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Sevilla - Rayo: El resultadismo apremia a Mendilibar

Sergio Ramos, en el centro de un rondo de calentamiento en la sesión de ayer.

Sergio Ramos, en el centro de un rondo de calentamiento en la sesión de ayer. / José Ángel García

Una de las claves de la epifanía de Mendilibar la pasada primavera fue la identificación de la grada con el equipo. No la identificación sentimental, la inherente a una afición hacia su única fe, no. Una identificación con el estilo de juego, algo que se había perdido durante la lánguida caída en desgracia de Julen Lopetegui y que se acentuó en el experimento fallido del regreso de Jorge Sampaoli.

Las cimas de esa identificación, las memorables citas ante Manchester United y Juventus, tuvieron la espoleta de la pasión por la Europa League. Pero la pólvora que hizo estallar Nervión estaba alimentada con el juego, con la verticalidad, con la verdad de la pelota.

La pizarra. La pizarra.

La pizarra. / Infografía / E.F.

Esto pareció caer en el olvido en el aciago y cálido mes de agosto, entre rumores de mercado que se ralentizaban eternamente como los relojes surrealistas de Salvador Dalí. De pronto, la vieja guardia que se enervó y se rejuveneció al ensalmo de los cánticos en pro de la Séptima volvía a mostrar todos los defectos de la era antes de Mendilibar, A.M. De pronto el espejismo se desvaneció y todo parecía claro: había sido un milagro puntual.

Otra fase desde el cierre del mercado

Pero, como el propio Mendilibar ya advirtió, sólo se trataba de esperar a que se cerrara el mercado, se aclarasen los roles y los destinos de una plantilla sobredimensionada y que llegasen dos o tres piezas claves para apuntalar el glorioso esbozo de mayo.

El técnico de Zaldívar no se cansa de repetirlo en sus ruedas de prensa. “Nos vino bien el cierre del mercado, fue fundamental para saber cada uno dónde podíamos estar, era un problema no de tres o cuatro jugadores, sino de 14 ó 15”, reiteró ayer. El Sevilla desde el parón ha mostrado una mejoría de juego con el refrescante baluarte de la verticalidad en Lukébakio, el fichaje junto a Pedrosa que mejor ha encajado hasta ahora en esa idea de verticalidad y juego en campo del contrario que enganchó al exigente público de Nervión entre marzo y mayo.

La eficacia de las rotaciones

Sin embargo, esa mejoría, fundamentada en que poco a poco, entre fichajes que se han ido subiendo al carro y una rotación muy oportuna para el reparto de esfuerzos, aún no se está traduciendo en resultados. Y los resultadistas apremian: siete puntos en siete partidos lleva el Sevilla, decimoquinto en la Liga por ese lastre que necesita soltar ya de las tres derrotas de agosto.

La percepción incluso podría haber sido mejor si Orsato no se inventa el penalti de Sergio Ramos a Tillman. Pero en la Liga sólo ha ganado dos veces este equipo y necesita ya un tercer triunfo que evite la reaparición de los fantasmas justo antes del siguiente parón.

El problema es que llega un Rayo que puede semejar como la cuña de la misma madera que puede hacer saltar el entramado de Mendilibar, si no anda acertado en la rotación de la medular. El PSV ya mostró que con Rakitic y Suso, más el díscolo Lukébakio, en el mismo equipo es difícil llevar el fútbol al campo del contrario. Hace un año, el sevillista Álvaro García ya formó un lío. Al menos, las lecciones están recientes y Mendilibar tiene donde elegir, que ya hasta se han apuntado Marcao y Nianzou. Que elija bien, porque es su turno, y ya no tiene excusas.

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