TV-Comunicación

'La peste' de las maravillas

  • La serie de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos revela el gran talento del audiovisual andaluz

Paco León, en 'La Peste'.

Paco León, en 'La Peste'. / Movistar+

Un universo nocturno que tiene aspecto de mundo subterráneo. Nebuloso, por supuesto que pestilente, sin gestos hacia una escenografía teatral. Una puesta en escena sin anacronismos, más inclinada hacia un documental de naturaleza salvaje; como una fotografía coral traída desde una máquina del tiempo. La peste tiene muchas lecturas y no da para un visionado. Esos seis capítulos bajo demanda hay que 'releerlos' para acaparar la enciclopédica panorámica que han encapado Alberto Rodríguez, Rafael Cobos y un inmenso equipo (inmenso en todos los aspectos) para la plataforma Movistar +. Si hay que sacar a la ventana la bandera de la marca Andalucía La peste, aunque suene mal su título, es un buen exponente. Lo mejor que se ha rodado aquí con gente de aquí. Y con los actores con su marcado acento andaluz en una Sevilla internacional, con todos los contrastes imaginables. Todos los actores están muy bien (aunque se diga así, como simple), porque están llevados por un proyecto que contagia su calidad. Pero habrá quienes estén a día de hoy maravillados con el cambio de registro de Paco León. Era de prever, como todos esos secundarios de lustre que no podían faltar, Tous, Dechent, Solo y en especial Manuel Morón. Y por supuesto la revelación de sus protagonistas. "No los conoce nadie", decían hace un año en la rueda de prensa de presentación. No hace falta. Pablo Molinero y el joven Sergio Castellanos construyen unos personajes de secretos, que se abrigan por el duro contexto y nos guían por el apiñado zoológico social de una serie histórica que, faltaría más, hay que ver. Y contemplarla como un óleo en movimiento. Mentalizarse y aguantar el ritmo, que para eso no hay interrupciones ni es necesario jugar con el mando. Un placer para cuando haya horas por delante, para observar y asistir a esa Sevilla de políticos e intereses que aspira a ser capital de España cuando una plaga de peste amenaza con llevarlo todo por delante y convertir a sus potentados en los difuntos más ricos de toda Europa.

Es el retrato de Sevilla y es el retrato de la humanidad. Cuando las cosas se ponen feas los sentimientos se van a los extremos, sin tener que sacar zombis o dragones. La peste da lo que nos prometió con creces.

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