El Sevilla agrava con Almeyda su talón de Aquiles defensivo
El entrenador argentino pide un punta, pero el gran agujero del equipo sigue atrás: encaja más goles aún de media que el Sevilla de García Pimienta o Quique Flores
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Matías Almeyda ha pedido un delantero como refuerzo preferente para el mercado invernal y no le falta razón entre las limitaciones de esa línea y el agravante de la marcha del nigeriano Akor Adams a la Copa África en enero. Pero al filo de que el Sevilla cruce el primer tercio de la Liga el lunes en Cornellà, la asignatura que más le urge aprobar cuanto antes radica en la portería propia, no la contraria. Los nervionenses han encajado 19 tantos en sólo 12 jornadas, una media de 1,58 por partido que proyecta una muy inquietante cifra al final del campeonato: 60.
La pasada campaña, los sevillistas acabaron con un solo punto de margen sobre el descenso que marcó el Leganés. El angustiado equipo acabó con 55 tantos encajados, por 56 del Leganés. El Girona, que también se salvó por un punto, recibió 60 dianas, las mismas que proyecta el quebradizo Sevilla.
El corajudo entrenador argentino tiene al vestuario en su puño, los jugadores le han comprado el discurso y no inspiran desidia, precisamente, cuando saltan a la hierba y defienden la camiseta. Y eso, siendo una gran virtud, contiene una muy inquietante lectura negativa: no es cuestión de actitud, el sistema de contención no da más de sí.
Los registros del actual Sevilla son incluso peores que los que ya mostraron versiones que caminaron por el filo de la navaja. El Sevilla de Quique Sánchez Flores, por mucho que cortara en parte la sangría al blindar la zaga con tres centrales, acabó con 30 goles en 22 partidos, a una media de 1,36 por partido. Una estadística casi idéntica al Sevilla de Xavi García Pimienta: 1,35 de media por los 42 tantos encajados en las 31 jornadas que estuvo hasta que lo relevó Joaquín Caparrós. Lo del utrerano, por cierto, fue caso aparte: 13 dianas en 7 partidos, casi dos por pleito, que estuvo a punto de dar con los huesos del equipo en los avernos de Segunda.
No es cuestión de cantidad, sino de calidad. En la defensa es donde Almeyda cuenta con más piezas, salvo en ese lateral izquierdo donde sólo cuenta con un especialista, el chileno Suazo. Centrales los tiene a patadas: Azpilicueta, Marcao,Nianzou, Kike Salas, Ramón Martínez, Castrín, más las puntuales apariciones de José Ángel Carmona (el último partido ante Osasuna, por ejemplo) o del inefable Gudelj. El problema es que sólo uno de ellos, César Azpilicueta, está ofreciendo un rendimiento regular y fiable, y además, por mucho que el navarro se cuide, que lo hace, la edad le está pasando factura. Y cuando sale del equipo, el andamiaje tiembla.
El ex zaguero de Chelsea y Atlético tampoco se libra del todo: se le vieron las costuras ante el luso Martim Neto en la jugada del empate a uno del Elche en el Sánchez-Pizjuán. Pero desde entonces, su concurso ha sido primordial. Fue vital en las victorias ante Alavés, Rayo, Barcelona. Y cuando se tuvo que ir del campo ante Mallorca o Atlético, la contención del colectivo hizo aguas.
Pero depender de este veterano que llegó para ayudar con sus tablas es peligrosísimo. Y de momento, los demás no dan el paso para ponerse a su altura. Ni siquiera con el cambio a defensa de cinco. Tras cambiar a línea de cuatro ante Barça, Mallorca y Atlético, Almeyda volvió al quinteto ante Osasuna y de nuevo se le vieron las costuras al equipo, en el que de nuevo resultó fundamental para el triunfo Vlachodimos, como ante Alavés o Rayo. Tener un portero que salve puntos es clave, pero depender de él para ganar es preocupante.
Y esa dependencia del griego radica en que todos los zagueros han cometido errores groseros en el plano individual: José Ángel Carmona en San Sebastián, Marcao ante Alavés, Mallorca o Atlético, Nianzou en el Metropolitano, Kike Salas y Gudelj en Bilbao, Suazo ante el Mallorca. Por supuesto que la ausencia de centrocampistas agresivos tampoco ayuda: Batista Mendy, sin ser un cinco, se antoja en el medio tan fundamental como Azpilicueta atrás.
Pero tampoco Almeyda da con la tecla en el entramado táctico para paliar esas limitaciones técnicas. No es normal que con un precioso empate a dos en San Mamés el Athletic te pille al contragolpe, como el Villarreal con uno más en Nervión y con 1-1 en el marcador.
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