Sevilla

El regionalismo sevillano ante su rejón de muerte

Uno de los adefesios construidos en Nervión.

Uno de los adefesios construidos en Nervión. / José Ángel García

“La historia de Sevilla es una continua destrucción”. Esta frase de Pablo Ferrand resume a la perfección la situación por que atraviesa la arquitectura regionalista. El llamado estilo sevillano, predominante en la primera mitad del siglo XX, lleva décadas siendo víctima de la piqueta y la especulación urbanística. Los propietarios se han dejado seducir por el pelotazo urbanístico; y los distintos ayuntamientos no han sabido o querido dar una efectiva protección a estas construcciones. El resultado es que barrios como Nervión, el Retiro Obrero, el Tiro de Línea, el Barrio León o la Huerta de Santa Teresa tienen ante sí el rejón de muerte. Por ello, Adepa ha exigido una vez más que se proteja la tipología de casa-jardín en lugar de edificaciones individuales.

Para analizar la situación actual, Adepa organizó en la tarde de ayer la mesa redonda La ciudad jardín regionalista, ¿una arquitectura en peligro de extinción? en la que Alberto Villar Movellán, catedrático Historia del Arte y uno de los máximos expertos en el regionalismo; Pablo Ferrand, escritor y periodista; y José María Cabeza, arquitecto técnico y académico de Bellas Artes; trazaron una certera radiografía de la situación.

Villar Movellán repasó cómo surgió este tipo de arquitectura que abarcó a todos los estratos sociales, desde las más pudientes y burguesas en la Palmera, a las más humildes en la Ciudad Jardín: “Cada vez quedan menos villas. La presión sobre los solares escasamente habitados es enorme. La pervivencia de esta arquitectura es muy difícil por mucho que nos duela”. Como ejemplos máximos de destrucción identificó el barrio de Nervión y la Palmera. “Este último es un capítulo muy doloroso y de mayor responsabilidad política. Es una pena para la historia de la ciudad”, sentenció.

Por su parte, Pablo Ferrand se mostró muy crítico por la destrucción continua que asola la ciudad y cómo se está perdiendo su imagen más características: “En Sevilla, como dice Rafael Manzano, hay una insensibilidad a la fealdad. Cada edificio que se tira no tiene repetición. La historia de nuestra ciudad es la de una continua destrucción”.

Ferrand subrayó cómo los catálogos de protección no cumplen con su cometido y lamentó la pérdida de identidad propia: “La que cae con más facilidad es la arquitectura regionalista. Asistimos a una destrucción sistemática de barrios enteros. La casa popular es la que daba el ambiente a Sevilla”.

José María Cabeza apostilló que es de imperiosa necesidad ampliar la protección más allá de la arquitectura monumental para preservar las viviendas. Además, pidió a la Gerencia que se cumpla la obligación de pasar la ITE para conservar en buen estado los inmuebles: “Así el propietario se tienen que preocupar por si mantenimiento antes de que llegue un fondo le pague cuatro veces más”.

Por último, Joaquín Egea, presidente de Adepa, insistió en la necesidad de ampliar la protección a la tipología de casa-jardín para frenar la pérdida en barrios como Nervión o el Retiro Obrero; urgió a reunir a la comisión el regionalismo para completar el catálogo; y reclamó que se complete la redacción de las planes sectoriales del conjunto histórico, pendientes desde 1995.

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