Calle Rioja

La primicia sevillana del desembarco de Normandía

  • Luis Carlos Peris nació un día antes del hecho que cambió la II Guerra Mundial.

  • Es el primer aniversario que vivirá con la medalla de Sevilla

Luis Carlos Peris a punto de recoger su Medalla de la Ciudad de Sevilla el pasado 30 de mayo.

Luis Carlos Peris a punto de recoger su Medalla de la Ciudad de Sevilla el pasado 30 de mayo. / José Ángel García

MAÑANA es el aniversario del desembarco de Normandía, un hecho que cambió el rumbo de la Historia, certificó la derrota de Hitler y el triunfo de la libertad. 77 años de una gesta heroica (6-6-1944) que sorprendió al mundo.

“¡Los espías no se enteran!”, dice un personaje de Un espía perfecto, la novela de John le Carré. Es que no se enteran, se imagina uno diciéndolo a Luis Carlos Peris Zoffmann (Sevilla, 5-6-1944), el periodista con alma de primicia que nació justo en la víspera de aquel desembarco. Es el primer aniversario de aquella proeza que va a vivir con la medalla de la ciudad de Sevilla.

“Siempre he admirado a un hombre que consigue una medalla, señor Canterbury”, dice una mujer en novela de Le Carré, el escritor que nos dejó el 12 del 12 del año pasado. Sus libros tendrán más suerte que sus compatriotas para entrar en España. Boris Johnson ha frenado ese desembarco de millones de turistas británicos olvidando que Paul Preston entró por Benalmádena, Raymond Carr por Torremolinos, Julian Pitt-Rivers por Grazalema, Gerald Brenan por la Alpujarra, Hugh Thomas por el hotel Inglaterra, John H. Elliott por la Sevilla que estaba en el retrato ecuestre del conde-duque de Olivares de Velázquez que vio en su visita al museo del Prado… La Pérfida Albión. Luis Carlos Peris tenía seis años cuando Zarra batió a Inglaterra en el Mundial de Brasil de 1950. El del maracanazo.

Peris es un Larousse del fútbol y de Sevilla. Uno defiende la teoría de las ciudades-persona: conglomerados urbanos que más allá de las estadísticas, planos y convenios ríen y lloran, disfrutan y padecen. Las ciudades las hacen las personas y Peris es una sinécdoque de Sevilla, la parte por el todo, el rabo por el toro, la rosa por la prosa.

España debuta en la Eurocopa con un España-Suecia en la Cartuja. Peris contra Zoffmann. Un duelo que rememora esa anécdota de la biografía de Berlanga (a una semana de su centenario), cuando Plácido fue nominada al Óscar a mejor película en habla no inglesa y perdió la estatuilla frente a un dramón de Ingmar Bergman. Luis Carlos Peris vive en Sevilla su particular síndrome de Estocolmo, aunque sus ancestros nórdicos vengan de Malmoe. Peris Mencheta tiene una calle y Peris Zoffman una Medalla de la Ciudad, que es como una calle en el callejero del alma colectiva. Su tío-abuelo va desde la Alameda hasta Feria y Arrayán. Dirigió El Noticiero Sevillano, la competencia de El Liberal que dirigía José Laguillo, que todos los días está a punto de perder el tren en la estación de Santa Justa.

El día que Juan Espadas, alcalde de Sevilla, le impuso la medalla a Luis Carlos Peris, se representaron dos óperas Carmen en la ciudad. Una en el teatro de la Maestranza, que acaba de celebrar sus treinta años de existencia, obra de Aurelio del Pozo y Luis Marín de Terán; la otra Carmen daba el do de pecho en el Palacio de Congresos y Exposiciones. Carmen Florido, florido mayo en el día de San Fernando, la cómplice vital de Peris, con quien volvía de luna de miel el día del atentado contra Carrero Blanco.

Amigo del futbolista Joaquín Sierra, Quino, el primer rebelde del fútbol español, hijo del poeta Juan Sierra, Peris recita las alineaciones de equipos históricos como si fueran endecasílabos. Amigo de Curro Romero, sabe por experiencia y por las bajas en el álbum de sus incondicionales, que la vida da muchas más cornadas que el más fiero de los victorinos.

La vida es una fiesta, lo diga Hemingway o Raffaella Carrá. No sé cuántos partidos de fútbol habrá visto Peris en su vida. Lo que sí sé es que Pedro Castro no ha visto ninguno. Éste es un ágrafo del balompié, un indocumentado del borceguí, una eminencia en otras muchas cosas: el cómic, el jazz, el diseño, además de tener nombre de caballero veinticuatro. Peris siempre ha sido un caballero veintidós, que no le expulsen a nadie por mucho que diga Helenio Herrera.

Una de las escenas más surrealistas que recuerdo es la llegada de Peris a la redacción (Diario 16, Polígono Calonge, donde Larra perdió el mechero) desde el estadio para explicarle a Pedro Castro, lápiz y papel en ristre, cómo habían sido los goles o jugadas polémicas para ilustrarlos en el periódico. Como Einstein explicándole la teoría de la relatividad a Lola Flores.

Los espías no se enteran. Se va a producir un desembarco en Normandía y sólo Luis Carlos Peris está al loro de la exclusiva. Tiene un tigre en su blasón, junto a la Medalla de Sevilla. Calle Baños. 77 primaveras con mayo florido de un Grosso que no completaban Velázquez y Gento. Por cierto, Pirri sale en la biografía de Berlanga. Que perdió con Bergman en el último minuto.

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