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Fernando, su posible sanción y el duro precedente de Sergio Ramos

Fernando, visiblemente alertado, es llevado a los vestuarios por Dmitrovic ante Martagón.

Fernando, visiblemente alertado, es llevado a los vestuarios por Dmitrovic ante Martagón. / José Manuel Vidal / efe

Todavía debe estar arrepintiéndose Fernando de ese rapto de ira que sufrió en el minuto 94 del Sevilla-Osasuna. Su grave insulto al asistente de Santana Pulido y su reiteración en el insulto al árbitro una vez que éste lo expulsó no le va a traer nada bueno a él ni, por ende, al Sevilla. Y el brasileño, quizá el futbolista más veterano, con permiso de Jesús Navas, en los más distintos frentes de batalla, lo sabe. Sabe que le van a caer varios partidos de sanción –según el artículo 99 del Código Disciplinario, de 4 a 12 por insultos al árbitro– y que va a dejar a Jorge Sampaoli y a sus compañeros sin una pieza clave en el entramado del equipo. Máxime en el actual contexto.

Fernando desembarcó de Brasil en Europa, de la mano del Oporto, con 19 años recién cumplidos y desde entonces ha estado en la élite, salvo una primera cesión en el Estrela Amadora: Portugal, Inglaterra, Turquía y España. Es decir, conoce todo tipo de criterios arbitrales y culturas del fútbol.

Aquel lejano precedente en el Oporto

Sólo fue expulsado antes una vez por roja directa y seis por doble amarilla. Siempre ha sido un jugador caracterizado por su inteligencia futbolística, su mesura y su deportividad sobre el césped. ¿Qué le pasó entonces cuando insultó tan gravemente a los árbitros?

El futbolista hizo bien en arrepentirse en Instagram, donde pidió disculpas en primer lugar a los árbitros, y luego a los compañeros, al club y a los aficionados del Sevilla. Aunque este arrepentimiento de poco le valdrá, pues el único que contempla el Comité de Competición, a tenor del artículo 10 del Código Disciplinario (CD) de la Federación Española, es el arrepentimiento espontáneo, es decir, antes de que concluya el partido o abandonen los árbitros sus vestuarios, donde redactan las actas y pueden consignar que medió ese acto de contrición del futbolista.

Competición y las disculpas en redes sociales

También recordó que fue su primera roja directa en su cuarta temporada en España. Y esto sí puede ser un atenuante, según lo expresado en el mismo artículo 10, que entiende como "circunstancias atenuantes de la responsabilidad: a) La de arrepentimiento espontáneo. b) La de haber precedido, inmediatamente a la infracción, una provocación suficiente. c) La de no haber sido sancionado/a con anterioridad en el transcurso de la vida deportiva".

En el caso de Fernando no se puede considerar el apartado a), pero sí el c). Las disculpas, por tanto, que emitió en las redes sociales son loables y plausibles por lo que significan de asunción del error y propósito de enmienda, pero tienen poca funcionalidad a efectos atenuantes.

El precedente de Sergio Ramos

El Comité de Competición no va a tener clemencia por ello. Y la mejor prueba de esto es que una figura muchas veces tratada con excesivo respeto como Sergio Ramos sufrió un caso similar. Llamó "sinvergüenzas" a los árbitros tras ser expulsado por doble amarilla en 2013 en un partido de Copa con el Celta. El árbitro Ayza Gámez recogió en su acta que lo llamó "sinvergüenza" tres veces y le dijo: "Llevas todo el puto día jodiéndonos". Además, también se dirigió a sus asistentes así: "Siempre igual, qué sinvergüenzas sois". Le cayeron cinco partidos, uno por la expulsión y otros cuatro por insultos e injurias a los árbitros, tal y como recoge el artículo 99 del CD. Y eso pese a que después del partido Sergio Ramos publicó en Twitter una disculpa a los árbitros.

Un caso de arrepentimiento espontáneo

Pero, según comunicó en su notificación el juez de Competición "un hipotético arrepentimiento o disculpas a través de una red social" no puede considerarse "dentro de la circunstancia atenuante de arrepentimiento espontáneo". En cambio, hay otro caso en el que incluso en el Celta sorprendió la rebaja de la sanción que pudo caerle a Luccin.

En el acta del encuentro en el que fue expulsado en 2007 el jugador del Celta, el colegiado había indicado que la primera tarjeta fue por "desconsideración" y que la segunda fue porque, ipso facto, tras enseñarle la primera, se rió y le aplaudió. Pero el medio del Celta, al retirarse expulsado del campo, se dirigió educadamente al árbitro para darle la mano. Le quitaron la segunda amarilla y sólo sufrió una amonestación, o sea, una amarilla.

En la jornada anterior a la del Sevilla-Osasuna hubo otro caso de expulsión polémica. A Renato Tapia le cayeron tres partidos por su expulsión, por doble amarilla, en Anoeta, pese a que el Celta recurrió. Ortiz Arias redactó en el acta que dijo "¡qué prepotencia!" al ver la segunda amarilla. Y Competición aplicó el artículo 124 del Código Disciplinario, sobre las actitudes de desprecio o desconsideración. Con esos precedentes, la sanción puede ser dura.

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