Athletic-Sevilla | La Crónica

Banega lo deja casi en las estrellas (1-2)

  • El argentino, con una magistral falta directa y un gran centro a la testa de Munir, obra la justa remontada del Sevilla en San Mamés

  • El equipo de Lopetegui mantiene seis puntos sobre el Villarreal con nueve por jugar

Banega observa el balón entrando en la portería en su falta directa.

Banega observa el balón entrando en la portería en su falta directa. / Luis Tejido (Efe)

El Sevilla rompió la maldita racha de derrotas ligueras, hasta nueve, en San Mamés. También prolonga a doce los partidos seguidos del campeonato sin hincar la rodilla, un registro que distingue a los equipos realmente buenos. Y lo hizo con una victoria que se antoja fundamental para acabar en el puesto de privilegio que ha lucido durante la mayor parte de la Liga, entre los cuatro mejores.

Cuando el árbitro catalán Medié Jiménez pitó el final del partido, los sevillistas celebraron el triunfo con el énfasis de las grandes conquistas. Y es que supo a eso. Qué es para un club como el Sevilla jugar la Champions, si no. Después de que el Villarreal venciera un día antes en Getafe y se situara a tres puntos de los sevillistas más el goal average a su favor, estos tres puntos sacan a los blancos de un apuro. Y más viendo que el domingo, asoma por Nervión un Mallorca que cree, y con derecho, en la salvación.

En el Sevilla, tanto en la moqueta como en la hierba, han mimado a Banega para que el argentino se quede hasta agosto y rebañe su fútbol premium antes de irse a ganar petrodólares. Y el rosarino corresponde con compromiso, liderazgo... y eso, un fútbol de crack.

Corría el minuto 69, el Athletic seguía defendiendo con el proverbial ardor que siempre esgrime en San Mamés el 1-0 que hizo Capa a la media hora de pleito y aunque Ocampos pudo restablecer la igualada ocho minutos antes de no ser por los reflejos de Unai Simón, tuvo que ser el 10 quien recondujera el partido por los carriles de la justicia.

Unai Simón despeja un remate sevillista. Unai Simón despeja un remate sevillista.

Unai Simón despeja un remate sevillista. / Luis Tejido / Efe

Durante la primera hora, el Sevilla fue un compendio de las virtudes y defectos que han marcado sus pasos desde el pasado agosto de la mano de Lopetegui. Mando desde el orden y el buen toque, pero una discreta dosis de pólvora en las botas. Sobre todo si no está Munir. El madrileño entró en el minuto 63, estimuló el ataque con su movilidad y forzó una falta peligrosísima. La pudo tirar él. También Suso. Pero tampoco era mala para un diestro y llegó Banega. Por sus galones que la tiraba. Y tan bien le pegó por encima de la barrera pese a la cercanía a la portería, que el cuero entró a media altura, de lo que bajó en su parábola. Golazo.

El empate ya sabía bien dulce para los sevillistas, que volvían a dejar al Villarreal a dos partidos de distancia, pero antes siquiera de dar el paso atrás, cinco minutos después de ese 1-1, Banega y Munir volvieron a aparecer para voltear el resultado. Enorme centro al corazón del área, con la pelota muy tocada y con el efecto ideal para un testarazo inapelable. Munir suele estar en el sitio, a diferencia de De Jong y por supuesto En-Nesyri.

Lopetegui no es ciego y ve como todo el mundo que Munir y Ocampos son los hombres que atesoran más gol en su plantilla. Pero esta inclemente Liga comprimida que urdió Tebas después del confinamiento, con partidos cada tres o cuatro días, exige refrescar. Y hasta siete cambios introdujo con respecto al triunfo del lunes ante el Eibar.

El caso es que el equipo esta vez azulado arrancó con muy buen son, dueño de la pelota y jugándola con mucho gusto, no tanta profundidad y nulo peligro.

Los jugadores sevillistas celebran la victoria. Los jugadores sevillistas celebran la victoria.

Los jugadores sevillistas celebran la victoria. / Luis Tejido / Efe

El Sevilla cuajó 25 minutos espléndidos de juego. Con la salvedad de que Unai Simón sólo se inquietó de verdad con un tiro alto de Ocampos (10’). En cambio, un Athletic que perseguía el balón por todos los rincones de San Mamés ya contabilizó un tiro peligroso de Williams al arriesgar Diego Carlos en la salida en corto (9’) y un doble disparo de Vesga desde la corona del área (27’). Esta última acción sobrevino justo después de que el guión cambiara de forma súbita. Fue pararse el partido por la lesión de Yuri y la entrada de Balenziaga (25’) y diluirse el juego combinativo, más bonito que bueno, de los azules, capitaneados hasta entonces por Banega y Jordán y lanzados por Jesús Navas desde la derecha. Marcó Capa y pudo hacer el 2-0 Muniain antes del intermedio.

Tampoco empezó bien el Sevilla tras el descanso. Lopetegui no movió fichas, pero Gaizka Garitano introdujo a De Marcos por Sancet para llevarlo a la derecha y meter por dentro a Muniain. La tendencia de Gudelj a meterse entre los centrales abrió un peligroso agujero y el Athletic incluso pudo hacer el 2-0, pero Bono atajó el tiro a la media vuelta de Córdoba desde muy cerca (52’).

Y aunque Reguilón lo pudo reconducir todo si no se resbala al intentar cazar un rechace de Unai Simón a un zurdazo ajustado de Suso (56’), tuvo que salir Munir para facilitar el golpe de timón. Lo dio Éver Banega y con su genial maniobra situó al Sevilla muy, muy cerquita de las estrellas.

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