Qué trabajo le cuesta saltarse su guión...

Empate a errores más que a méritos el de un Valladolid-Sevilla con al menos tres fases de partido distintas. Hasta la media hora, el equipo de Lopetegui fue fiel a su estilo mandón y poco profundo, aunque a los cinco minutos ya pudo marcar en una de las escasas ocasiones en las que uno de sus futbolistas se acordó de que hay que tirar a portería. El chut de Papu Gómez lo repelió Roberto y En-Nesyri, estorbado por El Yamiq, no atinó a remachar a gol con la pierna izquierda. Pudo cambiar el partido ahí, pero lo hizo cuando, sobre la media hora, el Valladolid vio que el Sevilla amagaba sin pegar y le devolvió la presión alta, producto de la cual llegó el 1-0 en un penalti evitable y el repliegue intensivo local hasta que Lopetegui ordenó el definitivo zafarrancho final que culminó Bono con un gol rocambolesco a la heroica en el último instante.

Al Sevilla le faltó primero verticalidad, valentía para tocar a la primera y buscar con más descaro los espacios y luego, ya por debajo en el marcador, capacidad de sorprender a un rival que se fue encerrando conforme más futbolistas de camiseta añil iban saliendo al campo. Ese paulatino giro ofensivo tuvo poco reflejo en el juego, muy escalonado en cada ataque. A este Sevilla le sigue costando saltarse su propio guión, desmelenarse de verdad pese a que cuenta con un colchón de puntos que lo podría impeler a una actitud más suicida. Porque ese manoseo del balón, esa búsqueda de la seguridad en el pase tan academicista ayuda a los rivales a replegarse.

El Papu y Suso intentaron zamarrear el árbol, pero al primero le faltó compañía por la izquierda y al segundo, precisión y tino. Además, ni los delanteros (En-Nesyri y De Jong) ni los defensores que subieron al remate (Rekik, Koundé, Diego Carlos) tuvieron su día en el área rival. Pero el Sevilla perseveró y halló el empate, un justo premio todo sea dicho.

Defensa

El Sevilla inició su presión alta con brío y también tuvo energía en los robos tras las pérdidas. Pero poco a poco, el Valladolid empezó a estirarse y a la zaga añil le costó sacudirse los escasos centros laterales en esa reacción inesperada al final de la primera parte. En uno de esos centros, mal defendido, de Orellana, Diego Carlos y Rekik dejaron botar el balón y emparedaron después a Weissman. Penalti y a remar, con cada vez menos efectivos defensivos que debieron acentuar su concentración en las vigilancias y anticipaciones. Ahí, bien.

Ataque

El Papu inició ataques y rompió en diagonales. También Suso. Pero, quizá por la fatiga acumulada, faltaron desmarques, apoyos, desdobles... Más de una vez el ataque terminaba en las alas sin que el atacante recibiera ayuda. Aun así, en los últimos 20 minutos llegaron las ocasiones: eslalon de Papu y tiro flojo de Rakitic (71’); centro de Ocampos tocado y cabezazo al poste de De Jong (77’); centro de Ocampos al que no llegan los dos 9 (81’); cabezazo desviado de De Jong a un gran centro de Suso (88’); y penalti de El Yamiq a Diego Carlos (92’).

Virtudes

Buscó y buscó hasta encontrar. Paciencia sin destaparse en exceso.

Talón de Aquiles

Falta de valentía o ideas al inicio y demasiado juego al pie con 1-0.