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Mariano Palancar. Ingeniero de Caminos y ex concejal.

"Hay suficientes pantanos, pero el agua de mayor calidad se dedica al riego"

  • Tomó posesión de su acta de concejal con 71 años y la dejó cuatro años después, tras afrontar la peor sequía y poner en marcha la zona azul y 3.000 plazas de aparcamientos, entre otras pequeñas revoluciones. Tres décadas antes, al mando de la CHG, dirigió obras que cambiaron radicalmente el estado de la ciudad.

Sevilla sería hoy una ciudad diferente sin las grandes infraestructuras que puso en marcha y ejecutó Mariano Palancar Penella (Madrid, 1924). A este ingeniero de caminos lo que le gustaba era la música, lo traía en la sangre, la misma del maestro Penella de las zarzuelas, su abuelo. Aun así, a sus 86 años se muestra muy satisfecho con la profesión que eligió y que ejerció durante 16 años al frente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). A Sevilla llegó en 1968 desde León para dirigir este organismo, puso en marcha varios pantanos e hizo la Corta de la Cartuja, primera gran infraestructura que facilitó la celebración de la Expo del 92 en dichos terrenos. En 1995 atendió una petición de Soledad Becerril y resultó elegido edil por el PP. Fue delegado de Tráfico y Transportes, presidente de las empresas de Tussam y Emasesa y delegado especial para la sequía, una durísima tarea. Pero superó la prueba y también una operación de corazón. En 1999 nadie le dijo que siguiera, "ni yo tenía edad para eso". Tras abandonar la política, sigue de cerca la actualidad escribiendo cartas al director y artículos para la prensa, desde los que se atreve a aconsejar a alcaldes y alcaldables. Pero, por ahora, ninguno le ha pedido opinión y con ninguno mantiene contacto directo. A Alfredo Sánchez Monteseirín le tiene cierta simpatía porque su mujer ha dado clase a sus hijos.

-Tras un otoño muy lluvioso y un invierno que promete también algunos registros históricos, la situación es muy diferente a la que encontró hace 15 años en Sevilla.

-Y tanto. En la CHG, aunque no me gusta presumir, se hizo una buena labor. Y de presidente de Emasesa, no lo quiero ni recordar, pero lo pasé fatal... Tuvimos que cortar el suministro seis horas diarias.

-¿Por qué se llegó a esa terrible situación de sequía?

-La naturaleza no se ajusta siempre a lo que nos gustaría a los ciudadanos. Los temporales, el cambio climático... éste es otro tema que tiene mucho teatro y mucha realidad. Hay sequía porque la naturaleza hace lo que le parece y cuando lo hace hay que respetarla.

-Respetarla antes y después y no construir en cauces, ¿no?

-No tengo todos lo datos de lo que ha pasado ahora en Écija o en Lora. El río, a veces, saca sus escrituras.

-¿De esas situaciones se aprende?

-Ahora hay que buscar gente con experiencia, no andar cambiando cada 5 años de ley. Falta seriedad.

-¿Se están cometiendo errores?

-En la gestión del agua se están cometiendo una cantidad de errores tan notables que luego dan la cara. Romanos, árabes... y luego gobiernos socialistas o conservadores, todo bicho viviente ha desarrollado su política hidráulica y desde hace cuatro o cinco años hay una postura que encuentro absurda: se defiende que hay que cambiarlo todo. Y es un error, las ideas básicas siempre son las mismas. De no ser por las presas y embalses existentes sólo podría regarse un tercio de las hectáreas actuales y no se tendrían reservas de agua para la población.

-Usted, al frente de la CHG, hizo algunos pantanos.

-Varios. Se terminó el pantano de Aracena y el de Zufre y, al final, se puso en marcha el desgraciado pantano de Melonares, que ha sido un pitorreo, es incomprensible que haya estado tanto tiempo parado por informes de ecologistas. Se ha tardado 15 años en construir y ahora está lleno y no tiene canalizaciones. Esto es de vergüenza…

-Ahora que todos están llenos se abre un debate: ¿haría falta construir alguno más?

-No. Yo lo he dicho incluso en informes para la Junta de Andalucía. No tiene sentido tener el embalse del Viar dedicado a regadío, es agua de buena calidad que serviría para abastecer a Sevilla. A eso se llegará antes o después porque es de cajón. La Directiva Marco Europea -que me parece un documento absurdo, porque no habla de sequía ni de inundaciones- dice que los países deben inventariar y señalar dónde está el agua de buena calidad para dedicarla al abastecimiento. Bueno, pues eso, en el caso de Sevilla, está en el Pintado, en el río Viar, y se dedica a riego.

-Ha sido muy crítico con la transferencia del Guadalquivir a la Junta.

-Me gusta decir lo que pienso, siempre lo he hecho. Hemos oído manifestaciones políticas ingenuas y otras erróneas.

-¿Y cuál es la verdad?

-Se ha dicho que el Guadalquivir se siente más andaluz, lo cual puede considerarse una licencia poética, pero no deja de ser una simpleza. La naturaleza no conoce ni respeta la política y el agua ignora los límites municipales o autonómicos.

-Más que de comunidades habría que hablar de cuencas, ¿no?

-Claro. Por ello, las confederaciones hidrográficas se crearon en el ámbito de la cuenca, un ámbito natural no político. Esto de las transferencias del Guadalquivir ha sido un bodrio, con independencia de que lo hayan hecho socialistas o quien sea... Problemas difíciles requieren de organizaciones inteligentes.

-¿Y ésas son las confederaciones?

-Sí, han sido una solución española inteligente para la gestión del agua reconocida en todo el mundo. Se crearon en 1926 y en 2008 se olvidó la historia y ahora se pretende que la política dicte normas a la naturaleza. Es un desatino.

-La Agencia Andaluza del Agua se hace cargo de la gestión ahora.

-Hay una profusión de organismos y de órganos de concertación y no están claras las responsabilidades. El organismo estatal residual, escaso en dotación de personal y confuso en cuanto a sus responsabilidades, parece una cabeza separada del cuerpo. Y la Agencia Andaluza del Agua es un organismo de gran tamaño, de escasa experiencia y raquítico al carecer de autonomía y, por tanto, de autoridad. El resultado no puede ser bueno.

-¿En qué ha quedado la CHG?

-Un organismo de más de mil personas ha quedado reducido a unas 60 personas y han pasado de la Plaza de España a un piso de Los Remedios. Pero lo peor han sido las formas y que funcionarios veteranos con conocimientos hayan quedado a las órdenes de jóvenes funcionarios con escasa experiencia.

-Un tema complicado.

-Sí, y de pasada le afecta el famoso decreto que ha sublevado a los funcionarios y a quienes no lo son porque es que tan absurdo… Cómo es posible que a una institución seria como la Junta de Andalucía se le ocurra que todo este tinglado de la Agencia del Agua esté metido en un cubo junto a otras empresas...

-Cosas de la política que, por cierto, también ha podido conocer.

-Estuve 4 años en el Ayuntamiento y algunas cosas aprendí.

-¿Cómo llegó hasta allí? Estaba ya jubilado.

-Me escribió una carta Soledad Becerril, a la que yo conocía muy poco. Su padre había sido profesor mío en la Escuela y me dijo que quería que colaborase con ella.

-¿Fue como independiente?

-Yo en mi vida he pertenecido a ningún partido. En todos encuentro un sectarismo tan cateto que me repugna intelectualmente. Yo le dije que se lo agradecía porque, una vez jubilado, me permitía seguir siendo útil.

-Pero no parece muy convencido de ese paso por la política.

-La política, como todo en la vida, tiene su cara y su cruz. La política municipal te permite estar cerca de los temas, pero lo malo, en general, es que falta sinceridad. ¿Defiendes a tu partido o al bien común?

-¿Usted qué hizo?

-Siendo concejal de Tráfico fui el responsable de poner en marcha la famosa zona azul. Yo de Tráfico no sabía mucho y me fui a Barcelona a preguntarle a los expertos de allí, y eran socialistas, pero tenían buena fama y formaban un equipo magnífico que me asesoró muy bien. Y creamos Aussa, con participación municipal para que los beneficios no fueran todos a una empresa privada. Esta medida fue aprobada con el pueblo llano en contra, porque había que pagar, con la oposición en contra, porque estaban en la oposición y era su misión, aunque ellos ya lo habían propuesto antes... No entendía nada y me decían que Javier Arenas se opuso también en su día... Y qué tengo yo que ver. Si eso era bueno para los sevillanos, pues se propone.

-Se dio de bruces con la realidad de la política municipal.

-Sí. A mí, a veces, me daban ganas de aplaudir cuando hablaban los de Izquierda Unida y decían las verdades del barquero…

-La movilidad es un tema básico que difícilmente halla el consenso.

-Me parece increíble. En Sevilla sigue faltando una política continuada de aparcamientos, por ejemplo.

-Usted hizo los primeros del plan y ahí se quedó la cosa.

-Hice el de Plaza de Cuba. El plan ha sido una pifia. Eran 67 aparcamientos y sólo se han entregado 3 y se está en trámite para rescatar una decena de concesiones, lo que supone más retrasos, más costes. ¿Y quién es el responsable?

-¿Y qué le parece el Plan Centro?

-Ésta y otras cuestiones puntuales parecen responder a un objetivo claro: quitar coches de la ciudad, tanto circulando como parados en las calles. Pero no se está haciendo bien, es un problema global que requiere de algo más que la opinión de unos ingenieros encerrados en un despacho. Cómo es cruzar la Palmera con la obra del túnel… no sé cuándo se va acabar.

-Pero, en global, ¿la ciudad ha mejorado desde su época?

-Las ciudades avanzan en general. Se está poniendo el acento y los esfuerzos en temas puntuales que a mí personalmente no me gustan nada. Las setas de la Encarnación son un capricho caro. Se debería haber potenciado ese entorno tranquilo de la plaza. Y tampoco me gusta el famoso rascacielos.

-¿La Torre Pelli?

-Un error urbanístico. Un edificio que no está justificado y que no resuelve, sino complica, los problemas de la Cartuja, un espacio que está fatal organizado.

-¿Otros errores? Siga.

-El entorno del Casino de la Exposición está abandonado y tiene un valor grandísimo por sus especies arbóreas. Hemos gastado mucho en restaurar San Telmo y eso no va a mejorar la calidad de vida de los sevillanos.

-También se ha restaurado la Plaza de España.

-Menos mal, después de 20 años de vergüenza. Y creo que la calle Betis se debería aprovechar mejor.

-No está la situación para grandes inversiones.

-A veces, bastaría con pequeñas cosas que tienen su encanto, como mejorar la rotulación de las calles o crear zonas de sombra.

-Vive usted en el Aljarafe. ¿Apuesta por el área metropolitana?

-En el 82 aposté por un parque forestal en el Carambolo. El problema es que son terrenos de Camas.

-¿Eso es un problema?

-Ya planteé a González Fustegueras, cuando redactaba el PGOU, la necesidad de aprovechar más las riberas del Guadalquivir, pero ahí entran otros ayuntamientos: Camas, Santiponce, San Juan y Gelves. ¿Y qué? En otros sitios se ha hecho. Se dicen muchas tonterías. Por ejemplo, sobre Tablada. Se ha llegado a hablar de inundar los terrenos... Yo ya propuse que se trasladara allí la Feria, en lugar de hacerlo al Charco de la Pava, que no me parece bien porque son terrenos inundables, pero nunca nadie preguntó a la CHG. Nadie escuchó mis críticas, pero ahora hay algún político que ha pensado en la Feria en Tablada. Como diría Camba: ¡Qué país!

-El río es uno de los temas estrella de las precampañas electorales.

-Lo más importante que se hizo fue la Corta de la Cartuja. La obra se ejecutó y fue gratis para el Ayuntamiento, que no podía aportar el 10% del presupuesto señalado por Ley, y ahí quedó una herencia de cuatro millones de metros cuadrados de terrenos agrícolas inundables que pasaron a ser urbanizables y a acoger la Expo, que modernizó la ciudad y recuperó el Charco de la Pava. Sin duda, se podría aprovechar mejor.

-¿Cree necesario el dragado del que se habla ahora?

-No soy un experto portuario, ni tengo datos. Pero citaré a José Agustín de Larramendi, que decía que si no hay nada que traer ni llevar, para qué hace falta el transporte por el río. Si no está justificada ahora una importante actividad comercial, ¿para qué dragar, para traer sólo turistas? El dragado tiene problemas ambientales importantes. No se debe hacer sólo porque se ha hecho una esclusa grande, debe haber actividad que lo justifique. Y si es así, pues bien, señores ecologistas esto se hará porque se crearán industrias, aunque tenga inconvenientes. Ahí me quedo.

-¿Se considera ecologista?

-Esencialmente sí, prácticamente me parece que hay una cantidad de cantamañanas que viven de eso impresionante. Algunos han llegado a plantear que se tiraran todas las presas del Guadalquivir... Y luego están los políticos que también dicen cada cosa... No puede ser que los delegados provinciales decidan antes que los técnicos. Politizar los temas es malo, sea en el ámbito de la educación o la justicia...

-Y últimamente la política está muy judicializada.

-El Estado de las Autonomías me pareció al principio una magnífica solución de descentralización para acercar al pueblo a los problemas. Y se ha mejorado en muchas cosas, pero ha sido una fuente de crear más funcionarios y políticos y muchos ven en ello su medio de vida. Eso es un lastre. Ahora se empieza a ver y quién le mete mano a esto.

-Dicen que soplan aires de cambio.

-Hay una tormenta. Ja, ja ja. He escrito un borrador sobre el dinero.

-¿Tiene que ver con la política?

-Todo. Todos los políticos están afectados por el exceso de poder. Se impone la partitocracia, mandan los partidos no los ciudadanos.

-El dinero tiene mucho que ver con el urbanismo que tanto marca a la ciudad, ¿no?

-He defendido siempre a Cerdá, que creó el ensanche de Barcelona. Le preocupaba que las viviendas tuvieran sol, ventilación..., no el precio del metro cuadrado. El urbanismo se ha mercantilizado.

-¿Hacen falta más humanistas?

-Sí. Eso lo mejoraría todo.

-Como el escritor Juan Benet.

-Sí, fue un ingeniero excepcional. Trabajé con él en la presa del Porma y tuvimos algún encontronazo, pero fue un gran hombre, humanista.

-El Porma se llama Juan Benet.

-Sí, lleva su nombre.

-¿Y echa en falta que le reconozcan a usted su labor en Sevilla?

-Sevilla es muy desagradecida, con todos. En la CHG hicimos cosas importantes. En Dos Hermanas a José Luis Prats, un gran ingeniero al frente de Emasesa, se la ha dedicado una avenida. Sevilla es como una mujer guapa, que se cree que se lo merece todo por ser guapa.

-¿Su paso por la política ha sido ingrato?

-No llegué para ganar dinero ni nada. Pero fui útil a la ciudad. En una interviú que me hicieron hace años dije que yo me sentía de izquierdas o socialista porque, en definitiva, siempre he intentado ayudar a los que menos tienen. Me pasa un poco, cambiando la escala, como a Vargas Llosa: cuando luego ves los fallos del socialismo... su obsesión por mandar, dices éstos están equivocados. Y ahora, en la situación económica actual, estamos pagando los fallos de no tener buenos profesionales. Hay cada político, de un partido y otro, despilfarrando, tirando dinero y luego dicen hay que ahorrar con los funcionarios. Es poco serio y podríamos seguir diciendo cosas..., pero para qué.

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