Así era el método de Los Castañas para hacerse de oro gracias al narcotráfico
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Quiénes son Los Castañas y cómo se iniciaron en el mundo del narcotráfico
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Los hermanos Antonio y Francisco Tejón, conocidos como Los Castañas, comenzaron sus andadas cuando apenas tenían 14 años con robos menores. De ahí pasaron al contrabando de tabaco y después al tráfico de drogas, concretamente de hachís, que pasaba de Marruecos a España por el Estrecho de Gibraltar.
Naturales de La Isla de la Concepción, en Cádiz, Los Castañas iniciaron su negocio de narcotráfico repartiéndose el territorio del Campo de Gibraltar con el narco conocido como ‘El Messi de la droga’. Gracias a él comenzaron a sofisticar la forma en que los alijos llegaban a las costas andaluzas con drones y narcolanchas.
Actuaban en Sevilla, Cádiz, Huelva, Málaga y Portugal y por este motivo, precisamente, hay tantas personas acusadas de colaborar con ellos.
Cómo se organizaban
El clan de los hermanos Tejón funcionaba como intermediario entre los suministradores marroquíes y los clientes europeos. Ellos nunca se encargaban de mover la droga con la que traficaban.
Lo que hacían era poner la infraestructura para trasladar, custodiar y entregar la droga a quien la comprara, que normalmente eran bandas españolas, francesas, italianas o inglesas.
Para conseguir estos trasvases tenían un amplio equipo de trabajadores que recibían 1.500 euros por parte de ‘Los Castañas’ por vigilar los movimientos de la Policía y la Guardia Civil durante las noches.
Este personal era reclutado en La Línea y en pueblos de alrededor, porque sabían que, de esta manera, nunca los iban a delatar. Solían ser primos, amigos y familiares de sus mujeres.
Se caracterizan porque eran capaces de hacer hasta cuatro, cinco y hasta seis envíos diarios de dos y tres mil kilos de droga llegando a cobrar unos 300 euros por kilo de hachís. Esto significa que en una noche podían embolsarse más de 200.000 euros.
Las zonas en las que almacenaban los fardos, o guarderías, como se conoce en su jerga, solían ser viviendas que les compraban a gente de la calle, como adictos a las drogas o al alcohol.
Los medios utilizados por el clan, tanto materiales como humanos, superaban por mucho a los de las autoridades. Se habían trazado su propia red de confidentes que avisaban de todos los movimientos de la Guardia Civil y la Policía.
Para blanquear los millones que movían con el narcotráfico se encargaron de organizar un entramado societario en el que implicaban a gran parte de su familia. A la primera mujer de Antonio le tocó la lotería hasta seis veces en un mes gracias a que él compró los boletos premiados a cambio de una gran cantidad de dinero. Su segunda pareja se llegaba a gastar hasta cinco mil euros al día en bolsos y ropa de marca.
Las infraestructuras
El dinero por los trasvases podían enviarlo por los teléfonos encriptados de dos y tres mil euros que tenían sofisticados equipos de transmisión por satélite. Esto ayudaba a que sus señales no fueran interceptadas y podían dar directrices sin miedo a los pilotos de sus lanchas para que transportaran la droga a los puntos que vigilaban en la costa.
Gracias a este dispositivo también hacían posible que los cargadores que estaban en la arena transportaran el material en fardos a bordo de todoterrenos robados.
Una de las inversiones más sorprendentes por parte de la banda fue la instalación de un radar en una terraza, cubierta de fibra, en la playa de la Atunara en La Línea de la Concepción. El radar les permitía saber qué había en el mar en cada momento, una gran ventaja para saber cuál era el mejor momento para realizar la descarga de droga. ‘Los Castañas’ llegaron a dividir la playa por zonas e incluso otros clanes les llegaron a pagar un porcentaje por alijar.
Los Castañas había creado un gran imperio, acaparando la mayoría de las transacciones de hachís que se hacían a través del Estrecho. Vivían en grandes chalets esparcidos por la zona, algunos de ellos en la costa gaditana y otros en Málaga. Uno de ellos tenía, incluso, un embarcadero con salida al río Guadarranque.
El asalto al hospital
Los Castañas y sus colaboradores también se caracterizaban por no tener miedo a enfrentarse a las autoridades o a que los capturaran. En 2018, durante una de las operaciones, Samuel Crespo, una de las personas de confianza de los hermanos Tejón, fue arrestado mientras trataba de huir de la Policía.
En la persecución éste se cayó de su moto de agua y acabó herido, por lo que los agentes lo trasladaron al Hopital de la Línea hasta que hasta 20 hombres irrumpieron en el centro sanitario a plena luz del día para liberarlo.
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