Tiendas y bares cerrados y quejas por la falta de información durante el apagón general: "¿Dónde está hoy la policía?"

Las tiendas cerradas, los bares agotando las últimas cervezas y, sobre todo, la falta de información son las primeras consecuencias del apagón general que desde las 12:30 se ha tenido en toda España y parte de Europa. Alemania, Finlandia, Francia o Portugal. Cada vez que alguien pregunta, apunta información. "Hemos decidido cerrar. No podemos dar comidas ni cerveza. La cámara aguanta unas seis horas, pero si dura más tiempo el apagón, tendré que tirar el género", afirmó uno de los camareros. Pero la queja de la falta de policías y de información es generalizado, sobre todo porque no saben qué pasará ni cuando durarán.
Aunque las tiendas intentaron cerrar, algunas al tener la persiana eléctrica, no pudieron hacerlo y las dependientas recibieron la orden de que se quedaran en la tienda hasta que volviera la luz. Pero a pesar de la oscuridad, en una de las tiendas de moda flamenca, una clienta se empeñaba en que le arreglaran el largo del vestido. "El problema principal es que nadie nos dice nada y los teléfonos no dan señal", afirmaba la encargada de una tienda de moda en la calle Cerrajería.
Lo cierto es que durante una hora no ha aparecido nadie para informar de la incidencia. En la cafetería Rioja, alumbrados por la linterna del móvil reocgían lo que podían. Aquí no pierden el buen humor y, aprovechando la canasta de una de las tiendas, han probado algunos tiros mientras llegaba la luz.
En el restaurante Los Gallegos aún servían cerveza "por lo menos, mientras que esté frío el serpentín". Allí una de las empleadas explicaba que en La Coruña la luz se había ido una hora antes que en Sevilla. "También me han dicho que se había ido la luz en Portugal". Entre las tiendas y en la calle la pregunta más común es: ¿Tienes línea? a cualquiera que se le vea hablando por teléfono.
En el hotel Colón seguían los servicios gracias a tener un generador propio. Otra cosa es la comida, han tenido que suspender el servicio de comidas porque la cocina no es de gas.
Una señora que se ha quedado encerrada en un ascensor en la calle Sierpes da gracias porque casualmente estaba por allí el técnico y ha podido solucionarlo, porque "sin poder llamar por teléfono, a ver cuándo me hubieran sacado".
Las personas se han lanzado a los supermercados para comprar comida que no necesite cocinarse. La vitrocerámica y la inducción han desterrado los fogones y la falta de electricidad complica la hora de la comida. Pero uno de los problemas ha sido el agua. Los motores eléctricos que llevan el agua desde la acometida a los pisos han dejado de funcionar, por lo que se han visto larga colas en supermercados donde la garrafa de agua era el producto más cotizado.
Tampoco ha sido fácil la logística de muchas dependientas que han tenido que improvisar verdaderos parapetos en las entradas de las tiendas porque no podían cerrar las puertas al tener un mecanismo eléctrico y quedar inutilizados los detectores de las alarmas.
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