Se urbaniza sin pensar en las técnicas que alivian las altas temperaturas

Los arquitectos recalcan que la solución son árboles de sombra y combinar losas con albero que absorba la lluvia e hidrate el subsuelo.

Los diminutos y escasos naranjos de la Avenida y el suelo de granito no son adecuados para el calor.
Los diminutos y escasos naranjos de la Avenida y el suelo de granito no son adecuados para el calor. / José Ángel García
A. S. Ameneiro

13 de febrero 2017 - 06:40

La pavimentación de calles y avenidas de la ciudad con grandes extensiones de losas de granito que reflejan el calor y la ausencia de sombra y fuentes de agua donde refugiarse es uno de los grandes males que padece la capital andaluza, un territorio con calor extremo en verano y altas temperaturas la mayor parte del año.

Los expertos recuerdan que la urbanización de los espacios contribuiría a suavizar el efecto de la isla de calor de Sevilla por dos vías: con árboles de sombra y con pavimentos combinados con albero que dejen pasar el agua de lluvia al subsuelo para que no se reseque ni se pudra. La colocación de las losas tampoco es baladí: el calor las dilata y hace estallar sus bordes si se colocan muy pegadas.

Gonzalo Díaz-Recasens, doctor arquitecto especializado en urbanismo e investigador del grupo de la Ciudad Peatonal, señala que el subsuelo de Sevilla se está desertizando porque no le llega el agua de lluvia con tanto pavimento que refleja el calor, seca el subsuelo y hace que las losas se levanten. Sobre los pavimentos de granito de la Avenida, San Fernando y Plaza Nueva, los ve muy duraderos y admite que dan prestancia a la zona, pero cree que necesitan ser mejorados con árboles de sombra sobre parterres de tierra más amplios, e incluso plantar césped en las vías del tranvía como se ha hecho en el tramo de San Bernardo.

Su hermano Carlos Díaz-Recasens, arquitecto e investigador del grupo de la Ciudad Peatonal, denuncia que el suelo está excesivamente urbanizado y que hay una obsesión por recoger el agua de lluvia sin tener en cuenta que el subsuelo necesita absorberla para que el nivel freático se hidrate. "Hay que dejar empapar el suelo", recalca.

Recurrir a la tierra de albero es una clara apuesta de los expertos. Rafael Lucas Ruiz es partidario de suavizar la isla de calor con "el albero que hace más fresco el ambiente combinado con pavimento". Gonzalo Díaz-Recasens propone combinar el albero con un pavimento que deje pasar el agua de lluvia para lograr un microclima en la ciudad. Ve bien, por ejemplo, la pavimentación de la Alameda, que deja pasar el agua, aunque dice que le faltan arriates y parterres con más vegetación.

El arquitecto Enrique Abascal cree que más árboles de sombra serían la solución. "El refresco debe venir de lo verde, no del pavimento más o menos poroso. Que existan zonas de albero tratado para que no se levante".

Abascal recalca que pavimentar toda la ciudad pudre el suelo y la solución para que no se desertice es apoyar la losa sobre el terreno, sin mortero, que recoja el agua de lluvia. Insiste en que hacen falta áreas verdes cuidadas y que "una ciudad con parques cuidados da idea de su nivel de civilización".

A la pregunta de si hay un pavimento idóneo para Sevilla, Gonzalo Díaz-Recasens asegura que los pavimentos adecuados para Sevilla son los que aguantan bien las dilataciones. "El problema de Sevilla son las dilataciones por calor y el cuarteo por la sequedad". Para una zona peatonal se comporta bien el ladrillo sobre una cama de arena al ser piezas pequeñas que se mueven suavemente adaptándose al terreno. El adoquín tradicional sevillano encaja en una zona de contexto histórico, pero apuesta por evitarlo en zonas con gran tránsito de personas

Para José Carlos Mariñas, la elección de un pavimento adecuado para la ciudad de Sevilla no tiene que diferir de ciudades como Lisboa, Madrid, Barcelona o Roma, con un alto valor patrimonial de sus centros históricos, con un clima extremadamente caluroso en verano e inusual intensidad de uso de sus centros urbanos debido a la arraigada cultura de "vivir la calle" y a una altísima afluencia de visitantes. "No creo que podamos hablar de forma taxativa sobre la idoneidad de un pavimento u otro para Sevilla. Dependerá de los parámetros de partida que hayamos considerado como fundamentales y de su mayor o menor adecuación al uso peatonal", opina. Antaño, en Sevilla, abundaban las losas de tarifa combinadas con empedrado, pero planteaban el problema de que se exfoliaban y se hacían muy lisas, recuerda Abascal.

Características que debe cumplir un pavimento

Rafael Lucas Ruiz, doctor arquitecto y catedrático de la Universidad de Sevilla, aclara que los pavimentos que se usan en las ciudades no resbalan porque pasan pruebas de resbalacidad y normalmente están preparados con un tratamiento superficial para hacer rugosa su superficie. No obstante, el paso de tiempo y el uso intensivo los desgastan. El código técnico de la edificación (CTE) en su apartado SUA-1 habla de la resbaladicidad de los suelos y de las características que debe cumplir según donde vaya a colocarse. A juicio de Lucas, los pavimentos urbanos deben ser cómodos, duraderos, de mantenimiento fácil, seguros, atractivos. Opina que Sevilla no tiene un pavimento especialmente bonito, que ha ido a lo práctico y a lo barato, si bien le gusta el del eje de la Avenida a San Fernando y el de Tetuán. Para Enrique Abascal, el pavimento urbano debe ser un material muy duradero, resistente, que envejezca bien, que se pueda reemplazar y que haya monotonía que dé continuidad. Gonzalo Díaz-Recasens recuerda que en el espacio público los materiales se deterioran y desgastan más rápidamente y con más intensidad al estar a la intemperie, por efecto del sol, del viento, de la lluvia y del contraste de temperatura frío-calor, y que ese deterioro puede provocar caídas. José Carlos Mariñas añade que, desde un punto de vista técnico, la elección de un pavimento tiene que ver fundamentalmente con su adecuación al uso para el que se destina y, por supuesto, con su entorno urbano y cultural. Además, hay que incorporar cualidades objetivas como son la seguridad de utilización, la mayor o menor resbaladicidad, la inexistencia de resaltes, la adecuación del pavimento al uso de personas con movilidad reducida, carritos de niños o sillas de ruedas, y en ciudades calurosas la atenuación de las denominadas como "islas de calor".Todo ello se complementa con otras cuestiones sometidas a juicio de valor pero no menos importantes, como pueden ser su economía, la durabilidad, las exigencias y costes de mantenimiento y reposición, o su belleza e integración paisajística y cultural.

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