La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Rayo Vallecano-Sevilla | Los nombres propios
Tener un buen portero y un acreditado goleador puede hacer competitivo hasta a un equipo tan limitado como es hoy el Sevilla. El equipo de Xavi García Pimienta, un entrenador que apenas muestra capacidad de mejorar las cosas en el desarrollo de los partidos, fue una calamidad en el centro del campo una vez más y si salió por su propio pie del pequeño rodeo madrileño, fue por las media docena de paradas de mérito del nórdico y el golazo, otro más, del extremo belga. Rubén Vargas también se libró de la quema generalizada, pero falló un gol de cabeza clarísimo al inicio de la segunda parte en un saque de esquina y con el partido aún empatado a cero.
La jugada que ilustra este rincón fue la primera de las numerosas intervenciones de mérito que hizo Nyland ante el Rayo Vallecano. Álvaro García se había anticipado a José Ángel y remató, pero el noruego le cerró el ángulo echándosele encima. Luego afrontó situaciones aún más complicadas, como el tiro a contrapié de Nteka, el regalo de Kike Salas a Trejo y un par de tiros complicados de Ratiu y de Álvaro García de nuevo. Hasta su falta de precisión en sus golpeos con el pie se pueden considerar pecados veniales ante el enorme peso que tuvieron sus intervenciones para que el Sevilla, sin saber cómo, se fuera del terreno de juego por su propio pie.
Tras sus idas y venidas por las sanciones y la lesión, Saúl ha dispuesto por fin de su ocasión para hacerse el líder del centro del campo y ni rastro de su experiencia y calidad. Suele perder los duelos en la medular, no bate líneas ni sirve de nexo con los atacantes. De lateral, tampoco.
El extremo belga es de estos jugadores que, aunque no esté dando una a derechas, como era el caso ante el estrecho marcaje de Chavarría y el nulo juego del Sevilla, siempre puede cargar una bala. Y bien que la cargó cuando su equipo deambulaba sobre el terreno de juego.
García Pimienta se empeña en mantener de interior derecho a Juanlu, pero el canterano apenas tiene continuidad, ni siquiera presencia, a la hora de armar el juego o de ayudar en la resta en el centro del campo. Si no llega a remate, ese déficit en la medular penaliza muchísimo.
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