marzo.

Hudicourt Paul forma parte de un programa de pisos tutelados para personas sin hogar que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Sevilla, que está empezando a dar resultados positivos y ya ha sacado a gente de la calle. En el caso de Paul, se ha seguido una iniciativa que se denomina housing first (viviendas primero), una teoría sobre la atención a personas sin hogar surgida en países anglosajones que aboga por introducir directamente a los sin techo en viviendas, sin pasar o haciéndolo lo menos posible por albergues y otros centros de atención social.

Paul llegó a este programa gracias al equipo de intervención en la calle que tienen los servicios sociales del Ayuntamiento de Sevilla. Hubo que convencerlo. Al principio rechazaba cualquier tipo de ayuda. "¿Por qué?", pregunta el periodista. Paul se queda pensando y deja por unos instantes la mirada perdida. "Por orgullo", admite. Paul habla poco, parece como si todavía pensara en francés y supusiera un esfuerzo traducir al español lo que pasa por su cabeza. Pero lo entiende todo y se ríe. Está contento.

Las manos de Hudicourt Paul durante la entrevista. Las manos de Hudicourt Paul durante la entrevista.

Las manos de Hudicourt Paul durante la entrevista. / José Ángel García

No quiere hablar mucho de su vida en la calle. Cuenta que llegó a España desde Haití con un contrato de trabajo para limpiar piscinas, que se integró bien en un principio y tocaba el bongo en un conjunto musical. Eran buenos tiempos. Luego perdió el trabajo, no pudo pagar el alquiler y terminó en la calle, donde pasó siete años. Vivía de lo que la gente le daba, siempre por el mismo barrio en el que ahora reside, y solía dormir en unos soportales. No tiene familia en España y sólo le queda un hermano en la República Dominicana.

"Lo que yo he vivido es muy grave. No creo que haya mucha gente que esté como he estado yo", dice, sin entrar en demasiados detalles sobre su vida en la calle. "Fue algo muy grave". Ahora, con la ayuda de la empresa Arimarcos UTE, que ganó el concurso de uno de los programas sociales del Ayuntamiento de Sevilla, reside en un piso desde marzo. La vivienda es humilde y sencilla para una persona que no ha dormido nunca en la calle. Para él es más que suficiente. "Ahora puedo ver hasta la televisión", cuenta, y se ríe, señalando un pequeño televisor que hay en el salón de su casa. Un ruido interrumpe la charla. "El vecino de arriba lleva meses haciendo obras", explica, y vuelve a reír.

Los imanes de Paul, listos para su venta. Los imanes de Paul, listos para su venta.

Los imanes de Paul, listos para su venta. / José Ángel García

Paul es artista. Pinta y escribe. Junto al televisor hay un pequeño cuadro suyo. Precisa que no está acabado porque no tiene suficiente material para pintar y prefiere reservar el que tiene para unos imanes para la nevera que pretende vender en un mercado de artesanía. Los servicios sociales han solicitado ya un puesto en este mercado, tanto para Paul como para el taller de encuadernación que hay en el centro Miguel de Mañara. El haitiano muestra algunos de sus imanes, todos con motivos de su tierra y ninguno igual. También está haciendo un curso de informática y preparando su currículum para buscar trabajo. "Bueno, y ¿qué has conseguido en este tiempo?", le pregunta Elena Moreno, una de las personas que le atiende y que, junto con su compañero Joaquín, le hizo el cartel de bienvenida.

Paul se queda pensando de nuevo. No cae. "¿Qué he conseguido? No sé". Elena le echa una mano. "Tu pasaporte, ¿no?". "Ah sí, claro. Eso es muy importante. Ya tengo documentación". Y no era fácil obtenerla de la Embajada de Haití. Paul cuenta que lo que más le gusta es pasear de noche por Sevilla, cuando no hay nadie. "Quizás porque he estado tanto en la calle, no sé". Se muestra muy agradecido a todos los que le han ayudado y lanza un mensaje a quien pueda verse en alguna situación parecida a la que él estuvo:“Coge la ayuda cuando llega”.

El housing first, que tan buenos resultados está dando con Paul, no siempre funciona. En otros casos es necesario un trabajo previo con la persona y un paso por distintos centros para ir adaptándolo de nuevo a la vida en un piso. Diana García, que pasó siete años en las calles, lo define de manera mucho más sencilla: "Yo estaba asalvajada en la calle. Si me hubieran metido en un piso directamente, habría fracasado. Hacía falta domarme", dice, riéndose, como si fuera un animal salvaje enjaulado.

Diana vive en otro piso tutelado en la zona sur de la ciudad. Es una vivienda en la que hay capacidad para cuatro personas, aunque en este momento sólo residen dos, ella y Charo, la más veterana del programa, que lleva cuatro años en la casa, que gestiona la asociación Realidades. Al contrario que Paul, Diana cuenta su historia casi sin necesidad de hacerle preguntas. Es dicharachera y tiene mucho desparpajo. Sus padres murieron en el año 2010 y ahí empezó su descenso a los infiernos. Ya antes consumía drogas, pero la pérdida de sus padres agravó el problema. "Me hundí, me vi en la calle. He estado siete años y me ha pasado de todo. He conocido el hambre, la miseria, la prostitución, he pedido, he robado. Había noches que no sabía ni dónde iba a dormir, noches de frío y lluvia que son complicadas".

El cartel de bienvenida en casa de Hudicourt Paul. El cartel de bienvenida en casa de Hudicourt Paul.

El cartel de bienvenida en casa de Hudicourt Paul. / José Ángel García

Después de sufrir un accidente ingresó en el centro Miguel de Mañara, donde participó en un taller de fabricación de jabones, sacó el título de maquilladora y estilista y se especializó en las uñas esculpidas. Allí también le solucionaron algunos problemas con la ley y comenzó a recuperar las ganas de vivir. Salió y alquiló un piso con otra persona sin hogar que había conocido, pero aquello no funcionó. Realidades le ofreció entrar en su programa de pisos tutelados. "Y aquí estoy. Llevo dos meses y voy estar un año, el tiempo suficiente para sacar el título de peluquera".

Cuenta que está asistiendo a clases en una academia de Triana y que no se ve montando una peluquería. "Yo ya tengo casi cincuenta años y no me veo con fuerzas para eso. Tengo que ser realista. Lo que sí creo que puedo hacer es trabajar a domicilio, hacerme con una clientela que me dé lo suficientemente para ganarme la vida e ir cada día a una casa. De eso sí que me veo", apunta, sin reparar en que ahora está pensando a largo plazo, cuando hace años no era capaz ni de pensar dónde iba a dormir esa noche. "Ahora veo que se puede". 

Detalles de Charo y Diana García durante la entrevista. Detalles de Charo y Diana García durante la entrevista.

Detalles de Charo y Diana García durante la entrevista.

Diana García y Hudicourt Paul han sido premiados este año por el Ayuntamiento de Sevilla. Son los sin tehco que más han evolucionado y recibirán una distinción el próximo martes, en un acto que se celebrará en el Hogar Virgen de los Reyes dentro de la semana de las personas sin hogar. Paul dice que preparará un discurso. Diana no se preocupa. "Yo me pongo a hablar y me defiendo. No tengo problemas".

El martes estará con ella Charo, su compañera de piso y la más veterana del programa, que lleva cuatro años residiendo en la vivienda. Es la que organiza las tareas domésticas. Tiene 64 años y está preparando su pase a una residencia. Su historia también es muy dura. Sufrió durante muchos años los malos tratos de su marido. "Se emborrachaba y me pegaba un día sí y otro también. Y el del medio". Aguantó por sus cuatro hijos. Hasta que su hija pequeña cumplió catorce años y decidió romper la relación. A partir de ahí comenzó a salir y a disfrutar de unos placeres que hasta entonces se le habían negado.

"Me gusta mucho la fiesta. Como nunca lo había vivido...", dice, y cuenta que la primera vez que fue al cine tenía cuarenta años. "Me llevó mi hija. Yo no me acuerdo ni de qué película era, sólo que salían muchos caballos. Cuando yo vi todos esos caballos cabalgando hacia mí, casi que me caí de espaldas en el cine". Tiene cuatro hijos, siete nietos "con el que viene ahora" y dos bisnietos. Estuvo diez días en la calle hasta que la llevaron a un centro de la asociación AFAR en Alcalá de Guadaíra. Allí estuvo ocho meses hasta que pasó al piso en el que vive ahora. Es actriz de teatro y forma parte del grupo Mujereando. "Yo entré muy mal. Venía con una mochila cargada de piedras pero las he ido soltando y estoy a punto de tirar hasta la mochila. Cuando me vaya, lo haré con la cabeza muy alta".

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