Sevilla - Leicester | El otro partido

Agua a la fiesta, emoción para la vuelta

  • Nervión no pudo decidir en una noche de emociones desbocadas y de comunión de la afición.

  • El miedo al gol inglés atenazó el amateurismo.

Sevilla y Leicester, con los aficionados en pie, escuchan el himno de la Liga de Campeones.

Sevilla y Leicester, con los aficionados en pie, escuchan el himno de la Liga de Campeones. / fotos: antonio pizarro

El fútbol, a veces, es como la vida misma. Otras veces es simple distracción, ocio, evasión... Pero con unos cuartos de final de la Copa de Europa en juego las emociones se desbocan, como si fuera la propia vida en ello. Y aparece la comunión inesperada, y también el miedo al fracaso, a dejar de existir, de ser. El Ramón Sánchez-Pizjuán vivió ambas cosas. Pasó de la fiesta colectiva, por encima de cuitas y dejando atrás lo vivido ante el Eibar, al conservadurismo de no perder todo lo ganado. El gol de Vardy, en una gran jugada de Drinkwater, aguó la fiesta. Nervión, por momentos un hervidero, no decidió. Todo queda para la vuelta, el 14 de marzo, King Power Stadium. No va más.

Desde los prolegómenos hubo ambiente de noche grande en Nervión. Sin ese constante hilo musical tan característico con que animan los grupos ultras organizados, eso sí. Al hilo del fútbol, momentos de pasión y de grandes silencios. "Cánticos de continuidad", como los describió un aficionado sorprendido por la forma de animar del sevillismo aquella lejanísima tarde de primavera en la que Podestá descerrajó la puerta de los duendes en Nervión con un gol que valió un ascenso. Aquello fue el inicio primigenio de lo vivido anoche, entre otras muchas noches gloriosas. Han pasado 16 años de aquello...

Contra ese silencio huérfano de hilo musical, hubo momentos tremendamente emotivos, vibrantes, de verdadera comunión, de los que ponen gallina en piel, como habría dicho Cruyff. Pasión a flor de piel. Amateurismo en la grada, sin profesionales de la cosa.

Sonó fuerte el soniquete de La Marsellesa, en una invitación al canto colectivo que surgió de Gol Sur. Otras veces fue de una de las esquinas de Gol Norte. Ahora era la grada alta de Gol Sur de nuevo. Fondo, Preferencia respondían... El penalti fallado por Correa, que tuvo su consuelo en forma de aliento de la grada, dio un giro inesperado. Despertaron los ingleses de su admirado letargo. Schmeichel amenazaba con aguar la fiesta. Pero una genialidad, centro perfecto de Escudero y cabezazo que hubiese firmado el Torpedo Müller de Sarabia, puso las cosas como al principio. Y Nervión reventó. El estadio atronó, fuerte, unido. "Somos los biris, los biris, los biris, pa que sepan ustedes, ustedes, ustedes...", y aplaudieron desde la grada baja de Gol Norte... Aún quedaba mucho.

Correa tuvo su quite del perdón con el 2-0 y el estadio incluso festejó antes de tiempo. Hubo algún cántico prederbi: "Pobre, pobre palangana...". La superioridad era diáfana. Hasta que Drinkwater echó agua a la fiesta. El Sevilla y su afición prefirieron guardar lo ganado. Conservar es vivir. Queda la vuelta. Vaya emoción...

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