García Pimenta en alerta: hora de atarse los machos
Una fea derrota podría precipitar los acontecimientos: la clasificación aprieta, las lesiones también y contra el Atlético ya sufrió el equipo la influencia negativa del parón por las protestas de la grada pero a domicilio responde mejor
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Xavi García Pimienta se va quedando solo. Lo que pase en Mestalla puede resultar determinante si hay una derrota fea. Sería la cuarta consecutiva y ya no existe la sinergia entre directiva y cuerpo técnico que había cuando éste fue renovado en la jornada séptima el 24 de septiembre después de la segunda victoria de la temporada. José María del Nido Carrasco quiso enviar un mensaje al vestuario para demostrarle que con el barcelonés no iba a pasar lo mismo que con sus efímeros predecesores. Que la paciencia que no se tuvo con José Luis Mendilibar, por ejemplo, sí se iba a tener con García Pimienta. Ahora esa sinergia ha desaparecido.
Se rompió cuando el técnico, espoleado por alguien de su cuerpo técnico con más colmillo retorcido que él, lo instó a que protestara por la deficiente corrección invernal de la plantilla. Hicieron las paces. Pero contra las derrotas y con el sevillismo en pie de guerra no hay paz posible. Y encima se lesionan los dos fichajes de invierno... Como para no echarse a temblar ante la cascada de aspectos negativos.
Es ley de vida. Los dirigentes ya saben que el clima bélico los va a acompañar hasta el final de temporada a menos que el equipo empiece a ganar. La bronca en el estadio el Domingo de Pasión y las actitudes violentas fuera de él -execrables y azuzadas consciente o inconscientemente por una oposición entregada a la guerra sucia tras perder la guerra judicial y accionarial- dejan una atmósfera asfixiante y la asfixia apretará al entrenador más que a nadie si no llegan las victorias. Porque las tres derrotas consecutivas han aminorado la ventaja con los puestos de descenso.
No mucho, pero las sensaciones que dejan equipo, directiva y afición, todo lo contrario que un Fuenteovejuna, todos a una, reducen aún más el margen con el decimoctavo clasificado. El Sevilla incluso tiene que agradecer que el Leganés no ganara a Osasuna en el partido del lunes. Así como que tiene que lamentar que el equipo navarro no lograra acertar con alguna de sus numerosas ocasiones. Un gol rojillo habría dejado la distancia con el primer puesto de descenso en 9 puntos. Ahora son 8 y en el actual escenario parece que no son nada... Por eso llega la hora de atarse los machos.
Deben atarse los machos los directivos, pero éstos lo hacen tomando decisiones que, a estas alturas de Liga, sólo pueden conducir a la destitución del técnico. Y deben hacerlo sobre todo técnico y futbolistas, que viven los partidos de casa ya como un calvario y se sueltan más cuando juegan a domicilio. No haber ganado en Nervión desde que se retiró en casa Jesús Navas pesa mucho psicológicamente. Y también pesa la actitud de una grada movilizada contra la directiva y con todo el derecho a protestar por la deriva del club y la escalada de decisiones erróneas empezando por aquella destitución del último entrenador que sí logró la sinergia entre equipo y grada: José Luis Mendilibar.
Contra el Atlético esas protestas tuvieron su culmen en la segunda parte. Pero el lanzamiento de objetos obligó a parar el partido y eso frenó el ritmo del Sevilla, que había salido con nuevos bríos en la segunda parte, había tenido ya alguna ocasión clara como la de Kike Salas y había provocado dos amarillas del Atlético (Lenglet y Giuliano). Los jugadores, muchos muy jóvenes, notan ese lastre. Y el técnico ya le ve las orejas al lobo. Les toca reaccionar... aprovechando que juegan lejos de Nervión.
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