Como en una revisión de la teoría de la evolución de Charles Darwin, Pablo Machín está sabiendo adaptarse a los cambios de hábitat para sobrevivir y ser más fuerte. Al contrario que ante el Madrid, en Ipurua planteó un partido más especulativo. Con un Eibar que ponía seis hombres en campo contrario y una alta e intensa presión a la salida del balón, el Sevilla esperó en su campo para no sufrir y para salir, de forma letal, en cuanto se presentara la ocasión.
En la primera parte ya pudo ponerse el Sevilla con 0-2, pero Sarabia no aprovechó dos buenas lecturas de Andre Silva. En la segunda, Franco Vázquez encontró la vía buscando al portugués para el 0-1, con juego combinativo desde la izquierda apoyándose en Banega, y luego con una conducción de calidad hasta que habilitó a Jesús Navas para el pase que terminó en penalti y gol de Banega.
El Sevilla mudó su piel varias veces, cambiando su dibujo, con Andre Silva y Franco Vázquez sabiendo leer muy bien cada momento. Ya con 0-2, el repliegue fue más intensivo y la salida de Roque Mesa terminó de obturar la principal vía de ataque del Eibar, el dúo Orellana-Rubén Peña.
Defensa
Machín dio la orden de no presionar al Eibar tan arriba como al Madrid, al tiempo que advirtió a sus centrales de que estuvieran atentos a los muchos centros y córneres que propiciaría la presión alta e intensa del Eibar. El problema llegó por las pérdidas en la salida hostigada desde atrás. Banega arriesgó más de una vez en su afán de saltar la barrera. Pero la línea defensiva, con Jesús Navas y Arana muy pendientes de sus pares en las bandas, respondió con cohesión y tensión, a lo que ayudó la concentración de Vaclik.
Tras ponerse con 0-2, el Sevilla se ubicó con descaro en un 5-4-1, con un rombo en la medular con Banega y Andre Silva en los vértices inferior y superior y Sarabia y Franco Vázquez en los flancos. Pero continuó el problema del desdoble de Rubén Peña y Orellana sobre Arana y Machín sacó a Roque Mesa para obturar, ya en paralelo a Banega, ese flanco, del que también estuvo pendiente Quincy Promes cuando salió.
Ataque
El Sevilla atacó poco, pero con muchísimo criterio, fiado al talento de sus jugadores. En la primera mitad fue Andre Silva el que, con inteligencia, bajó aprovechar los barridos de sus compañeros. Le dio un balón de oro a Sarabia tras un robo del Mudo y posibilió la mejor llegada combinada con una gran apertura a Ben Yedder y nueva ocasión de Sarabia, que se topó las dos veces con Dmitrovic.
En la segunda parte, en cambio, fue el Mudo quien encontró las vías, combinando o conduciendo y apoyándose en la visión de Andre Silva. Así llegaron los dos primeros goles.
Virtudes
La adecuada adaptabilidad a cada contexto. Y la calidad para decidir.
Talón de Aquiles
Tardó en salir por obcecarse demasiado en jugarla desde atrás.
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