El último servicio de Caparrós: para unas gambitas le da
Termina, orgulloso, su cuarta etapa gracias a aquel gol de García Pascual, pero pudo pasar de todo...
Un epílogo indecoroso; un futuro inquietante

Lo pasó mal, muy mal, pero explotó cuando se confirmó que el gol de García Pascual a Las Palmas desabrochaba la correa que contenía la respiración del sevillismo. Incluso protagonizó una celebración exagerada y fuera de lugar, pues ni la salvación estaba cerrada entonces ni jamás en la historia de este club se festejó una permanencia en Primera División.
Termina, orgulloso, su cuarta etapa al frente del Sevilla mientras reclama una coherencia deportiva que ha brillado por su ausencia en toda la planificación, inclusive la decisión de colocarlo a él al frente del equipo en este tramo final en sustitución de García Pimienta.
Instaló, como era de esperar cuando se recurrió a él, la locura en una situación que lo que pedía era mantener la calma y, aunque pudo pasar de todo, acabó saliendo airoso y cumpliendo la función que se le encomendó. Bastaba con un triunfo y lo logró. Joaquín Caparrós confesó que la camisa no le llegaba al cuello cuando se vio que no era el revulsivo que se esperaba que fuera y protagonizó ruedas de prensa afortunadas y también otras para que tuviera que retractarse, como aquella en que riñó al sevillismo poco menos que exigiéndole que no protestara al consejo.
Se ha ganado esa ración de gambas en El Portil, ese rincón que siempre fue su retiro, pero tampoco una mariscada (cogió al equipo decimocuarto con 36 puntos y lo puede dejar decimoséptimo, justo al límite del descenso, con 41, si pierde hoy). Ésa debe correr por su cuenta. El sevillismo le agradece los servicios prestados, el que siempre estuvo ahí y que no se le puede negar su amor por unos colores que fueron su vida durante muchos años. Seguirá estando para lo que haga falta y esa cerveza con gambas o coquinas la saboreará con gusto...
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