Banega, el último tango en Colonia

Sevilla FC

El argentino, fiel a su vida trufada de capítulos insólitos, se va en un momento de juego óptimo a ganar petrodólares a una liga menor

El gran vacío que deja, reto para Monchi

Éver Banega, junto a Jesús Navas con el trofeo de la Europa League.
Éver Banega, junto a Jesús Navas con el trofeo de la Europa League. / Lars Baron (Efe)

Cuando se vaya disipando la humareda de los fastos por la triunfal temporada, en el Sevilla va a aflorar un enorme vacío. El que va a dejar Éver Banega con su marcha al fútbol árabe. El organizador, fiel a una vida trufada de capítulos insólitos, escribe uno más a sus 32 años, al dejar en un extraordinario momento de forma, con mucho fútbol aún en sus botas, uno de los equipos más potentes de la Liga española por un destino, Arabia, que suele ser el retiro dorado de los futbolistas en pleno ocaso.

No hace falta ser un agudo analista de fútbol. Cualquiera que sepa distinguir un balón de una máquina de escribir y que haya visto a Banega en este año natural de 2020, desde que su continuidad en el Sevilla tuvo fecha de caducidad, ha visto con resignación que se marcha uno de los mejores organizadores del momento. Un jugador de una acusadísima personalidad que ha marcado los tiempos a su antojo para que en la mayoría de los partidos de esta temporada, que ha durado más de un año, se impusiera el manual de Julen Lopetegui.

Éver bailó su último tango en Colonia. Se cambió las botas por otras negras al saltar a la hierba, empezó el baile. Y aunque a los dos minutos se dejó ganar por Barella un balón que acabó en el penalti de Diego Carlos a Lukaku, volvió a mostrar su carácter impasible, indomable, para darle la vuelta a la tortilla. Agarró la pelota, sacó el diapasón y volvió a jugarse a lo que él quiso. Y si los italianos trataron de reaccionar al control sevillista con sus viejas artimañas del denominado otro fútbol, ahí que se cruzó el dorsal 10 para sacar de sus casillas al mismísimo Antonio Conte al preguntarle con sorna –o con guasa, que diría un sevillano– si su lustrosa cabellera era natural.

Banega es así. Arma un alboroto en el área técnica, lo hace a menudo con el balón al inventarse una milimétrica parábola que sólo él ve, pero también lo arma fuera de la hierba con un Ferrari al volante o en una barbacoa.

En la final, además de oficiar de regista sin apurarse jamás, Banega lanzó con gran maestría la falta del 2-1 que tan bien cabeceó el holandés Luuk de Jong, en el 38, y también la que propició el 3-2 a los 74 minutos, resuelta con la chilena del brasileño Diego Carlos y la colaboración de Lukaku.

Sus últimos minutos, ya con el marcador a favor, volvieron a ser un clínic de cómo jugar con la desesperación del rival para que apenas ocurrieran ya cosas dignas de que las anotara el cronista. Así, hasta que el holandés Danny Makkelie dio los tres pitidos y la exquisita música de tango dejó de sonar.

Tremenda la ascendencia de este creador en el juego de un Sevilla que, no se olvide, cuenta con otras piezas de un alto nivel técnico: Joan Jordán, Fernando, el propio Koundé desde atrás, Óliver, Suso. Sobre todos ellos, el virtuoso solista ha sido él, que ni en Boca, ni en Newell’s, ni en Atlético, Valencia o Inter se ha sentido tan importante, tan futbolista, como en sus cinco años en el Sevilla Fútbol Club.

Y si el hexacampeón de la Europa League lleva 21 partidos oficiales sin perder, ha sido por ser capaz de sobreponerse e imponer su fútbol de toque en el Wanda ante el Atlético, ante el Villarreal en el estadio de La Cerámica, ante el Barcelona en Nervión. Y por supuesto, en sus duelos a vida o muerte ante Roma, Wolverhampton, Manchester United e Inter, casi nada el rosario. Y uno de los grandes responsables de que el fútbol de toque dañinos y sin artificios, de aperturas y ágiles combinaciones que trajo Lopetegui bajo el brazo haya devuelto al Sevilla al primer estrato internacional ha sido Banega.

Monchi ha contado con un dilatadísimo plazo para reaccionar, pues el Al Shabab, el club de destino de Banega, anunció el pasado 25 de enero en las redes el acuerdo por tres temporadas con el argentino, que fue el primer sorprendido en que la noticia saliera a la luz en ese instante.

El director general deportivo ya está manos a la obra. Y desde el club se está muy atento al futuro de Ivan Rakitic, al que el Barcelona ha abierto la puerta de salida. Los tiempos juegan a favor del Sevilla, que descarta pagar esos 10 millones de euros que pretende la entidad azulgrana y aguarda a que la fruta caiga por madura y que pueda cristalizar un acuerdo con el croata si éste se aviene a rebajarse su ficha. Esa ficha que va a dejar de cobrar Banega...

“Vivir / con el alma aferrada /a un dulce recuerdo / que lloro otra vez”. Como reza la letra del más célebre tango de Carlos Gardel se va a sentir el sevillista la próxima campaña si Monchi no es capaz de fichar a alguien que cubra el enorme vacío del dorsal 10.

Junto a Navas, al club de los que ganaron tres

Banega se despide del Sevilla ingresando, junto a Jesús Navas, en el club de jugadores que lucen tres títulos de la Europa League en su palmarés. Los Carriço, Sergio Rico, Pareja, Vitolo, Coke, Iborra, Bacca o Gameiro lo lograron en ese trienio con Emery, pero Banega y Navas lo hacen en dos épocas distintas. Por encima de todos está Reyes con cinco títulos, dos de ellos con el Atlético.

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