Ferrera y la cuadrilla de Castaño, protagonistas con los 'adolfos'
Antonio Ferrera, que cortó una oreja tras un despliegue lidiador, y la cuadrilla de Javier Castaño protagonizaron momentos muy brillantes ante los toros de Adolfo Martín.
La seria y nada fácil corrida generó estampas de lidia y toreo añejos. Por su propia estampa y por un juego propicio para que los toreros tiraran de unos recursos y una gallardía cada vez menos habituales en los ruedos.
Quien hizo un mayor despliegue de toda esa torería fue Ferrera, que demostró una gran autoridad lidiadora, y no sólo con los toros de su lote. Siempre haciendo valer su decisión y madurez profesional, Ferrera movió el capote con tanta precisión como vistosidad, ejerciendo en todo momento como sabio y nada demagógico director de lidia.
Y también lo hizo así con las banderillas, sobre todo en el pausado y recreado tercio que cuajó con el cuarto. Jugando con los terrenos y dominando muy distintas suertes, creó un escenario singular en sendos tercios que tuvieron más sabor que esa espectacularidad tan al uso.
Con la muleta, ya tuvo peso su faena al primero, un serio y hondo toro que pedía precisión y pulso para embestir. Todo eso se lo dio Ferrera, que se encontró con la tibia respuesta del público en el inicio de la corrida y una petición de oreja insuficiente.
El trofeo le llegaría en el cuarto, tras un nuevo alarde lidiador en el primer tercio, en el que, por su empeño en lucirlo en el caballo, tal vez centró demasiadas expectativas sobre un toro que en realidad empezó ya a desfondarse tras el primer puyazo. Le faltó luego recorrido y entrega al animal, y el extremeño tuvo que meterse en la distancia corta para provocarle. Ferrera supo resolver con oficio y dominio de la escena hasta cortar ese trofeo que premiaba su actuación en conjunto.
A punto estuvo de pasear también un trofeo del sexto Castaño, aunque podría decirse que más de la mitad de los méritos ya los hizo su propia cuadrilla. La ostentosa suerte de varas que llevó a cabo Sandoval y el sobrado protagonismo que, como en el toro anterior, tuvieron sus subalternos Adalid y Fernando Sánchez en banderillas dejaron a Castaño un ambiente muy caldeado. Pero el torero no estuvo al mismo nivel, pues, como le sucedió con el violento segundo, pocas veces llevó toreadas las buenas embestidas del de Adolfo, que fue con diferencia el mejor.
A Alberto Aguilar le tocó el lote de mayores complicaciones. Y con ambos se movió el madrileño entre la decisión y las lógicas precauciones para finalmente no sacar nada en claro.
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