ESTAMOS ante un acontecimiento menor, sin nada que ver con lo que toda la vida significó un Sevilla-Real Madrid. Un clásico de la Liga que se hacía cumbre en aquellos tiempos de bulevar en Dato, colisión de Manolillo el de las Vacas con Gento o a ver cómo diseñaba Helenio Herrera el marcaje a Di Stéfano. Es una larga historia de pasión sin parecido alguno con lo de esta tarde así que den las siete en todos los relojes de Nervión y aledaños.

Lo de esta tarde queda opacado por la cita del miércoles en el Puskas Stadion de la bellísima Budapest. Ahí, en ese Sevilla-Roma es donde puede cantarse bingo tras una campaña durísima. Salvada aquella dura prueba de convivir con el drama del descenso y que se vio arreglada vía Mendilíbar, ahora es Budapest lo que llena la sesera del sevillismo y sus circunstancias. Y es que esto de hoy es tan secundario que hasta LaLiga lo ha exonerado del horario común mañana domingo.

Sin embargo andan en juego esos premios menores que son el subcampeonato liguero y un puesto en esa Conference que en el Sevilla se ve como una especie de pedrea según se observa la sala de trofeos, tan rica en plata continental. indudablemente le habría dado un indudable plus de interés y de morbo al choque la participación de Vinícius con el riesgo que ello conllevaba. Pero la baja de extraordinario extremo carioca, unida a la de Benzema, edulcora más la cosa.

Espera el Sevilla que revitalizó Mendilíbar con la cabeza puesta en el próximo miércoles, pues se trata de un premio gordísimo conllevando título y plaza de Champions, con lo que se afronta la cita de esta tarde con todos los sentidos puestos en Budapest. Por todo ello, lo más probable es que el exitoso técnico vasco deje en el arca el mejor paño del plantel. Y dicho lo cual, ¿para qué hacer pronósticos? Quizá el Realísimo, pero sin Benzema y Vinícius, las fuerzas se equilibran.