Sevilla FC

¿Hora de revisar el modelo?

  • La incapacidad para retener a figuras como Banega y Gameiro pese al éxito deportivo invita al Sevilla a un replanteamiento. El giro de planificación marca el récord en costes de traspaso.

Para el sevillista de a pie, el verano llega con una pesada amenaza que se une a la ya rigurosa carga del calor. Con la canícula llegan los rigores del mercado y el adiós a los héroes del último éxito. Y esto no lo ha cambiado ni la segunda clasificación consecutiva para la Champions, inédito en el Sevilla, ni el pentacampeonato de la Liga Europa. Nada. Un verano más, el Rakitic, el Bacca de turno, hacía las maletas y decía ciao al Sevilla entre encendidas muestras de amor eterno... contra la voluntad del club.

El Sevilla intentó hasta el último momento convencer a Banega y a Gameiro para que renovasen sus contratos. No hubo forma. Valentísimo fue el argentino al dar la cara ante una afición entregada y decir adiós para tomar el camino de Milán, pese a que el actual Inter está muy por debajo del Sevilla en cuanto a coeficiente UEFA y ni siquiera juega la Champions. Al menos, disputa la Liga Europa, torneo que ni siquiera podrá disfrutar Bacca en el Milan... Gameiro se fue a escondidas. La negociación por el delantero se inició y se concluyó durante la gira en Alemania.

En la planificación prevista por la dirección deportiva, la marcha de Banega estaba asumida, hacía meses que había rechazado la renovación. Su llegada, respondiendo al perfil de jugador en un pico bajo, requería un contrato corto, sin mucho riesgo. Y el relanzamiento estelar del argentino ha tenido el pago de su marcha. Gameiro, al menos, deja un montón de millones. Según José Castro, una cifra superior a su cláusula de rescisión, 41 millones si se suman a los 32 de fijo los cinco en variables y los cuatro en que el Atlético valora la cesión de Vietto, ficha incluida.

Pero esa cantidad de dinero no consuela al hincha, que ya ve en Vitolo el próximo producto de la marca Sevilla que el club no podrá evitar que sea presa de un mercado inflado e inclemente con las sencillas emociones del hincha.

El Sevilla defiende año tras año su modelo de gestión. Y el aficionado, pese al nuevo éxito deportivo, sigue preguntándose el porqué de ese modelo. "Todos los años hay que explicar por qué vendemos y reiterar que el dinero está en el campo", dijo Monchi el viernes a los medios del club, en los que reconoció que había sido su peor verano: "Posiblemente ha sido mi verano más complicado, porque nos ha puesto a prueba, por el cambio fundamental que ha habido con el entrenador con una planificación que ya venía avanzada".

El estío, con una docena de salidas y once fichajes en otra gran revolución, ha sido muy estresante para Monchi y José Castro, que traspasaron a trancas y barrancas a Gameiro, apretando al Atlético para acercarse a una cláusula de rescisión a la que no podían remitir por las apuestas en Vietto y Kranevitter. La fuga de Emery abrió la espita de la obligada renovación. Luego llegó la venta, más o menos deseada de Krychowiak. Los 28 millones de euros que deja en caja (aunque el PSG haya tenido que desembolsar hasta 33) son puestos como ejemplo del éxito de este modelo. Pero ese mismo ejemplo es la trampa en la que el Sevilla casi queda trabado. Porque el jugador que llega a Nervión sabe que el Sevilla tiene un tope deportivo y económico, así como sabe que es una garantía de éxito deportivo para dar un salto cualitativo. Eso está marcado a fuego y quizá, en esta hora de cima económica y deportiva, el club deba revisar el modelo, cuya radicalización se ha visto sublimada en la no deseada marcha de Gameiro.

Pero hay más. La frenada venta de Iborra ha tenido mucho que ver con el cupo de españoles en la Champions -ahí también juega al límite el Sevilla, como con los canteranos- y abre la duda sobre la necesidad de un medio centro como Roque Mesa, que Castro y Monchi tuvieron cerrado. Aun así, Sampaoli parece satisfecho con una plantilla en la que el Sevilla ha marcado el récord en costes por traspasos: 61 millones de euros. Claro que eso no garantiza el éxito deportivo. Y éste es el doble riesgo que asume el Sevilla. Monchi cree que era el momento de cambiar el modelo de juego. ¿Y el modelo de gestión, se puede cambiar?

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