Atlético de Madrid-Sevilla | La crónica

Este Sevilla avergüenza a todos los suyos (6-1)

  • El cuadro de Sampaoli se empeña en salir goleado por el Atlético de Madrid por su incapacidad para proteger a Bono

  • A los dos minutos ya tuvo un mano a mano Memphis Depay y el penúltimo gol de Morata es la viva imagen del desastre más absoluto

Nianzou y Rakitic, resignados tras uno de los goles del Atlético.

Nianzou y Rakitic, resignados tras uno de los goles del Atlético. / Sergio Pérez | Efe

El Sevilla, y todos los que lo integran desde Monchi hasta José Castro, pasando por José María del Nido Carrasco, todo el consejo de administración y el propio Jorge Sampaoli, lógicamente, se empeña en provocar la vergüenza total de todos los suyos. Quienes sienten la fe balompédica radicada en el sevillano barrio de Nervión han tenido que padecer en la noche de este sábado 4 de marzo de 2023 un sonrojo insufrible al recibir seis goles del Atlético de Madrid sin que éste tuviera siquiera que esforzarse para lograrlos.

El enfermo ha recaído de su patología de forma incluso temeraria y el equipo acumula de nuevo deméritos más que sobrados para ser el más serio candidato a ser considerado como el peor de la Primera División española. Su defensa es sencillamente indigna, sin ningún central que medianamente proteja a Bono y eso equivale a sufrir un día sí y otro también.

Porque la fragilidad atrás del Sevilla iba a convertir en una quimera lo que ya antes de empezar también lo era posiblemente. Imposible puntuar contra un equipo como el Atlético de Madrid cuando se protege al portero propio sólo con la mirada, sin la mínima intensidad para impedir las llegadas desde atrás y tampoco los disparos desde fuera del área.

En este sentido, la declaración de intenciones llegó muy prontito, sólo dos minutos y ya se había presentado Memphis Depay absolutamente en solitario delante de Bono. Un pase entre los dos centrales, nulidad defensiva de éstos a la hora de cerrar el hueco, también de los centrocampistas, ojo, para hostigar al menos al pasador, y el neerlandés estaba absolutamente solo delante del guardameta sevillista. Afortunadamente, en esa ocasión lo evitó el canadiense que juega para Marruecos, pero no es un problema para los rivales, habrá otra opción más adelante.

Aunque En-Nesyri tendría una opción en una carrera por la banda derecha, saldada con un mal centro para nadie, lo cierto es que otra vez Llorente se quedaría de nuevo absolutamente solo delante de Bono, pero disparó mal y el balón se fue al poste por su exterior (19'). Las puertas para la derrota estaban abiertas de par en par y una simple pérdida en el centro del campo se convertiría en un drama cuando Griezmann volvía a hallar a Memphis Depay en su pase. Otra vez internada entre los centrales y en esta ocasión con todas las facilidades del mundo para rematar con el interior y a la red.

Griezmann remata con comodidad para anotar de manera brillante el 3-1. Griezmann remata con comodidad para anotar de manera brillante el 3-1.

Griezmann remata con comodidad para anotar de manera brillante el 3-1. / Sergio Pérez | Efe

Peor no se podía defender y el delantero tantas veces deseado por el propio Sevilla iba a agradecer que así fuera, sobre todo porque otra vez se repetiría esa comodidad para el remate. Esta vez no era en solitario, era diferente, pero el resultado era exactamente el mismo. Otra pérdida del balón en el centro del campo y éste llega a Memphis Depay en el borde del área. Nadie se atreve a echarse encima, a estorbarlo al menos, y el remate de rosca se iba a la escuadra para darle mayor plasticidad a la acción.

Dos a cero en un abrir y cerrar de ojos en menos de 30 minutos de juego y el Atlético parecía preguntarse por el rival que tenía enfrente, por la comodidad con la que se iba a anotar un nuevo triunfo. Y es porque los rojiblancos no ganen más que pierden durante el campeonato, la cuestión está en las facilidades para abrirles todos los caminos.

El partido, entonces, parecía ya sentenciado, sin posibilidad ninguna para la reacción de los nervionenses, pero el fútbol, a veces, es caprichoso y los dos mejores jugadores del Sevilla en la actualidad, Pape Gueye y En-Nesyri, iban a sacarse de la chistera un conejo bastante inesperado. El francés buscó un balón que parecía imposible de recuperar, pero sus largas piernas posibilitaron que sí llegada y que pusiera el pase atrás. El marroquí lo convertía en oro con un remate sutil. Parecía imposible, pero al intermedio se arribaba con un 2-1, un resultado que le podía abrir la espita a la esperanza a un equipo medio normal.

Ni medio normal

Pero este Sevilla, desgraciadamente para quienes sienten la fe radicada en el sevillano barrio de Nervión, no es ni medio normal. Ni diez minutos le iba a durar esa pequeña esperanza de sacar algo positivo de su visita al Civitas Metropolitano. Griezmann estaba otra vez solo en el borde del área después de un pase de Lemar y una pared con devolución siempre defendida con la mirada por los que vestían de blanco. Allí no acudió nadie a estorbar a uno de los mejores jugadores del mundo y el francés optó por volver a intentarlo con un duro disparo que se acercó a la escuadra para superar la estirada de Bono.

Los blancos habían firmado ya su sentencia definitiva y la única cuestión a discernir desde ese momento era el número de goles que encajarían. No fueron capaces de meterse de nuevo en la pelea en un balón que robó Ocampos en el borde del área local y desaprovechó Suso con un remate alto con la derecha (60'). Quienes sí aprovecharían esas facilidades continuas serían Carrasco y Morata, en dos ocasiones, para completar la media docena en un desastre defensivo continuo. Y tampoco de penalti fue capaz de encontrar este espantoso Sevilla una capa de maquillaje. Rakitic lo estrelló en el poste.

Resumen. Un día gana el Getafe, otro día gana el Cádiz, otro el Valencia y lo cierto es que el Sevilla, este Sevilla tan mal parido sin centrales y sin muchísimas otras cosas, cada vez está más cerca de los avernos. Los pecados, incluidos los referentes a las elecciones para el banquillo, dicen que siempre tienen su correspondiente penitencia y los cometidos por Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco los está pagando un Sevilla que cada vez está más cerca de pegarse un batacazo de los gordos. El cuarto presupuesto de la Liga se empeña en coquetear con el descenso y avergüenza a todos los suyos. Algo se está haciendo espantosamente mal, es evidente.

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