Sociedad

Las biólogas Joanne Chory y Sandra Myrna Díaz ganan el Princesa de Asturias de Investigación

  • La estadounidense y la argentina son pioneras en escudriñar el papel de las plantas contra la crisis climática

Las biólogas Sandra Myrna Díaz (izquierda) y Joanne Chory.

Las biólogas Sandra Myrna Díaz (izquierda) y Joanne Chory. / M. G.

Las biólogas Joanne Chory y Sandra Myrna Díaz, una desde Estados Unidos y otra desde Argentina, llevan décadas escudriñando las plantas, su genética, su comportamiento y los beneficios de su biodiversidad en la humanidad, porque este conocimiento es clave para luchar contra la actual crisis climática.

Y es que, por ejemplo, este aprendizaje está en la base del futuro desarrollo de plantas capaces de absorber hasta 20 veces más dióxido de carbono del aire que las normales o en el aprovechamiento humano de estas en forma de materiales, de tintes o alimentación.

Esto es precisamente en lo que se ha fijado el jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2019 para otorgar este premio a Joanne Chory y Sandra Myrna, anunciado este miércoles coincidiendo con el Día Mundial de Medio Ambiente.

Los trabajos de las dos biólogas son pioneros en el conocimiento de la biología de las plantas, lo que es trascendental para la lucha contra la crisis climática y la defensa de la diversidad biológica.

La trayectoria de la estadounidense Chory y la argentina Myrna Díaz, por separado, las ha situado en la vanguardia de nuevas líneas de investigación con futuras implicaciones destacadas en la lucha contra la crisis climática y sus efectos, y en la defensa de la biodiversidad, según el jurado.

Chory, que ve en la crisis climática uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la Humanidad, nació en Methuen, Estados Unidos, el 19 de marzo de 1955, y se graduó en Biología en el Oberlin College (Ohio).

Se doctoró en Microbiología en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign en 1984 y realizó estudios postdoctorales en Harvard; en 1988 se incorporó al Instituto Salk, donde ha ocupado diversos puestos, entre ellos el de directora de Investigaciones y del Laboratorio de Biología Celular y Molecular de Plantas.

Desde 1997 es investigadora del Howard Hughes Medical Institute y, desde 1999, es también profesora asociada de la Universidad de California en San Diego.

Su campo de investigación se ha centrado en el estudio de los mecanismos que regulan el funcionamiento de las plantas, desde el nivel molecular hasta el celular; como ella misma ha dicho en alguna ocasión: "he aprendido a apreciar a las plantas como las máquinas maravillosas que son".

Para llevar a cabo sus investigaciones ha utilizado un organismo modelo, la arabidopsis thaliana, que ha desvelado aspectos relevantes sobre los genes implicados en funciones como la sensibilidad a la luz, las hormonas que regulan el crecimiento de la planta y la respuesta ante el estrés hídrico.

Son especialmente reconocidas sus aportaciones sobre el papel del fitocromo, una proteína vegetal sensible a la luz roja e infrarroja, y la corregulación de genes que participan en la fotosíntesis.

También estudia cómo desarrollar plantas más eficientes de lo que ya son, plantas capaces de absorber hasta 20 veces más dióxido de carbono del aire.

Se trata de un proyecto de investigación que lucha contra el calentamiento global a través de la optimización de la capacidad natural de las plantas para capturar y almacenar el dióxido de carbono, y adaptarse a distintas condiciones climáticas, utilizando para ello técnicas de edición genética innovadoras como la CRISPR.

Myrna Díaz nació en Bell Ville (Argentina) en 1961 y es una referencia científica en el área de la ecología, especializada en botánica. Ha participado en el desarrollo de una herramienta metodológica para cuantificar los efectos y beneficios de la biodiversidad de las plantas y la ecología vegetal de los ecosistemas y su aprovechamiento humano en forma de combustible, materiales, medicinas, tintes, alimentación, protección hídrica y otras aportaciones.

También estudia el papel de la biodiversidad para contrarrestar el cambio global, por ejemplo, mediante el secuestro de carbono atmosférico.

La investigadora se graduó en Biología en 1984 en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se doctoró en 1989. En 1993, regresó como profesora a la Universidad de Córdoba, donde actualmente es investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, entre otros cargos.

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