Sevilla y Atlético, ante un pulso entre deprimidos
El equipo de García Pimienta debe reengancharse a la Liga, que le sigue abriendo la puerta europea aunque sea como mal menor, en su partido frente a un rival también tocado: el Atlético ya no tiene retos este curso
Fabrice Pastor estira el chicle sobre su aterrizaje en el Sevilla: ni sí ni no

La vida sigue. La Liga, también. El derbi es pasado y forma parte ya de las estadísticas históricas del enfrentamiento de máxima rivalidad. El Sevilla no tiene más remedio que mirar al frente y olvidar todo lo que no sea estrictamente deportivo, pese a que el ruido alrededor del equipo sea ensordecedor. La incertidumbre accionarial es tremenda y cada cual hace sus quinielas sobre cuál es la mejor solución para un club que vive una zozobra como no se recuerda. Es el naufragio del descrédito, con un discurso informativo que va dejando pinceladas desagradables, como la acusación de intento de estafa a José Castro, y otras casi pintorescas, como la enésima postulación, con la boca pequeña, de Fabrice Pastor para intervenir en la guerra accionarial. Son tiempos duros en Nervión.
Pero la vida, la Liga en este caso, sigue ofreciendo oportunidades. Y se da el caso de que el Sevilla, por mucho que ahora mismo el sevillismo esté de duelo por las dos derrotas seguidas frente a Athletic y Betis, o por mucho que esté ya casi desencantado con las prestaciones de un equipo que no le ha dado ni una alegría en casa en este 2025 que encara ya su cuarto mes, continúa enganchado a la clasificación. Como undécimo, sí; con muchos equipos por delante, también; pero a cuatro puntos del séptimo clasificado y con la opción abierta de que hasta el octavo o el noveno se metan en Europa, aunque sea en el mal menor de la Conference League, ese hermanito pobre de las competiciones continentales.
El debate en torno a García Pimienta puede tener una sazón distinta dependiendo de lo que suceda este Domingo de Pasión poco después de que José Joaquín León haya dado a Sevilla su visión cofradiera en el Pregón la Semana Santa. Y se da la circunstancia de que llega al Ramón Sánchez-Pizjuán otro equipo que también está metido en una depresión. Una depresión quizá no tan aguda como la del club nervionense, pues el mal del Sevilla no es solo deportivo, sino que la enfermedad institucional parece haberse vuelto endémica. Pero mientras unos y otros buscan soluciones al callejón sin salida de una directiva que volverá a oír voces críticas antes del encuentro, el curso deportivo sigue su desarrollo y se les presenta a los nervionenses una oportunidad de reanimarse para cobrar algo de vida con la primavera.
El equipo de Diego Pablo Simeone desperdició la última bala del curso al caer derrotado el miércoles en el Metropolitano frente al Barcelona. El adiós a la Copa se une a la despedida que recitó en las últimas dos semanas a la Liga, sufriendo dos remontadas casi seguidas y casi tan inesperadas por los momentos en los que se produjeron frente a Getafe (2-1) y Barcelona (2-4). Y esos puntillazos en los torneos nacionales llegaron después de la durísima eliminación de la Champions frente al Real Madrid, siempre el Real Madrid, y con la polémica del presunto doble golpeo de Julián Álvarez en la tanda de penaltis. Una situación inédita en la historia del fútbol y del arbitraje que desquició totalmente a los colchoneros. Como para no desquiciarse...
Desde entonces han sufrido un golpe detrás de otro. Y ahora quieren levantarse al igual que los sevillistas. Nervión, esa especie de frenopático, se convierte así en el diván en el que Sevilla y Atlético buscan su terapia antidepresiva.
En lo estrictamente deportivo, García Pimienta tiene la buena noticia de que cuenta para el partido con todos sus efectivos salvo Nianzou, el lesionado de larga duración. Agoumé se reincorporó tras resolver unos asuntos personales y vuelve a estar disponible junto a Sow tras cumplir ambos un partido de sanción. Y Saúl tiene ante sí el reto de realizar una manifestación de amor propio frente al entrenador que lo orilló y le abrió la puerta para que llegara al Sevilla. El ilicitano sufre su propia depresión. En su mano está también aprovechar lo que queda...
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