Río e Isla, el binomio de Manzanares Japón
Firmó con el del Cachorro el único puente diseñado por un sevillano en el tiempo de la Expo, entre el nuevo parque Magallanes y el histórico paseo de la O
De la peseta al euro, de Aznar a Pedro Sánchez
AYESA. Agua y Estructuras. En esas dos palabras está la vida profesional, la odisea ciclópea de José Luis Manzanares Japón. Sus apellidos son un río y una isla, el doble destino de su Triana natal, como si Chapina hubiera llegado a ser unas islas Cíes de la Turdetania. La ciudad que no da con los toldos adecuados para la Avenida de la Constitución, tiene en Triana un puente con unos toldos que son ya un icono de la ciudad. El puente del Cachorro, que fácticamente une Triana con Sevilla, también el Aljarafe y Huelva, y simbólicamente Sevilla con Roma. Un ingeniero que frente a la religión posmoderna le decía a María Jesús Pereira que “el cambio climático no nos tiene que asustar porque el clima cambia por sistema”. ¿De qué otra cosa nos hablaban en la escuela cuando nos explicaban las glaciaciones?
Es el único puente de ingeniería sevillana. Manzanares, ingeniero, catedrático, novelista, ha creado el concepto de globalización local. Llenó de contenido los continentes a los que llevó su impronta profesional. El del Cachorro o de la Expiración, que es donde nace Sevilla, es el más humano de los puentes de la ciudad. El más peatonal. Un nexo que une el parque Magallanes con el Pasaje de la O. Desde todos sitios se ve Torre Sevilla, pero lo hay que ver es Torreblanca, la ciudad que no sale en las postales ni en los pregones.
Sevilla comparte con Madrid, Benidorm y Bilbao el ranking de ciudades con los rascacielos más altos e imponentes de España. El reto desde hace más de medio siglo, el primer proyecto fue en vida de Franco, es el de los rascasuelos. Porque Sevilla, la ciudad con tres estadios de fútbol, sólo tiene un rascacielos (a la Torre Pelli le faltaría su Torre Melli) y una sola línea de Metro, lo que no es de recibo. Porque Metro además de una medida de longitud y la batuta de los sastres es el apócope de Metrópoli, que es la ciudad pero con la fortaleza y mercado de los que hablaba Ramón Carande. El puente del Cachorro es una torre alfombrada, la alfombra roja de los autobuses que se dirigen a la estación de Plaza de Armas procedentes de Extremadura, Lisboa, el Aljarafe, la Campiña o el Andévalo. La ruta de los fados y los fandangos.
Manzanares Japón nació en 1941, un año después que Alfonso Guerra, un año antes que Felipe González. Tres pioneros, dos de la política y el tercer hombre de la ingeniería. Guerra nació el mismo año que John Lennon y Felipe que Paul McCartney. José Luis Manzanares, ingeniero con apellido de torero, es como un tercer beatle de este Yesterday permanente de una ciudad que a veces se apoltrona en el anteayer, incluso cuando juega a los futuribles.
Sin los Japones no se puede entender la historia de esta ciudad. Una secuela del viaje de los samuráis que pernoctaron en Loreto y llegaron a Coria del Río. Ellos no iban a por atún y a ver al duque, sino a por albures y a ver al Papa. Manzanares Japón ha sido embajador de Sevilla en el mundo entero con sus puentes, carreteras y presas hidráulicas. Juan Manuel Suárez Japón fue consejero de Cultura de la Junta de Andalucía en los años de la Expo, que sonaban el sábado en la zona de Torre Sevilla con la música de los noventa. Uno de los grupos era Tam Tam Go, que escribieron el himno de la tuneladora: “Voy cruzando el río / sabes que te quiero / no hay mucho dinero / lo he pasado bien”. Japón Sevilla ha sido un árbitro de Primera División y cónsul de Japón en Sevilla. Nadie ha superado su registro de penaltis en un Oviedo-Valladolid. Tomás Díaz Japón es un excelente fotógrafo que además ejerce de consumado submarinista. Aguas y estructuras. Luis Baras Japón fue de las primeras voces que se asomó a los micrófonos de Canal Sur. Ha compuesto letras rocieras y es de los que todos los años acompañan a Carlos Herrera en su camino de Santiago. Japones de una ciudad que acogió a los nuevos samuráis: Yoko Komatsubara, socia de Pulpón en el archipiélago, que contrató a muchos de los artistas flamencos que actuaron en los tablaos de Tokio y Osaka; Reichi Nagakawa, japonés de Hiroshima que vivió en La Casa de las Flores, en Triana, y llegó a traducir al japonés el Ulises de Joyce.
El río y la isla. Manzanares Japón. Magallanes tenía en Triana una calle muy pequeña, casi un callejón; ahora tiene un parque para enamorados, para lectores absortos, para niños que corretean o abuelos que pasean a sus bebés mientras las aguas del río Manso mecen la mirada. La calle Juan Sebastián Elcano es una de las vías de acceso a la Feria de Abril y el parque Magallanes abre sus puertas a aquella Feria que ya suena tan antigua como la del Prado y que se llamó en los carteles la Exposición Universal de 1992. El año que se estrenó el AVE cuando la Alta Velocidad era una marca creíble y reconocible. El puente del Cachorro tiene el alma del puente de Barcas que precedió a la Normandía sevillana de Fernando III y el almirante Ramón Bonifaz.
El puente del Cachorro que diseñó José Luis Manzanares tiene un sombrero más de Le Corbusier que cordobés. Tiene un termómetro que en el ferragosto sale en los telediarios. La palabra ingeniero es de ciencias, profesión demasiado prosaica (Joao Cabral de Melo Neto, poeta brasileño que fue cónsul de su país en Sevilla escribió un libro de poemas titulado Ingeniero de cuchillos), pero en este caso hablamos de un artista en esta Triana, río e isla, de artistas. Donde los diminutivos remiten a gigantes: Paquita Rico, Antoñita Colomé, Marujita Díaz… Ingeniero, no hay Caminos, se hace camino al andar. Manzanares Japón, un torero de los cálculos y las estructuras en la tierra adoptiva de Juan Belmonte.
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