En enero, las cuatro victorias consecutivas en casa habían sido las riendas que sujetaban al impetuoso corcel de las dudas, que eran muchas incluso en esa fase. Ahora, entre febrero y lo que llevamos de marzo, tras la debacle ante el Osasuna en Nervión y el ridículo del Metropolitano, a lo que siguió un cara o cruz con el Almería que salió bien y otra derrota que también era la moneda cayendo del lado bueno en Estambul, Jorge Sampaoli vuelve a estar en la diana.

Pero ha sido la claridad con la que ha hablado Bono lo que ha puesto a los dirigentes del Sevilla a replantearse otra vez la opción de una destitución, la misma que abortó ese cabezazo de Lamela ante el Almería. Hay parón y ya son varios los futbolistas que han criticado los planteamientos del entrenador. Antes había sido Acuña, siempre temperamental y racial, también Rakitic alguna vez, pero quien ha puesto a pensar al personal en la planta noble es el mensaje del siempre comedido, equilibrado y prudente guardameta sevillista, uno de los directos damnificados de esa “idea” o “religión” con la que el de Casilda pretende pasar a la historia no se sabe de qué: el sacar la pelota por abajo siempre desde atrás desafiando la presión de los rivales.

En el Sevilla hay ya reuniones, conversaciones, susurros y -también hay que decirlo- gestiones con otros entrenadores. Las hubo hace unas semanas, la posterior al 6-1 del Atlético hubo llamadas a varios candidatos. Ahora otra vez está activado el radar y ya son varios los medios que han asegurado que para este mismo lunes hay cumbre del consejo ejecutivo que puede acabar en una decisión.

Uno de los grandes problemas es el dinero. Después de haber gastado en el finiquito de Lopetegui cerca de 10 millones (o más) entre la ficha de la temporada corriente completa y la mitad de la próxima, echar a Sampaoli costaría otros 12 millones de euros, ya que tanto uno como otro tenían firmado -tiene en el caso ya del argentino- hasta junio de 2024. Según Muchodeporte, el consejo estudia una cláusula en su contrato por la que si el Sevilla llegando mayo no está en puestos europeos podría desligar del contrato la segunda temporada. Esto habría que ver si es incompatible con la actual presencia del equipo en cuartos de final de la Europa League.

De candidatos son varios los que suenan, cobrando especial fuerza Vicente Moreno, José Bordalás o José Luis Mendilibar. Los dos últimos están sin equipo y el primero dirige actualmente al Al Shabab saudí, tercero ahora mismo en su liga y quien tiene en sus filas a los ex sevillistas Krychowiak y Banega, además del ex céltico Santi Mina.