La rotación imposible

Sevilla FC | La planificación

Pablo Machín no encuentra la clave para darle regularidad de rendimiento a una plantilla dividida claramente en las unidades A y B

Amadou, un mediocampista que juega más de central, es un caso que ilustra sobre el puzle que trata de arreglar el soriano

Amadou, entre Gnagnon, Ben Yedder y Carriço, en un receso del entrenamiento.
Amadou, entre Gnagnon, Ben Yedder y Carriço, en un receso del entrenamiento. / Víctor Rodríguez

Cada vez es más obvia una realidad referente al muy irregular rendimiento de la plantilla del Sevilla, salvo para quien no quiera verla. La existencia de dos unidades bien diferenciadas, la A y la B, volvió a ponerse en evidencia en la derrota en Lieja del equipo de Pablo Machín, que no está ajeno a esta dicotomía al concentrar a los mejores en los partidos importantes, hasta ahora, los de Liga, y dejar para la Europa League otra versión menor. Dentro de dos semanas, no obstante, tendrá la primera final del curso: se jugará el futuro europeo de su equipo en el Sánchez-Pizjuán ante el Krasnodar. Es difícil dudar sobre qué equipo alineará Machín, si el A o el B.

El problema de esta rotación imposible a la que no le encuentra solución Pablo Machín es que el equipo B cuenta con demasiados elementos del A y el bloque deja de funcionar como tal. Sólo un rival muy inferior como el Akhisar no salió victorioso ante ese equipo mixto entre titulares y suplentes que alineó en Turquía Machín. En Krasnodar, como en Lieja, el resultado del cóctel fue la derrota, por escaso margen incluso. El Sevilla, cuando no alinea a su once de gala, no sólo no logra una continuidad en su rendimiento, no sólo sigue poniendo en tela de juicio la calidad de algunos de los caros fichajes de las tres últimas ventanas de transferencias, sino que no evita el cansancio de pilares como Banega, sin relevo, Mudo, Sarabia, Ben Yedder o los centrales.

La columna vertebral no tiene relevo efectivo y Pablo Machín sólo atina a alternar el descanso entre el Mudo y Sarabia. Banega, ya sea como 6 o como 10, ya sea de pivote ante la defensa o de interior, no tiene descanso jamás, sin que eso se traduzca en un óptimo rendimiento. En Akhisar jugó Banega, y marcó el penalti del triunfo, y también en Lieja, y el rendimiento del equipo en ambos casos fue pésimo. O sea, que no por alinearlo el Sevilla se desempeña mejor como colectivo, como bloque, como equipo competitivo en definitiva.

Mucho se ha hablado y escrito ya de que hay futbolistas que no se suben al carro, lesiones aparte. No hace falta ni recordar sus nombres. Están en la mente de todos los aficionados y, seguramente, de los técnicos sevillistas, por mucho que Pablo Machín ejerza de buen entrenador y los incluya a todos como valores de la plantilla en su discurso y en la rotación... por pura necesidad.

Choca en cambio esta declaración de intenciones con el irregular reparto de oportunidades. La mayoría de los futbolistas a los que ha ido dando minutos Machín han jugado en su sitio. Aunque hay que hacer salvedades importantes. Promes, por ejemplo, jugaba como extremo en el Spartak de Moscú y allí hizo muchísimos goles partiendo de esa posición: 66 goles en 135 partidos. A veces, cierto es, jugó de segundo punta, sobre todo con Holanda... A veces. Lo raro del caso de Promes es haber gastado 20 millones en un extremo para un sistema sin extremos.

No es la única rareza de la planificación. A Nolito no le dio salida el Sevilla y Machín trata de sacarle rendimiento como interior, dado que el inicial 3-4-3, como atacante abierto a la izquierda, tampoco rindió. Muriel sí juega con otro delantero, sin ser nueve específico, y tampoco rinde. Aleix Vidal vino para ser carrilero, aunque no rinda ni en la derecha, tras haber mostrado sus carencias en la izquierda.

Y es llamativo el caso de Amadou. Llegó como medio centro y como tal fue presentado. Poco después, desde el club empezó a destacarse su polivalencia y la posibilidad de que jugase de central, cosa que sólo había hecho en determinados partidos con Marcelo Bielsa. En el Lille, antes de la llegada del técnico argentino, en la temporada 15-16, jugó 35 partidos en la Ligue 1, como mediocampista 33 veces y sólo dos como circunstancial central. Fue el Loco Bielsa quien empezó a darle sitio en la defensa. En los 32 encuentros que disputó la temporada pasada, jugó 22 como medio y ocho como central. Seis de éstos con Bielsa en el banquillo. Cuando lo dejó, volvió a su posición natural de medio hasta el final de la pasada campaña.

Esta temporada, en cambio, es la primera en su carrera en la que lleva más minutos como central. Amadou ha jugado 372 minutos como defensor por 225 como medio. Además, de estos 225 minutos, 180 fueron en la eliminatoria ante el Zalgiris. Luego empezó a alinearlo como central Machín. "Es un futbolista físico, un futbolista que tiene criterio con el balón, un futbolista polivalente. Un futbolista de mediocampo", dijo Caparrós en su presentación. Y el futbolista dijo que prefiere ser medio. Y lo repitió en su país. Su caso es sintomático. Ilustrativo sobre ese puzle imposible que no termina de completar Machín para hacer competitivo a su Sevilla no sólo en la Liga. Porque en Villanueva de la Serena, por ejemplo, tampoco fue capaz de ganar... con Amadou de central.

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