EL TIEMPO
Estos son los días con más riesgo de lluvia la semana de Navidad en Sevilla

Un referente para quedar

En la Plaza de los Terceros, cerca de la iglesia del mismo nombre y de Santa Catalina, se encuentra desde 1841 el bar Los Claveles

Dentro de la barra, Santiago Remesal, dueño del bar Los Claveles.
Ignacio Gutiérrez

23 de abril 2010 - 05:03

"Una vez, un hombre entró en el servicio antiguo, que era muy pequeño, y, al cerrar la puerta, tiró sin querer una tubería del servidor de cerveza, que hizo un ruido como una explosión. Yo me asusté y fui a arreglarlo. Cuando terminé, todo el mundo me dijo entre risas que el hombre había salido corriendo con los pantalones bajados. Era Domingo de Ramos y desde Triana me llamaban preguntándome por la bomba que habían puesto en Los Claveles".

Lo cuenta Santiago Remesal, propietario del bar situado en la plaza de Los Terceros, al lado de la Iglesia de Santa Catalina y del famoso El Rinconcillo. Abierto en 1841 -como bodega-, el bar Los Claveles es un clásico de la tapa y la cerveza. Cerraron ocho meses por obras, pero se convirtieron en dos años. Ya en la Semana Santa del 2009 pudieron abrirlo de nuevo completamente rehabilitado.

Fueron reformas forzadas que convirtieron un edifico ruinoso en un local adaptado a las nuevas técnicas de construcción, pero sin perder su característico sabor tradicional. Entre sus clientes, tipos sevillanos de todas clases. "Cofrades que vienen por la tertulia, bohemios, catedráticos, políticos, gente joven y mayores que ya venían cuando el bar pertenecía a mi padre".

Santiago, o Santi como le llaman los parroquianos, es cofrade de Los Gitanos y su bar está decorado con imágenes de La Cena, de la Iglesia de los Terceros, y de Los Caballos, de Santa Catalina.

"Los Claveles es un bar familiar, lo llevamos entre mi hermano y yo. A veces nos ayuda en la cocina mi madre y mi tía, que tienen 76 y 70 años". La tapa favorita de Santiago, la que más piden los clientes, es el montadito de secreto ibérico con jamón. Pero no es la única, ni mucho menos. "También está muy buena la urta a la roteña, la cola de toro o los rollos de costillas, las hacemos sin huesos y en salsa de cabrillas".

Cuando el bar todavía era del padre de Santiago, y él era pequeño, estaban cerca los antiguos juzgados, hoy el Archivo Histórico de Sevilla. En Los Claveles coincidían para desayunar los carteristas y los inspectores de Policía. "Una vez", cuenta Santiago bajando la voz y acercando la cara, "varios inspectores vieron a uno de los carteristas más famosos de entonces y le invitaron a robarle la cartera a uno de sus compañeros. Se acercó, le preguntó la hora, y cuando el inspector fue a pagar, ya no encontraba su cartera". La historia termina cuando sus compañeros ya se habían reído lo suficiente y el carterista se la devolvió. "Es que antes eran más elegantes, ahora te dan un tirón o te golpean para robarte, pero antiguamente te quitaban la cartera y uno ni se enteraba", lamenta Santiago, regente de un lugar en donde aún es posible disfrutar de las anécdotas del pasado.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último