Sevilla 5-1 Standard | Europa League

La Liga Europa muestra el camino

  • El Sevilla se reencuentra con ‘su’ competición con una contundente goleada frente al Standard de Lieja

  • Los hombres de Machín, pese a la lesión de Amadou, dejaron buenas sensaciones en lo referente al juego

Jugadores sevillistas felicitan a Franco Vázquez tras su golazo al Standard.

Jugadores sevillistas felicitan a Franco Vázquez tras su golazo al Standard. / Antonio Pizarro

Arranque propio de un campeón. El Sevilla se sacó de encima el mal humor acumulado en las últimas jornadas con un triunfo convincente en su retorno a la competición que más gloria le ha dado a los nervionenses, esa Liga Europa en la que acumula más títulos que nadie. Pero del pasado no se vive, está claro, y los blanquirrojos vivieron el presente con una goleada ante el Standard de Lieja, ese histórico rival que le puso enfrente las bolas de un sorteo. Bueno, para ser más precisos, la fortuna y también los méritos sumados año tras otro para ser el número uno en la puntuación de la UEFA.

Y con esos condicionantes, sumados al fortísimo calor que caía sobre Sevilla a las siete de la tarde, se dispuso el cuadro de Pablo Machín a ejecutar la tarea que le había sido encomendada. Lo hacía, lógicamente, con la misma disposición táctica que ha empleado el técnico soriano para meterse en la élite del fútbol español y sólo variaban algunos elementos respecto al infausto partido ante el Getafe para que los sevillistas tuvieran una pinta sensiblemente mejor que esa noche.

Ingresaban en el equipo titular Carriço, Arana, Amadou, Franco Vázquez, Promes y Ben Yedder, es decir, seis futbolistas de campo de diez, lo que quiere decir que Machín tiene muy clara la idea de las rotaciones para mantener a todos los futbolistas frescos. Eso era todo lo que tenía que ver con los preliminares, que luego habría que observar qué era lo que sucedía sobre el césped para que todo se desarrollara según los intereses del pentacampeón de esta Liga Europa.

Precisamente no fueron buenos los comienzos. Amadou, una solución para meter más músculo junto a Banega, regalaba un balón absurdo en el centro del campo y en su afán por recuperarlo pronto vio la tarjeta amarilla al primer minuto. Para ser justos, fue una cartulina más por el ímpetu que por otra cosa, porque la entrada del francés no fue falta siquiera. Pero ya quedaba claro que el fornido medio centro estaba pasado de revoluciones y eso hasta lo conduciría a una desgraciada lesión, otra más, muy prontito.

Sin embargo, cuando tuvo lugar esa nueva muestra de la mala suerte que está acompañando al Sevilla en este arranque del curso, traducida en cuatro lesiones graves, tres de ellas óseas, en apenas un mes, ya se había producido la primera variante en el electrónico. Banega aprovechó la segunda falta que tuvo al borde del área para superar a la barrera y a Ochoa y para anotar el uno a cero.

En teoría, eso debía servir para calmar a los sevillistas, tanto a los profesionales como al propio entorno que se ha creado y que fluye desde una parte de la grada, que todo hay que decirlo. Pero eso es lo que se supone, aunque no fue así del todo por la lesión de Amadou. El Sevilla, viendo el dolor del compañero sobre el césped y la salida en camilla del centrocampista con destino a una clínica, pareció entrar en una fase de confusión. No es que el fútbol fuera rematadamente malo, tampoco era eso ni muchísimo menos, pero sí bajó varios puntos el nivel y eso permitió que el Standard pudiera dar algún paso hacia delante en pos de la igualada.

Es más, ésta acabaría por llegar en un córner pésimamente defendido por la zaga y que acabó con la pelota en los pies de Djenepo para que éste sólo tuviera que empujarla. La situación tornaba a peligrosa, pues todo parecía indicar que aquello podía convertirse en uno de esas citas cargadas de malas noticias. Pero, afortunadamente para el Sevilla, muy pronto el Mudo Vázquez se iba a acordar de ese cañoncito que tiene en la pierna izquierda y lanzó un disparo impresionante para poner a los suyos otra vez con ventaja.

Apenas había dado tiempo a que la tormenta se desatara y seguro que Machín respiraría aliviado por ello. Los suyos se habían librado de un momento propicio para la tensión y ya el camino se allanó del todo. El descanso llegaría pronto y también iba a servir para aclarar las ideas, para que el Sevilla fuera plenamente consciente de la tremenda superioridad que mostraba sobre el Standard.

En plena cuesta abajo, ya todo sería mucho más sencillo, sobre todo porque el colchón se haría más mullido con una buena jugada de las que gustan a Machín. Crear una superioridad por la banda para acumular futbolistas al remate por el centro. Kjaer fue el origen, Ben Yedder la continuó hacia Banega, éste vio la incorporación de Arana y el brasileño, por fin, hizo algo de lo que tenía acostumbrado a los seguidores del Corinthians en su país natal. Centro magnífico por abajo para que Ben Yedder, una vez más, ejerciera de delantero de fútbol sala, rápido y certero.

El Sevilla había resuelto su reencuentro con la fase de grupos de la Liga Europa y desde ese instante hasta fue incrementando el número de goles para darse un pequeño gustazo entre tanto sinsabor. Y hasta mostró detalles que, seguro, le servirán a Machín en el futuro tanto por parte de Ben Yedder como de un Promes que se estrenaba en la titularidad. La Liga Europa, una vez más, muestra el camino por el que transitar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios