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Una comuna en la galaxia

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Zidane, con su aura de ídolo y su mano templada, maneja los egos y todos se implican y suman

La velocidad es virtud arriba, pero también atrás

Zinedine Zidane observa desde lejos a la plantilla del Real Madrid en una sesión en Valdebebas. / Emilio Naranjo / Efe
Juan Antonio Solís

15 de enero 2017 - 02:36

Zinedine Zidane arribó al vestuario del Real Madrid bajo justificadas miradas de recelo en el entorno. Parecía más un capricho de Florentino Pérez, fruto de su obsesión por la "excelencia" y el glamour, que por los méritos contraídos por el aspirante a tamaña empresa. Pero el que fuera fantástico futbolista ha ido convenciendo a los más escépticos. Su currículum cabía en una servilleta de papel, pero con su aura de estrella se fue metiendo en el bolsillo al grueso del vestuario -siempre habrá excepciones y en el caso de los blancos la protagoniza James- y la calidad técnica, por arrobas en una plantilla de lujo, ha hecho el resto.

Igual que al Barça siempre le fueron bien entrenadores de fuerte personalidad, al Madrid le funcionaron mejor técnicos de perfil discreto. Gestores de grupo con un tibio discurso, amantes del trabajo sordo en los entrenamientos y con mano templada para domeñar los egos. Es lo que hace Zidane. Todos se sienten partícipes, todos salen mentalizados y no hay celos. Se refleja en su récord de partidos sin perder. Y en datos concluyentes: todos los jugadores de campo han marcado al menos un gol esta temporada si contamos todas las competiciones oficiales.

sin balón

Zidane ha sabido encajar en la galaxia a un jugador de perfil más terrenal, pero necesario para equilibrar el juego con su despliegue físico: Casemiro o Kovacic. Las coberturas son básicas para despojar de parte de las tareas ingratas a Kroos y Modric, aunque tanto el alemán como el croata son de los que más kilómetros hacen cada partido y no se les caen los galones por correr sin el balón. También Kovacic entra en ese rol más prosaico, pero vital para que funcione un equipo de fútbol profesional. Esa laboriosa sala de máquinas permite a su vez que los laterales, de acentuada vocación ofensiva, se puedan proyectar en mayor medida. Carvajal -por delante de Danilo- y Marcelo pueden tirar para arriba una y otra vez porque tienen en Casemiro, Kovacic o Kroos a eficaces escuderos para las ayudas y coberturas.

Otra de las claves para sostener el espíritu ofensivo que siempre distingue al Real Madrid es la marcada velocidad de su línea defensiva. Sin duda, la más rápida de la Liga. No es fácil tener centrales rápidos y el Madrid los tiene con Pepe, Sergio Ramos, Varane y Nacho. La capacidad de reacción en el repliegue, tras pérdida con las líneas avanzadas, es notable.

con balón

La clave de Zidane es que el talento se sienta lo menos encorsetado posible. Y que las estrellas disfruten en la hierba. Cristiano Ronaldo mantiene su libertad para dar rienda suelta a su instinto. Un tanto de lo mismo para Bale, aunque el galés, hoy convaleciente, suela irrumpir más al remate desde la derecha, donde Zidane ha pulido a Lucas Vázquez. Y Morata aprieta a Benzema para que no se acomode y saque su excelso repertorio para hacer jugar a su alrededor. Sólo pueden jugar once y es clave que los Isco, Morata o Asensio no bajen la guardia desde el banquillo. Tensión, combinación -más que con Mourinho, Ancelotti o Benítez- y los ataques raudos y verticales de los últimos años.

lo mejor

Estrellas que disfrutan:letal.

lo peor

Fallos de concentración atrás.

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