Sevilla FC

Una peligrosa desconexión

  • Mientras el ruido está en el tema De Jong, los técnicos buscan las causas de la pérdida de control del sistema defensivo, con 6 goles encajados en sólo 16 y 8 minutos

Julen Lopetegui abre los brazos durante un entrenamiento del Sevilla FC.

Julen Lopetegui abre los brazos durante un entrenamiento del Sevilla FC. / José Manuel Vidal / EFE

Mientras el ruido en el exterior lo protagoniza el debate sobre Luuk de Jong y su titularidad, en el interior del vestuario el cuerpo técnico que encabeza Julen Lopetegui trata de buscar una explicación –y también las herramientas correctas para corregirlo– a la grave desconexión que el sistema defensivo ha sufrido en los dos últimos partidos fuera de casa y que ha traído en ambos casos unas consecuencias catastróficas.

Un equipo que apenas había recibido ocasiones en contra en los primeros encuentros, que sumando los partidos a domicilio ante Espanyol, Granada y Alavés los rivales sólo le habían tirado un par de veces entre los tres palos, ha visto cómo ese muro se ha derrumbado con suma facilidad en un espacio de tiempo muy breve. Además, en ambos casos ello ha ocurrido después de un excelente trabajo en fase ofensiva, en Ipurua casi sentenciando el partido con dos goles antes del descanso y en el Camp Nou poniendo en serios aprietos a todo un Barcelona y acumulando claras ocasiones de gol.

En el Sevilla tratan de hallar las causas para explicar este hecho y es que ello ha ocurrido prácticamente con los mismos jugadores en el campo. Si bien ante el Eibar la pájara coincidió con la entrada de Koundé en el campo por el lesionado Carriço y el propio defensa francés originó en un despiste y una pérdida el penalti que metió al rival en el partido, frente al Barcelona ya estaba de vuelta el portugués formando pareja de centrales con Diego Carlos y triángulo defensivo con el brasileño Fernando.

Tanto en Ipurua como en el Camp Nou, tiró por tierra el buen trabajo ofensivo en pocos minutos

Y es que el Sevilla, que ha recibido 10 goles en los últimos cuatro encuentros de Liga, se desconectó gravemente durante unos minutos que resultaron fatales en Éibar y en Barcelona. Ante el equipo de Mendilibar el sistema defensivo encajó tres goles en sólo 16 minutos, los que van del 66 al 82. Prácticamente era sacar de centro, perder el balón y volver a recoger el esférico de las redes. E igual ocurrió el domingo ante un adversario que penaliza estas desaplicaciones y estas faltas de concentración como pocos, el Barcelona. En ocho minutos, tres goles, uno cada tres. El primero, de Luis Suárez, en el 27; el segundo, de Arturo Vidal en el 32; y el tercero, de Dembélé, en el 35. Un golpe muy duro para la moral del equipo después de haber hecho cosas muy buenas en un escenario en el que es complicadísimo mandar como llegó a hacerlo el equipo de Lopetegui en los primeros 25 minutos. De hecho, la jugada previa al sensacional gol de tijera de Luis Suárez fue una de las mejores ocasiones de De Jong, en un remate de cabeza, en la portería de Ter Stegen.

El entorno sigue hablando de los goles fallados por De Jong, pero, ciertamente, ésa es una preocupación –o debería serlo– menor para Lopetegui y para Monchi, porque en estos casos lo que se suele decir, y con razón, es que lo importante es que las ocasiones lleguen. Ésa es otra, porque el Sevilla mejoró en esa faceta en el Camp Nou, ya que en los partidos anteriores, como el propio De Jong avisó ayer, no le llegaron balones claros y el equipo careció en ciertas fases de profundidad.

En cuanto a esa desconcentración grave del sistema defensivo que le ha costado al equipo recibir nada menos que seis goles en 25 minutos, los técnicos están locos por encontrar las causas. En el Camp Nou, donde Lopetegui plantó la defensa muy adelantada, pudo tener algo que ver con eso, aunque no es normal recibir un tanto cada tres minutos. El Sevilla busca recuperar su solidez defensiva, pero con esos momentos de desconexión es imposible.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios