"Sin compás no se puede ni torear ni cantar, es imposible"

-¿Cómo se pasa un torero desde el albero a los tablaos?

-Me he llevado toda la vida cantando en fiestas y reuniones, el cante no se aprende de la noche al día, lo llevaba yo dentro. Pero hace un par de años decidí hacer un disquito, que se llama "Con la verdad por delante", flamenco, con mi soleá, mi siguiriya mi martinete, bulerías… Y desde que decidí cantar estoy haciendo festivales, peñas y todo lo que me vayan llamando

-Dos mundos no muy diferentes

-Yo digo que el cante y el toreo son primos hermanos. El cante se parece en muchísimas cosas al toro, por ejemplo esa manera de pensártelo antes de salir a torear o a cantar: ver cómo está uno de estado de ánimo, de poder transmitir lo que hagas, que llegue a la gente… hay muchísimas cosas que se le parecen, hay que torear y cantar templao. Es la misma sintonía, fíjate que es difícil el torero que no le haya gustado ser cantaor o el cantaor que no haya querido ser torero. Hay un lazo ahí

-Ese lazo será el compás

-Sin compás no se puede ni torear ni cantar, el que no tenga compás no le puede sacar color al cante o al muletazo para que sea rematado. Es imposible: el compás hay que tenerlo en la sangre, si no, no se puede

-¿Cuál es el corte cantaor del torero Paco Peña?

-Estoy en una escuela de corte de cantaores puros. A mi me ha gustado Manuel Torre, Chocolate, Agujeta de Jerez y esos sonidos negros de la parte de Cádiz de Rancapino, Juan Villar, el tío Chano Lobato. Son cantaores con los que me siento identificado en un corte de cantaor clásico pero que saque a la vez ese timbre de voz para que se inicien esos sonidos negros, esos pellizcos puros.

-¿Y el estilo dónde más se siente?

-En la siguiriya, la solea y el martinete. Dice la gente que yo estoy más ahí . La siguiriya esa corta de Tío José de Paula, que es la que yo mejor hago, ya que la gente dice que por ahí canto bien.

-Ahora, después de más de treinta años en los ruedos, es nuevo en esta plaza

-Cádiz supone una responsabilidad muy grande pero a la vez tengo una ilusión increíble porque pisar la peña de Juan Villar para mí es un sueño. Es un cantaor que he admirado muchísimo y la de Cádiz es una afición que admiro y respeto. Es como torear en Sevilla o Madrid, como si cantaras en Sevilla y en Madrid, porque Cádiz tiene la solera de ser una de las madres del cante. Por eso pisar Cádiz para mí es muy importante, tengo mucha ilusión y espero que guste y volver

-Con la verdad por delante siempre se triunfa

-Ese título se lo puso a mi disco el flamencólogo de Écija Manuel Martín Martín, un hombre con mucha amistad en Cádiz con la Peña del Mellizo

-¿Qué le hubiera cantado el domingo en la Maestranza a su matador tantos años, Eduardo Dávila Miura?

-Fue una corrida de Miura y ahí te tienes que pelear con ellos. Sería casi una siguiriya al límite porque es un toro muy complicado y tienes que ponerle los siete sentidos. Lo del domingo no es como cuando los toreros de arte, es ser capaz de resolver aquello. No es un toro que te permita veinte muletazos limpios y a gusto. Es un toro muy complicado estar delante

-Un toro de pasar fatigas, un cantaor también sabe de eso

-Por supuesto. El que no ha pasado jindama o necesidades no puede decir nada en el cante. Mi hechura de cante, con ese dolor, es porque yo con 12 años estaba toreando y he pasado esa fatiga, ese miedo, ese mal rato delante de un toro. Tengo motivos dentro de las entrañas para poder sacar eso: querer ser torero, pasar necesidades, incluso económicas para tirar adelante. Detrás de un traje de luces hay muchas horas de pasar miedo y de circunstancias que influyen en tu forma de cantar