Causa criminal

Crímenes sin resolver en España: la desaparición de María y el suicidio del único sospechoso

Cartel de búsqueda de María Piedad

Cartel de búsqueda de María Piedad / SOS Desaparecidos

María Piedad desapareció la madrugada del 12 de diciembre de 2010 en la localidad madrileña de Boadilla del Monte tras la cena de Navidad que celebraba junto a sus compañeros de empresa. Había salido de casa maquillada, con pantalón negro y camisa morada y se había despedido de su madre.

Su expareja también estaba aquella noche en la cena y había insistido en varias ocasiones en llevarla en su en coche. Desde su móvil se mandó un mensaje a las 8 de la mañana, que ni siquiera escribiría ella, a su madre, en el que decía que irían a Plaza de España a tomar chocolate y que llegaría tarde.

Después de eso nunca más se la volvió a ver. El exmarido y padre del hijo que tenían en común se suicidó tres días después. Su cuerpo apareció colgando de una torre de alta tensión en San Lorenzo del Escorial.

Ella tenía 31 años y dos hijos de 8 meses y 9 años. Se había separado de su pareja unos meses antes y, según explicaron sus familiares, él nunca superó la ruptura.

Cuando la madre recibió ese mensaje supo que algo le había pasado a su hija porque ese no era el tono con el que ella solía expresarse y nunca contactaba con ella sin preguntar por sus hijos.

La investigación

Tras pasar el domingo sin noticias suyas y denunciar la desaparición a primera hora del lunes, la Guardia Civil logró conocer que María había estado junto a sus compañeros en un restaurante llamado El Rincón Castellano. Allí también se encontraba su reciente expareja, Javier.

Tras la cena, los compañeros de trabajo pusieron rumbo a un karaoke, tras este, a un pub. Rozaban las cuatro de la madrugada cuando decidieron cambiar de bar. Javier insistió en que ambos fueran en su coche y aunque ella accedió le pidió a una amiga que la llamara si no aparecían.

Tal y como le había indicado María, la amiga comenzó a llamarla a las 4:06 horas, pero nadie contestó. Cuatro minutos después Javier le mandó un mensaje a esta amiga, desde su teléfono personal, diciéndole que se llevaba a María a casa.

La investigación de la Guardia Civil determinó que las antenas situaban los teléfonos de ambos en ese momento en Alcorcón, en el polígono Ventorro el Cano. Un repetidor le ubicaría después en la Raya del Palancar (Villanueva de la Cañada) de 4:52 a 05:13, lugar dónde después se hallarían restos de sangre de María, y a las 5:34 los dos teléfonos se ubicarían en Móstoles.

Javier se preocupó por simular que María Piedad se había ido voluntariamente y que estaba bien. Había explicado a amigos y familiares que la dejó en su casa, bastante ebria, a las 04:10 horas y llegó a mandar mensajes desde el terminal de su exmujer haciendo creer que seguía de fiesta.  

El martes 14, Javier puso rumbo a San Lorenzo de El Escorial desde la estación de autobuses de Méndez Álvaro. Se deshizo de los teléfonos, entró en una ferretería y compró una cuerda. Antes de quitarse la vida, llamó a la madre de María, le preguntó si sabían algo de ella y si el niño estaba bien. No dejó nota ni confesión.

El sumario del caso, que suma cerca de mil páginas, maneja la única hipótesis de que Javier nunca dejó a María en su casa y a que, posiblemente, acabara con su vida.

Se abrieron más de 300 pozos y se batieron varias zonas según los puntos que registraron sus teléfonos móviles. Lo único que se encontró fue una gota de sangre de María, en la zona de Raya de Palancar, cerca del río Guadarrama, pero nada más.

A pesar de los esfuerzos de los agentes, no pudieron encontrar ninguna pista sobre el paradero de la joven por lo que el caso se archivó en 2014. Cuatro años después, en 2018, la familia de la víctima consiguió que se reabriera, pero tampoco encontraron nada nuevo.

A pesar de que encontraron pruebas que podrían mostrar que Javier pudo drogar a María o incluso ocultar su cuerpo en su lugar de trabajo nunca se halló nada concluyente y el caso sigue, desde entonces, completamente estancado, sin cadáver y sin nadie que pueda tener responsabilidad penal sobre lo sucedido.

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