Las universidades de Sevilla apuestan por la normalidad absoluta el próximo curso

La incidencia del Covid en la enseñanza superior

El avance de la vacunación permite a la Hispalense, la Olavide y la Loyola contemplar la máxima presencialidad en sus aulas tras un año de constantes cambios por las olas de la pandemia

El Rectorado de la Universidad de Sevilla.
El Rectorado de la Universidad de Sevilla. / José Ángel García

En mayo de 2020 el futuro de la enseñanza superior en Sevilla era una incertidumbre. La capital andaluza, como el resto de España, empezaba a vivir un periodo de desescalada tras dos meses de confinamiento duro que había vaciado por completo las facultades. El coronavirus había cogido con el pie cambiado a la mayoría de las universidades del país a la hora de desarrollar las clases telemáticas. Hubo que improvisarlo todo. El siguiente curso era una incógnita que se mantuvo hasta casi el final del verano. Se barajaron varios escenarios que han ido cambiando en función de las olas de la pandemia.

Un año después, aunque el Covid sigue condicionándolo todo en la sociedad, la política y, por supuesto, la educación, esa incertidumbre es menor y el avance de la campaña de vacunación permite dibujar un futuro más parecido a la situación que se vivía en las aulas universitarias hasta marzo de 2020. Por tal motivo, las tres instituciones de educación superior que hay en Sevilla: la Universidad de Sevilla (US), la Pablo de Olavide (UPO) –ambas públicas– y la Loyola (privada) encaran el curso que comenzará en septiembre con la máxima normalidad posible.

Las tres universidades apuestan por la presencialidad absoluta a la hora de impartir las clases, siempre condicionada por las circunstancias sanitarias que existan entonces. Ésta es la propuesta que llevará la Hispalense al próximo consejo de gobierno, como adelantó ayer su rector, Miguel Ángel Castro, quien recordó que esta institución siempre ha intentando, dentro de este escenario de crisis del Covid, la máxima presencialidad, un objetivo que no ha estado exento de polémicas a lo largo del presente curso. Las mayores críticas, en este sentido, las recibió en los exámenes finales del primer cuatrimestre, cuando apostó también por la máxima presencialidad en un momento –finales de enero– en el que la tercera ola de contagios registraba los mayores picos de positivos en la provincia y con numerosos municipios con cierres perimetrales.

Este precedente le sirve a Castro para justificar que los exámenes finales de curso sean también presenciales, pese a la oposición de la junta de personal de la US, que ha llegado a amenazar con convocar una huelga si no se les vacuna antes de que comiencen dichas pruebas. “En peores circunstancias los hemos realizado”, ha recordado el rector de la Hispalense para zanjar la polémica sobre este asunto.

La inmunidad de grupo

El nuevo curso en la Universidad de Sevilla está previsto que comience el lunes 20 de septiembre. Para entonces, según el anuncio realizado el pasado lunes por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habrá pasado un mes desde que se logró en España la inmunidad de grupo, al estar vacunado el 70% de la población. Este porcentaje abarca a gran parte de la comunidad universitaria, lo que reduce el riesgo de contagios y, por tanto, avala que se pueda retomar la presencialidad absoluta tras un curso que comenzó con el modelo semipresencial, en el que los alumnos, divididos en grupos que garantizan el distanciamiento de seguridad en las aulas, se turnan para asistir a las facultades. Cuando no lo hacen, reciben la enseñanza teórica en sus casas a través de los dispositivos instalados el verano pasado (más de 600 cámaras).

Este modelo hubo que interrumpirlo en dos ocasiones. En noviembre del año pasado con la irrupción de la segunda ola y el pasado enero, con la tercera. En ambas ocasiones las clases teóricas fueron totalmente telemáticas y sólo se permitió acudir a los centros para las prácticas y los exámenes.

Estudiantes en el campus de la UPO

La Pablo de Olavide (UPO) también comenzará el curso el 20 de septiembre. La intención principal es iniciarlo “con estudiantes en el campus”. El rector de la UPO, Francisco Oliva, explica que “el próximo curso se ha programado para poder responder a cualquier contingencia que se presente”. En el presente curso, debe recordarse, que la presencia de alumnos ha sido mínima en sus aulas, pese a que el escenario por el que al principio se apostó fue de semipresencialidad.

El primer escenario que se baraja para el próximo ejercicio académico, como en la US, es el de la máxima presencialidad posible, que es el deseo de la Olavide para el próximo curso, con lo que se retomaría la normalidad existente antes del Covid. No obstante, también se contempla la posibilidad de que haya restricciones de aforo. Por tal motivo, no se descarta como escenario probable la docencia dual con un 50% de estudiantes en clase y otro 50% en sus domicilios. Para ello, se han dotado todas las aulas con un equipo informático que incluye cámaras que siguen cualquier movimiento del profesor y amplios monitores que permiten la interacción entre los que están en el aula y los que se encuentra en sus casas. Aunque es menos probable por el avance que está teniendo la vacunación, también se contempla la opción de que existan restricciones más severas, para lo que se ha programado un curso con enseñanza on line de las materias teóricas y con presencialidad en las prácticas, con la modificación de horarios para agrupar las teóricas por un lado y las prácticas por otro.

Normalidad en la Loyola desde marzo

Por su parte, la sede de la Universidad Loyola Andalucía en Sevilla apostará también por la presencialidad el próximo curso, aunque las medidas de prevención y protección individuales y colectivas se adaptarán en función de la evolución de la pandemia y de las decisiones que las autoridades sanitarias tomen al respecto. En este centro privado se volvió a las clases presenciales en el campus el pasado 10 de marzo, cuando se superó la tercera ola de contagios.

La institución jesuita recuerda que ha mantenido “en todo momento” la obligatoriedad de la asistencia a clase, “parte esencial de nuestro modelo educativo”, aunque ha permitido a los estudiantes la posibilidad de escoger el tipo de presencialidad: bien en modo físico (en el campus), bien en modo presencial-virtual a través de las plataformas de videoconferencias, excepto para las asignaturas que, por su naturaleza, conllevan la presencia física de forma obligatoria, tales como las prácticas de laboratorio o experimentales.

Todos los servicios de la Loyola permanecen en funcionamiento, ya que desde el 10 de marzo se reanudó la actividad de las cafeterías, así como de las lanzaderas del campus de Sevilla, cumpliendo con las medidas de seguridad indicadas en el plan de contingencia para la actividad presencial en la universidad. También se habilitó el uso de los espacios de biblioteca y salas de ordenadores, aunque se mantienen las limitaciones de aforo.

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