El vínculo que une a Dan Brown con Sevilla y que explica por qué habla tan bien español: "En aquellos años me gustaba Mecano y los churros con chocolate"
El escritor superventas asegura que tuvo la idea de 'El código Da Vinci' gracias a un profesor de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla
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El escritor estadounidense Dan Brown (61) acaba de publicar El último secreto, la sexta entrega de la saga protagonizada por el profesor Robert Langdon. Más de dos décadas después del superventas El código Da Vinci, el autor ha ambientado buena parte de sus novelas en España, particularmente en Sevilla, por ello no es de extrañar su aptitud a la hora de hablar castellano. La última prueba de ello ha sido su participación en la gala de los Premios Hombre del Año 2025 que entregaba esta semana la revista Esquire en Madrid, en que Brown fue condecorado en la nueva categoría a Icono Global.
"Todavía no hablo español, pero lo puedo fingir bastante bien", decía modesto en una de las entrevistas previa al evento. "Pasé tres veranos en Gijón como estudiante y después fui a la Universidad de Sevilla un año para estudiar Historia del Arte", revelaba y añadía, "llevo mucho tiempo sin practicar el idioma, pero todavía está ahí".
En efecto, Dan Brown estudió secundaria en el campus de la Philips Exeter Academy, un prestigioso internado de New Hampshire, donde su padre era profesor de matemáticas. En 1980, Gijón fue el destino de su primer viaje al extranjero como estudiante. En 1982 se graduó e inició a continuación sus estudios universitarios en Amherst College, una institución privada de Massachussetts.
Un año antes de egresar, en 1985, el escritor afirma que estudió Historia del Arte en la Universidad de Sevilla. No obstante, Brown no figura en el listado de alumnos de la universidad hispalense, por lo que es probable que fuera un estudiante becado o itinerante.
La idea de 'El Código da Vinci' surge en Sevilla
Sea como fuere, Sevilla siempre ha sido una inspiración para Dan Brown, aunque sus declaraciones no han estado siempre exentas de polémica. "Sentí una opresión religiosa que no había experimentado en mi vida. Había una fricción entre padres e hijos: los padres sentían que la iglesia tenía que dirigir sus vidas y los hijos sentían que eso era el viejo mundo y querían vivir en el nuevo", dijo sobre su etapa en Andalucía, en declaraciones recogidas por Efe en 2009.
El escritor asegura asimismo que la idea original de El código Da Vinci nació en Sevilla. Según relató a 20minutos en 2016, fue un profesor de historia del arte quien le explicó que el hombre que aparecía junto a Jesús en La última cena de Leonardo parecía una mujer y que existía toda una conspiración alrededor de ese tema.
Brown ya retrató una Sevilla llena de licencias y errores históricos
Antes de triunfar con la saga de Robert Langdon, Brown publicó en 1998 su primera novela La fortaleza digital. La trama se centra en un enigma de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, si bien se desarrolla en gran parte en la ciudad de Sevilla. Entonces recibió críticas por algunas inverosimilitudes contenidas en la ficción, como ubicar el Ayuntamiento en la emblemática Plaza de España, hablar de "una concentración de punkis" en sus calles o decir que las escaleras de La Giralda son empinadas, entre otras licencias y errores históricos.
En su penúltima novela, Origen (2017) ambientada íntegramente en España, Brown volvió a elegir a Sevilla y su Catedral como una de sus localizaciones. "España es el primer país que visité fuera de los Estados Unidos, tenía dieciséis años y estuve viviendo en Asturias con una familia maravillosa. Durante mi visita, me enamoré de la cultura, de la historia y, sobre todo, de la gente y su lengua. Después he regresado once veces a España, muchas más de las que he visitado ningún otro país", expuso el autor entonces.
Un andaluz de Boston amante de Mecano y los churros con chocolate
El autor no solamente habló español entre bambalinas, sino que se atrevió a pronunciar su discurso como premiado íntegramente en el idioma local. El literataro se remontó a sus años como estudiante de intercambio en Gijón, donde incluso llegó a tener un grupo de rock llamado Piropo. Según él, sus vivencias en España revelan "el misterio" de su acento: "un poco de asturiano, de andaluz y de Boston".
Además, contó alguna otra anécdota: "En aquellos años (los 80) lo que me gustaba era Mecano, Butragueño... ¡Vamos el Buitre! Y los churros con chocolate".
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