La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez entra en los templos cuando quiere
Samanta Villar se despide esta noche del 21 días de Cuatro y la releva Adela Úcar, con quien comparte el último programa de la temporada, dedicado al mundo de los famosos. Samanta prepara un nuevo programa de reportajes.
-¿Qué puede adelantar de su nuevo encargo?
-Es un programa de reportajes en el que no voy a estar tantos días fuera de casa, porque con 21 días es que estaba aislada de todo lo demás durante tres semanas. En principio el nuevo programa está planteado para que vuelva a tener una vida más normal...
-¿Se queda con ganas de hacer algún 21 días?
-Los hará Adela, pero me hacían gracias los taxistas y los camioneros que me pedían que hiciera 21 días al volante. O las madres que sugerían 21 días con una familia numerosa. No es lo mismo contar las cosas que vivirlas, que es lo que tiene este programa que dejo. Es un relato. Y no lo sabes hasta que estás dentro.
-¿Cuál fue su peor experiencia?
-Lo de la mina en Bolivia fue muy heavy. Sabíamos que íbamos a estar en condiciones de miseria, pero no fuimos conscientes hasta que estuvimos allí, por la inseguridad en el trabajo, por las condiciones tan precarias... por eso sólo estuve tres días en la mina. Decidimos mejor explicarlo ahí, que vivirlo. El límite era jugarme la vida.
-¿Se pasó en algún momento?
-No, no. El programa más extremo pudo ser del 21 días de ayuno, pero estaba controlada. No era algo recomendable, pero no era mortal.
-Creo que lo pasó mal en el primero, 21 días entre cartones...
-Sí, había riesgo porque las ratas no eran precisamente de atrezzo. Sufría más por la posible inseguridad, que por la limpieza.
-¿Le quitó el sueño la denuncia por los hierros, en Sevilla?
-El fiscal no vio indicios de delito. Sabíamos que esa secuencia nos iba a dar problemas, pero había que contarlo. La situación llega porque la familia no había comido ese día y fueron por los hierros, no sabemos si encontrados o robados.
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