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Von Clausewitz, el Sevilla y los errores coyunturales y estructurales

Rekik se duele abatido tras la derrota copera del Sevilla en el Camp Nou.

Rekik se duele abatido tras la derrota copera del Sevilla en el Camp Nou. / Alberto Estévez / EFE

El 3 de mayo de 2019, un Monchi que había retomado la dirección deportiva del Sevilla tras su periplo romano presenció en el Ramón Sánchez-Pizjuán una goleada del Leganés (0-3) que fue buena muestra de las carencias de aquella plantilla. Inmediatamente, el gestor técnico maniobró para llevar a cabo la revolución que culminó con rotundo éxito el 21 de agosto de 2020 con la Europa League de Colonia. Menos de dos años después de aquella lección liguera, el 3 de marzo de 2021 queda señalado en negro como una fecha que también debe servir como lección. Y así lo reconoció Monchi en su prolijo análisis de la eliminación copera. La dura derrota del Camp Nou mostró también las carencias de la actual plantilla.

Julen Lopetegui realizó varios planes de partido y ninguno le valió finalmente. Todo podría haber cambiado si Ocampos hubiese marcado el penalti, como también podría apuntarse como contingencia positiva que la volea de Jordi Alba, minutos antes, fuese al larguero... Lo cierto es que el plan inicial de presionar arriba al Barcelona no valió porque al Sevilla le faltó, sobre todo en la línea de ataque elegida (Suso, En-Nesyri y De Jong), presencia física y cultura táctica: le fue imposible obstaculizar la salida de un Barça afinadísimo que encontró multitud de pasillos.

"La defensa, como acto de guerra, no puede ser puramente pasiva; del mismo modo la espera no puede ser absoluta, sino relativa", explicaba Carl von Clausewitz en su clásico de estrategia De la guerra. Viendo el desaguisado, Lopetegui ordenó un repliegue intensivo, con En-Nesyri ya en punta y Rakitic reforzando la horadada medular, en la que Fernando se estaba viendo superado por salir de la cueva a apagar fuegos, hasta que se acomodó ante la zaga.

Pero al segundo plan le faltó salida, contragolpe, llegada. Baste mirar las estadísticas de la dura derrota de 2019 en este mismo escenario, aquel dolorosísimo 6-1, para corroborar esto.

Durante muchos minutos el Sevilla quiso salir y no pudo. "En la práctica hay que contentarse a menudo con agrupar sumariamente las cosas en lugar de separarlas rigurosamente", añadía el militar prusiano que vivió las guerras napoleónicas. El Sevilla, sin salida, era un puro frontón y parecía que se iba a salir con la suya en una de sus especialidades: la fase defensiva en bloque bajo, sin hacer faltas en la corona del área. Pero, sin salida, el cántaro fue tantas veces a la fuente que terminó por romperse.

Al Sevilla le faltan automatismos, o futbolistas, que ejecuten bien el contragolpe. Si sus dos delanteros tienen carencias para la presión –a De Jong le hicieron un continuo rondo; En-Nesyri ni siquiera sabía adónde acudir–, encima no fueron referencia para jugar de espaldas ni para ofrecer desmarques.

A eso hay que sumar la edad de muchos de sus futbolistas de referencia que no han llegado en su mejor forma a la fase decisiva del curso: Rakitic, Fernando, Jesús Navas... Por no hablar del Papu. Los mismos que fueron vapuleados por el Borussia Dortmund.

El 3 de marzo de 2021, ya en negro, debe ser también una una referencia para ver con quién y cómo quiere competir el Sevilla del futuro. Porque esa concatenación de errores coyunturales finales (En-Nesyri, Fernando, Diego Carlos) que se repiten en la mente de los sevillistas como una tortura tiene de trasfondo una serie de errores estructurales. Toda muerte requiere su periodo de duelo, como todo trauma necesita su vía de desagüe, su desahogo. Que el fútbol no espera a nadie también es cierto. Y quizá resulte extemporáneo este análisis, aunque las señales parecen claras... Pero, ¿y si hubiera milagro en Dortmund, serviría para cerrar en falso la herida del Camp Nou?

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