La situación de Munas Dabbur en el Sevilla, más allá de ser un caso de mayor o menor confianza por parte del entrenador o incluso de gustos futbolísticos, va camino de convertirse en un asunto para estudiar sociológicamente.

La reacción de la grada del Sánchez-Pizjuán cuando el israelí fue llamado para calentar en la banda durante la segunda parte del duelo ante el APOEL y su posterior debut en casa no fue del todo respetuosa ni para el futbolista ni para el entrenador, que, veladamente, era el destinatario de ese mensaje.

El sevillismo coreó cada carrera de Dabbur después de que ya en el cambio el propio Chicharito Hernández le diera el testigo a su compañero entre sonrisas.Lo peor que le puede pasar al ex delantero del Red Bull Salzburgo es que la afición lo tome como un divertimento, porque nunca llegará a tomárselo en serio e irá en contra de su rendimiento.

Dabbur, que aún no ha sido convocado por Lopetegui en los partidos de Liga, ha jugado dos ratitos en la Europa League ante el Qarabag (7 minutos) y el APOEL (15), quedando la duda de si será o no un jugador válido para el Sevilla.

En toda esta historia subyace la otra parte, la feroz crítica que el sevillismo (también en algún caso a modo de chanza) ejerce sobre Luuk de Jong y su sequía goleadora pese a la confianza que el entrenador ha demostado en su juego.

Mientras, el propio Dabbur celebraba ayer en las redes sociales la genial respuesta del sevillismo con él en su primer partido en casa. “Estreno en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Agradecido por el enorme apoyo. Ha sido impresionante”, señalaba el israelí en sus redes sociales. Un incondicional apoyo que puede llegar a ser peligroso si no abandona ese matiz hilarante o guasón que le ha querido dar la hinchada.