"La cornada en el cuello fue la señal de que mi plenitud está en el toreo"

Tras varios tentaderos y estoquear toros en el campo, ha superado el percance más duro del año pasado De ascendencia torera y andaluza

Juan Bellido 'Chocolate', en un natural en su preparación a puerta cerrada.
Luis Nieto

20 de enero 2013 - 01:00

Juan Bellido Chocolate (Madrid, 1989) lleva en su mirada y en su espíritu la huella de quien ha visto de cerca la muerte. Sucedió allá por septiembre cuando sintió el hálito de la tragedia tras la cuchillada que un novillo le infirió en el cuello. El burladero del milagro se interpuso en la tarascada del destino. Ahora, cuando está a punto de brotar una nueva temporada, por sus venas corre con más fuerza su sangre torera y con ascendencia andaluza.

Juan Bellido, ingeniero industrial en la vida civil, se prepara en el campo para una temporada en la que afrontará retos decisivos en su profesión, anunciándose con el apodo que llevaron a gala su padre y su abuelo: Chocolate. El torero, explica: "Me han transmitido que el toreo es una forma de vida. Que tenga respeto a quienes se ponen el traje de luces y amor al toro. Mi abuelo me ha contado numerosas anécdotas sobre El Yiyo -José Cubero, de quien fue su mozo de espadas, hasta que un toro mató al diestro en Colmenar Viejo-. Mi padre me ha transmitido cómo vivían los toreros con los que actuó, como Antoñete, Manzanares, Aparicio, Mendes... Gracias a todo eso me he formado".

El novillero sitúa su ascendencia: "Ellos nacieron en Córdoba y yo me siento muy cordobés. La familia de mis abuelos son de Córdoba, una ciudad que amo. La judería, los patios, las cruces, la Semana Santa... Cuando debuté en Córdoba me sentí como en casa. Ha sido una de las tardes más bonitas de mi vida".

Chocolate, que tras su reaparición en el campo, ha sumado varios tentaderos y ha estoqueado dos toros de Baltasar Ibán, afirma: "Ahora me siento muy feliz porque me dedico a lo que quiero". Y rememora pausadamente la cornada que sufrió el 29 de septiembre en Ayllón: "En ese mismo momento sentí mucho miedo. Sentí que perdía la vida. Era una herida en el cuello que no dejaba de sangrar. Luego, llegó un momento en la ambulancia que me tranquilicé. Confié en el destino. Sentí paz y me serené. Fue muy duro". Y reflexiona sobre las consecuencias: "Me hizo aprender mucho y desarrollarme como persona. Te agarras a la vida y no tienes en cuenta las pequeñas cosas del día a día, a las que damos excesiva importancia. Me cambió la vida; incluso espiritualmente. Me preguntaba: ¿por qué me ha tenido que pasar esto? Lo vi como un castigo que no merecía. Le he dado muchas vueltas. Aquella cornada en el cuello fue la señal de que mi plenitud está en el toreo. Fue la gota que colmó el vaso para estar aquí. Me siento feliz cuajando un toro y es lo que me voy a llevar de este mundo".

De su experiencia torera, con medio centenar de novilladas sin picadores, afirma: "Es una etapa que no se valora. Algunas novilladas de las que matas son muy grandes y no hay recompensa. Aunque el torear en Ronda, Córdoba o en Zaragoza, donde me repitieron, es un premio".

El torero manifiesta sobre su etapa de novillero con picadores: "Con el utrero, puedes torear más despacio y crear. Es todo más profesional y existe más respeto y seriedad". Y recuerda con un cariño especial su debut con los montados: "Fue una de las tardes más bonitas, el 25 de septiembre de 2011. Una corrida mixta, con Rivera Ordóñez y El Fandi, en Villaviciosa de Odón, en una plaza llena. Empecé a sentir lo que era torear despacio. Corté cuatro orejas y al terminar le corté la coleta a mi padre, que se retiró ese día. A los cuatro nos sacaron a hombros".

Sobre su postulado como torero, asevera: "Busco la verdad, la pureza, aunque suene a tópico. No me gusta doblarme toreando. Prefiero la naturalidad". Y como referentes cita a "Antonio Ordóñez, Antoñete, Antonio Bienvenida, Fuentes, Camino y soy paulista hasta la médula".

El novillero atisba su futuro inmediato: "Tras el rodaje que supuso 2012, este año daré la cara en las grandes plazas, como Madrid y Sevilla". ¿Está preparado para ello? "Creo que sí. Si cuajo un toro a mi forma, puedo gustar".

Para la planificación cuenta con el respaldo de su padre: "Él también fue apoderado. Llevó a Javier Bernal y a José María Lázaro". Y en tiempos de crisis, en los que hasta algunos matadores de toros pasan por el túnel -torear sin cobrar- es tajante: "Soy de una familia de toreros y no concibo eso. Sé que la situación está muy difícil y que se cuenta con pocas oportunidades. Mi padre, como banderillero, siempre cobró. De lo contrario, se queda uno en casa. Eso que hacen algunos es inapropiado".

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