La senda de Caparrós: seguridad e intensidad

Sevilla FC

El utrerano encuentra la línea a seguir, y a ratificar en Valladolid, tras el palo del Valencia con un triunfo basado en la sobriedad

Primera victoria en la Liga sin Banega, que lo jugó casi todo

Caparrós alza los brazos haciendo una reclamación ante el línea y mientras Carriço hostiga a Borja Bastón.
Caparrós alza los brazos haciendo una reclamación ante el línea y mientras Carriço hostiga a Borja Bastón. / Antonio Pizarro

Líneas juntas, importancia de la ocupación de espacios, mejor reparto de tareas, más centrocampistas... más seguridad e intensidad. No es que no fuera intenso el Sevilla de Pablo Machín, pero el hecho de retrasar unos metros la primera línea de presión y de coordinar mejor el centro del campo con la defensa propicia más intensidad y más confianza en los hombres que se destapan para presionar o para anticiparse al rival. Y eso, lógicamente, al derivar en robos también da la sensación de que el Sevilla ahora es más intenso. Son las nuevas reglas de Joaquín Caparrós, que ha encontrado su línea con su segundo triunfo en tres partidos y que ahora debe ratificar en Valladolid.

Desde su puesta en escena en Cornellá, con apenas entrenamiento y medio y la recientísima herida de la eliminación europea en Praga supurando aún, Caparrós le dio la vuelta al equipo sobre el pilar del pragmatismo, la unión de líneas y más hombres en el centro del campo. La supresión de un central llevó aparejada la ubicación de una pieza más en la medular, dos más si se tiene en cuenta que siempre ha ubicado un mediocampista en una banda. Banega de titular en la derecha funcionó ante el Espanyol y fracasó ante el Valencia, día en que el utrerano se corrigió a sí mismo metiendo en el costado a Franco Vázquez para no perder ninguna pieza en el eje del equipo pese a que reubicó al primero más en el centro. Y ante el Alavés, otro equipo que basa parte de su éxito en la fricción del mediocampo, no estaba Banega y repitió con el Mudo, en esta ocasión partiendo desde la izquierda, para ubicar a Sarabia en su puesto natural, la banda derecha, desde donde el madrileño hace daño a pierna cambiada.

Caparrós se ha encontrado con un par de ventajas: el regreso a la competición de Gonalons después de sus dos lesiones óseas, que apenas le permitieron ayudar al equipo con Machín, y la costumbre de Sarabia y el Mudo de jugar como centrocampistas. Ahora, ambos están hechos a esa labor de ida y vuelta, pero en una mejor ocupación de espacios y escoltados siempre por dos medios centro específicos, no por uno solo, como sucedía antes con Banega. Junto a Gonalons, y ante la baja del argentino, actuó ante el Alavés Roque Mesa, que se compenetró bien con Franco Vázquez a la hora de repartirse los espacios por delante del francés, claro ancla del equipo en los distintos partidos del utrerano.

El jueves era baja por sanción Banega, que cumplió su segundo ciclo de amonestaciones y su tercera suspensión. Anteriormente, en la Liga, se había perdido por su primer ciclo de amarillas la visita al Leganés (1-1), un partido en el que fue clave la rebeldía de Roque Mesa para igualar tras la expulsión de Franco Vázquez en el descanso. Y también fue baja Banega por la expulsión que sufrió frente al Eibar en Villarreal (3-0), donde el equipo de Pablo Machín dio una paupérrima imagen sin el omnipresente mediocampista argentino. Es decir, que en la Liga, el Sevilla ganó su primer partido sin su jugador franquicia. Y esto ya es un tanto que apuntar a Caparrós, porque aunque el partido fuera en Nervión, no como en los precedentes, el Alavés se presentaba como un peligroso rival directo por Europa.

Machín también logró ganar sin Banega, que lo ha jugado casi todo. De hecho, apenas ha descansado un par de partidos por decisión técnica en toda la temporada, y ha jugado 46 partidos de los 53 oficiales. Estaba recién llegado del Mundial ante el Ujpest (4-0 en casa); descansó ante el Akhisar (6-0 en Nervión) y también en la Copa ante el Villanovense (0-0 fuera); y cumplió ciclo de amarillas frente a la Lazio (2-0 en casa de nuevo). Todo lo demás lo ha jugado. Pero Caparrós parece haber encontrado el método para que no sea imprescindible, creando ese mal síntoma de incertidumbre por una puntual ausencia.

Roque Mesa cumplió con su cometido, demostrando que es un hombre en el que puede confiar Caparrós. El canario marcó un golazo a pase de Sarabia, otro futbolista sobre el que se había especulado mucho por el reflejo que en la gestion del utrerano desde el banquillo pudiera tener la erosión que la frustrada negociación para su renovación. Pero Caparrós no es tonto ni injusto y, al margen de reconocer su profesionalidad y entrega, sabe que es un valor importantísimo de la plantilla.

Este pragmatismo, en la gestión del vestuario, en el reparto de roles –aun respetado el dúo Munir-Ben Yedder, con el que se fue Machín, por el pico bajo de forma de Andre Silva–, en la rotación, en la ocupación de espacios, refleja la confianza de Caparrós en la plantilla. Dotado de seguridad, el Sevilla está capacitado de sobra para superar al Alavés. Quizá no le dé para un superior y le queda en lontananza el Atlético en el Wanda, amén del lanzado Athletic como cierre en casa. Pero para eso queda. Primero, Caparrós debe ratificar su nuevo estilo en Valladolid.

La hiperactividad en la banda, contraste con Pablo Machín

Joaquín Caparrós y Pablo Machín son la noche y el día en muchos conceptos. Ambos han trabajado con una misma plantilla con premisas muy contrapuestas. Tácticamente, está claro que partiendo de la defensa de cuatro, un centro del campo más poblado y con futbolistas más específicos –gracias también a que puede contar ya con Gonalons como una pieza fija– y los mismos dos atacantes, el dibujo y el posicionamiento, la ocupación de espacios, son otros. Pero además hay algo que llama mucho la atención. Frente al hieratismo de Machín, que apenas rompía para realizar puntuales anotaciones en su libreta, la gesticulación de Caparrós, algo ya conocido por el sevillismo. Ante el Alavés, de nuevo Caparrós fue un manojo de nervios: tocaba el balón, hablaba con los árbitros, arengaba a los suyos, protestaba. Si se salía del área técnica en el Trofeo Puerta, con puntos en juego...

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