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La gran ilusión de un equipo bipolar

  • El Sevilla ha dado muestras frente a United y Barça de tener fútbol para borrar del campo a cualquiera

  • La cita ante el Bayern, a expensas de la versión Jekyll o la Hyde

Muriel celebra el segundo tanto al Barcelona junto a Escudero y Jesús Navas.

Muriel celebra el segundo tanto al Barcelona junto a Escudero y Jesús Navas. / antonio pizarro

No se sabe si lo visto sobre el césped del Sánchez-Pizjuán el pasado sábado ante el Barcelona tendrá un efecto positivo o negativo por el desenlace final que lamentó el sevillismo, pero sin duda la imagen general que el equipo de Montella dejó ante el todavía imbatido cuadro de Valverde -con el permiso de Messi- animará a muchos más sevillistas a creer que todo es posible en la apasionante eliminatoria que los nervionenses tienen por delante ante el Bayern Múnich.

Este Sevilla ha demostrado ante rivales de verdadera enjundia europea como el Manchester United y el propio Barcelona que puede borrar del campo a cualquier adversario si se lo propone, pero que igualmente es capaz de lo peor en el breve espacio de tiempo de dos minutos. Es verdad que el factor Messi es una losa ante la que pocos equipos pueden resistir, pero en la última comparecencia de los de Montella quedaron al descubierto, igual que muchas virtudes, una serie de errores graves que explican la situación que el Sevilla tiene en la tabla (a 16 puntos de su objetivo en la Liga) y las goleadas en contra sufridas ante rivales teóricamente inferiores en plantilla y presupuesto.

La afición sevillista disfrutó de lo lindo en muchos momentos del duelo ante el Barcelona, al que tuvo todo el partido contra las cuerdas y frente al que rozó la gesta de ser el primer equipo en derrotarlo en la presente Liga. Con un triángulo mágico que se agigantó en la recuperación de balones y que rezumó futbol a la hora de distribuir el juego, los Rakitic, Iniesta y Paulinho estaban completamente perdidos en un centro del campo dominado por N'Zonzi, Banega y Franco Vázquez.

El Sevilla fue capaz de crear innumerables ocasiones de gol, muchas más que aquella noche también mágica ante el Manchester United en la que si los de Mourinho se fueron con su portería a cero fue gracias a una exhibición de De Gea. Pero, como entonces, la preocupante falta de pólvora de Muriel, pero también de otros como Correa o Jesús Navas, se puso de manifiesto ante la exasperación de sus parroquianos, que ya han sufrido esta gran carencia en muchos encuentros durante esta temporada.

El gran héroe de Old Trafford, Ben Yedder esperaba en el banquillo sin poder salir, quizá por la mala gestión de Montella a la hora de confeccionar el once, que lo obligó a gastar un cambio con un Mercado inoperante de lateral y con tarjeta amarilla muy pronto.

La falta de capacidad para controlar el resultado con muy poco tiempo para la conclusión y la ausencia de picardía llevó al Sevilla a ver cómo la salida de Messi hacía posible la reacción de un rival muerto en sólo dos minutos sin ser capaz de parar el partido.

Todo es un contraste que difícilmente puede entender el sevillista de a pie, que tiene argumentos para creer que su equipo es capaz de eliminar al Bayern Múnich y hacerlo enloquecer con una gesta histórica, pero que también teme lo que por aquí se conoce como la tendencia a "tirarse al callejón" en el momento menos pensado.

Un doctor Jekyll y míster Hyde que tiene a su gente, con dos citas de altura como los cuartos de la Champions y la final de Copa, en una mezcla entre ilusión y convencimiento de que la espantá puede llegar cuando menos se lo espere.

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