Sevilla-Espanyol

Un disfraz de colista (2-2)

  • El Sevilla se conforma con recuperar un punto ante un Espanyol que llegaba en el último puesto

  • Suso ejerce de salvador de un desastre aún mayor

  • Lopetegui se mete en un galimatías entre la prueba y el error

Suso, el mejor del Sevilla, intenta escapar de Calleri.

Suso, el mejor del Sevilla, intenta escapar de Calleri. / Antonio Pizarro

El Sevilla de Julen Lopetegui, a 16 de febrero de 2020, es un desastre. Tanto que en un mes propicio para disfrazarse optó por colocarse el traje que le correspondía al adversario, es decir, hizo de colista. Los números no engañan y los blancos sólo han sumado dos puntos en este tramo que los enfrentó contra Alavés, Celta y Espanyol, tres rivales de los sótanos de la tabla y dos de ellos ejerciendo como anfitriones.

Suerte para los sevillistas que, al menos, Víctor Sánchez cometió la imprudencia de cruzarse ante En-Nesyri y con un futbolista más fueron capaces de recuperar uno de los puntos en juego gracias a la genialidad de Suso. El gaditano se convierte en la única noticia agradable para Monchi y sus pensadores desde que arrancara 2020 porque todo lo demás es una nube que amenaza con descargar una fuerte tormenta si no llegan aires benignos que se la lleven pronto lejos de aquí.

Porque este Sevilla de Lopetegui se ha convertido, de repente, en una entelequia difícil de descifrar. Aquel equipo fuerte, rocoso, bien puesto sobre el campo, se tambalea por el mal momento de forma de muchos de sus integrantes y también, todo sea dicho, por las decisiones que manan de su banquillo. Ahora mismo todo conduce a pensar que el vasco se ha metido en el laboratorio con sus asesores y trata de introducir futbolistas dentro de la probeta para ver si alguna de las fórmulas buscadas se convierte en magistral y lo saca del atolladero en el que se halla.

Un día pongo a Banega aquí, trato de acompañarlo con el Mudo Vázquez y otro colocó a Ocampos allá para ver si tapa algo el horrible momento de Reguilón. Pero después, si no funciona, no hay problemas, retraso al argentino como carrilero izquierdo, pongo a Gudelj de tercer central y sigo buscando. O vuelvo a situar a Nolito en el extremo para tener un delantero más y llevar otra vez a Ocampos a la derecha. Y, por último, coloco a Gudelj en el centro del campo con Fernando para jugar en 1-4-4-2 con En-Nesyri y De Jong, muy complementarios dicho sea con toda la ironía, para que Suso y Nolito sean los extremos con Jesús Navas y Ocampos en los laterales, ya que en ese momento hay una pieza más sobre el campo gracias a la expulsión de Víctor Sánchez…

Suena todo a un batiburrillo complicado de descifrar, pero fueron las alternativas a las que intentó agarrarse Lopetegui para ver si en uno de esos ensayos, bajo el método de la prueba y el error, tocaba la tecla adecuada para que su Sevilla funcionase. Y lo único que lo salvó de un desastre aún mayor fue la participación de un Suso que sí ha comenzado a aportar desde el principio. Firmó un gol excelente, con su copyright incluido, y dio un excepcional centro para que Ocampos adelantara a los suyos, además de protagonizar otros excelentes pases que no fueron aprovechados por sus compañeros.

Precisamente las cosas tienen una explicación más complicada después de ese testarazo de Ocampos, que llegó a poner muy pronto al Sevilla con ventaja en el marcador tras un pase magistral del recién llegado desde el Milan. Los sevillistas, con 1-0 contra el colista, lo tenían todo a su favor para haber manejado la situación con destreza, pero fue justo lo contrario. Comenzaron las pérdidas del balón en zonas delicadas y, además, cada llegada del Espanyol se convertía en un verdadero drama, pues a las carencias defensivas de los dos laterales se les unía un Sergi Gómez bastante irregular en sus quehaceres.

Todo ello provocaba que Fernando pareciera muy inseguro en esta ocasión. ¿O era al revés? Todo se producía porque precisamente el eje defensivo de este Sevilla, que es el medio centro brasileño tampoco está atravesando por su mejor momento en el plano defensivo. Ahí puede estar una de las claves de este desierto por el que atraviesa el cuadro de Lopetegui y si encima a todo eso se le suma la participación del VAR.

Porque se intenta obviar la participación de los jueces en este relato del mal momento que atraviesan los nervionenses, pero resulta complicado cuando llega la jugada que dio origen al uno a uno. Vaya por delante que los sevillistas habían sido un horror defensivamente en la acción que acaba con el derribo de Sergi Gómez a Calleri. Pero a partir de ahí parece que la norma se cambia a gusto del consumidor y de esa mano que mece la cuna que tiene dos apellidos González de forma continuada. Si hasta ahora todos creíamos que se podía rearbitrar un penalti o una tarjeta roja, pues no, ahí aparece Clos Gómez para justificar, de repente, que en esta jugada también se puede variar el criterio. Tenía que acabar en el empate, como no podía ser de otra forma, y lo hizo.

Desde ahí el desastre del Sevilla se multiplicó de forma exponencial. El cuadro de Lopetegui era una máquina de perder balones, principalmente a través del triángulo Mudo Vázquez-Banega-Reguilón y su debilidad atrás era impropia de un equipo de fútbol profesional. Tras el intermedio, ya con Nolito por Franco Vázquez, un saque de Diego López fue suficiente para que Reguilón dejara a Wu Lei delante de Vaclík.

El Espanyol estaba por delante en el marcador casi sin quererlo y en el Sevilla apenas se observaban síntomas para vaticinar una reacción. Pero un arranque de En-Nesyri acabó en la segunda tarjeta de Víctor Sánchez y eso provocó que el juego se volcara hacia Diego López. Empató Suso en una excelente acción individual y los anfitriones entraron en un quiero y no puedo. Un quiero, porque intensificaron su acoso por todas las vías, y un no puedo, porque su delantero centro, ya De Jong, era incapaz de acudir a un centro de Fernando con todo a favor para empujar la pelota. Sería injusto señalar al holandés esta vez, pero es la realidad, casi nunca está.

Como no lo está este Sevilla de Lopetegui que, a 16 de febrero de 2020, es un verdadero desastre por mucho que el técnico justifique está donde se le pedía en verano. De momento, fuera de la Champions y cerca de salir de la Liga Europa, no se sabe si eso del verano será verdad o no.

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