De las tabernas al palacio: un Cuaderno antológico
calle rioja
Tributo. Renacimiento publica una antología de textos y dibujos de Cuadernos de Roldán, una historia que arrancó el 21 de abril de 1988 para editar poemas del tabernero Manuel Roldán
De las tabernas a los palacios. De las ediciones artesanales a la editorial Renacimiento. El Salón del Almirante del Alcázar fue el escenario elegido para la presentación de Cien por Cien, una antología de Cuadernos de Roldán. Una historia que se remonta al 21 de abril de 1988, sin móviles ni redes sociales, cuando nace el número cero, titulado De Artes y Trovos de todas suertes.
Los socios de Cuadernos de Roldán entraron en el Alcázar por la Puerta del León. Paula Garvín vendía los ejemplares y daba las instrucciones del agasape posterior mientras que Ana Llorca coordinaba la presentación bajo el cuadro del rey Alfonso XIII inaugurando la Exposición de 1929. Las dos, Ana y Paula, se han encargado de la selección de los textos, junto a Antonio Molina Flores, que rebobina la apasionante historia de esta Canción de Roldán que no tuvo que pasar por Roncesvalles ni tocar el olifante.
Marian Pantoja selecciona las imágenes. Este número extraordinario se terminó de imprimir el 29 de septiembre, aniversario del nacimiento de Cervantes. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, es uno de las firmas del libro donde hay ganadores del Nobel de Literatura, el Cervantes, el Adonais y hasta un finalista del Planeta (Salvador Compán). Cuando se imprimió en los talleres de Abelardo Linares en Valencina, todavía vivía Carmen Laffón, de la que aparece uno de sus dibujos. El primer trabajo que ve la luz de la pintora tras su muerte. Junto a un poema de su amigo Jacob Cortines
La Antología de Cuadernos de Roldán se abre con sendos textos de José Saramago escrito y de Manuel Roldán, el alma de esta reunión de amigos en torno a la música, la poesía, la pintura y la amistad. Como cuenta Antonio Molina Flores, estos Cuadernos nacen "por el empeño de un grupo de amigos de editar las poesías de Manuel Roldán". Nacido en El Castillo de Locubín, un pueblo de la provincia de Jaén con hermandad del Rocío, vino a Sevilla antes de la Exposición Iberoamericana para estudiar radiodifusión en el aeródromo de Tablada. También ejerció el oficio de tabernero. En la taberna que regentaba en la esquina de San Vicente con Santa Ana empezó realmente esta historia.
La primera tirada de cien ejemplares se hizo con la fotocopiadora del Partido Comunista, en su sede de la calle Teodosio. Se agotaron y hubo que hacer una segunda tirada. Los textos salían de una máquina eléctrica de un socio en la calle Peral.
Manuel Roldán aparece retratado por Cristóbal Aguilar, pintor que formó parte de Cuaderno. La portada del libro es un dibujo de Paco Cosano. El ejemplar es una auténtica hemeroteca con trabajos de Miguel Pérez Aguilera, Manuel Salinas, Paco Cuadrado, Joaquín Sáenz, Nicomedes, Teresa Lafita, Justo Girón, Ricardo Cadenas, Benito Moreno…
Un tributo de memoria y gratitud a los miembros de Cuadernos que se fueron: Carlos Wamba, Félix de Cárdenas, Rafael de Cózar, del que aparece una mujer dibujada en su laberinto de palabras. Poemas dedicados de Javier Egea a Rafael Alberti, que colabora con unos versos a doble página escritos a pulso de inspiración.
Manuel Roldán no es el único tabernero de este grupo. Hay poemas de Gonzalo Molina, que acudió al Alcázar, que regenta la taberna de la calle Relator, antes esquina con Parras, frente a la Carbonería, ahora más cerca de San Luis; o Joaquín Castro, de Casa Joaquín, poemas gallegos de este paisano de Rosalía que acogió a los tabernarios en su casa de Jesús del Gran Poder.
Cien por Cien son diez mil, que suena a cross de Itálica. A esta ciudad romana le dedicaron el Cuadernos número 100 y esta antología se cierra con un soneto alejandrino a esas ruinas escrito por Concha Ortega, que preside la Academia Luis Vélez de Guevara de Écija.
Hay curiosos paralelismos. Dos cordobeses de Cántico juntos, Pablo García Baena y Vicente Núñez; un ginecólogo, José María Bedoya, al lado de un dermatólogo, Ismael Yebra; Agustín García Calvo adyacente a Isabel Escudero; un poema de Eduardo del Campo hijo, el periodista, escoltado por un dibujo de Eduardo del Campo padre, el abogado. Poesía y dibujo hermanados en Abelardo Rodríguez, que fue profesor de Filosofía en el San Isidoro. La fina ironía de Juan de Aizpuru; Kafka y Orwell visitados por Rico Lara y San Lorenzo puro en la firma de Paco Gallardo.
Para el número de Lisboa fletaron tres autobuses. En el bar O Brasileira coincidieron con Pilar del Río. Saramago les abrió las puertas de su casa. Ellos lo homenajearon en el bar La Palma de Oro de Rafael, junto a la Casa de las Sirenas, y el portugués mencionó a Cuadernos de Roldán en su Cuaderno de Lanzarote. Del luso aparece un soneto junto a un cuadro de Manuel Salinas.
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