Juan García 'Mondeño': retrato de un hombre

El documental de Juan Belmonte y Rogelio Gordo refresca la memoria del un torero atípico gracias al testimonio impagable del compañero de su vida, el alemán Ralf Bunger

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Juan García ‘Mondeño’, el torero que desafió los moldes / Juan Carlos Muñoz

El trampantojo más recurrente retrata a Juan García Mondeño, el gran torero de Puerto Real, como un intérprete de aire místico; a aquel efímero dominico que cambió la seda y el oro por el sayal y hasta como ese hombre libre que asumió su homosexualidad con una sorprendente naturalidad en unos tiempos y un medio tan distinto al actual.

Su vida pública se fundió a negro tras la retirada de los ruedos en la bisagra de los años 60 y 70. Se hablaba de su vida en París o Londres, de sus gustos sibaritas y hasta esa faceta de coleccionista de coches de época que le llevó a viajar por medio mundo. Pero Mondeño -o Juan García- fue mucho más: una persona de riquísima y amplia personalidad que compartió su vida novelesca con un alemán, Ralf Bunger, que se ha convertido en el mejor garante de ese legado humano que reverdece para el gran público gracias al deslumbrante y cuidado documental que han dirigido Rogelio Gordo y Juan Belmonte. El trabajo, que fue presentado el pasado 17 de septiembre en la Fundación Caja Rural, cuenta con la fotografía de Juan Antonio Navarro, la producción de Varsau Broadcasting y la participación de Canal Sur.

Bunger se implicó personalmente en el documental que rescata la memoria vital de Mondeño. / Juan Carlos Muñoz

Los tres -Ralf, Rogelio y Belmonte- se citaron con el periodista en la tarde del día más lluvioso de las últimas tres décadas en el intrincado refugio aljarafeño de Mondeño, a dos pasos de Sanlúcar la Mayor. Allí reposan sus cenizas y permanecen sus recuerdos, el aura del torero y el hombre que escogió la libertad como guión de su vida. Un cáncer de colon se lo llevó en 2023. Estaba a punto de cumplir 89 años pero mantenía intacta la vitalidad, el alma, la personalidad...

Ralf Bunger compartió gran parte de esa vida y ofrece un curioso contraste en medio de los carteles que trazan la historia taurina de su pareja. Pero nadie mejor que él se asomó a la verdadera personalidad de Juan García, aquel desarrapado de Puerto Real que encontró en el toreo el trampolín para una vida mejor. “Juan era la mejor persona que te puede imaginar; era tan ecuánime, tan justo... callado para no decir nada que no quisiera decir;e ra una persona extraordinaria...” Los recuerdos de Ralf, un hombre de exquisita clase y amabilidad, se enhebran en la tarde entoldada, cerca de los naranjos que abrigan la casa. “Si lo hubieras encontrado aquí, ahora, a los cinco minutos te habría parecido que es tu amigo de toda la vida”, reflexiona Bunger que se cruzó en la vida de Mondeño, precisamente, por su afición juvenil a los toros.

Es increíble que hiciera algo tan bien gustándole tan poco..."

Pero la retirada de Mondeño fue total, rotunda; prácticamente no volvió al mundillo taurino. Ralf sorprende en la tertulia al afirmar, rotundo, que ni siquiera le gustaban los toros. “Es increíble que algo que le gustaba tan poco lo hiciera tan bien; era algo contradictorio”, evoca. Sus primeros años de vida en común coincidieron con la recta final de la carrera profesional del gran torero. Ralf confiesa que él mismo empujó esa retirada. “En todo este tiempo sólo volvimos a la plaza una vez; no se le podía llevar a una corrida, lo pasaba mal. Una cosa era ponerse delante, quedarse allí ante el toro con todo lo que suponía pero contemplar a sus compañeros era distinto”.

Ralf iba a convertirse en el inesperado hilo conductor del documental de Belmonte y Rogelio. “Me ha hecho mucho bien; cuando contemplo el documental creo que aún estoy con él; conocía o sabía todo lo que sale en la pantalla pero la larga entrevista que se retrata no me gustó en su momento. Ahora se han escogido las partes más interesantes aunque hay muchas aristas de su personalidad que ni siquiera este documental puede transmitir; había que estar con él; era en el sentido machadiano, un hombre bueno...”

Mondeño, en Kelmarsh Hall (Inglaterra), tras recoger un premio del 'Concurso entusiasta club Rolls Royce', por su coche, de 1953, junto al que posa.

El documental descubre a la persona, su sentido del humor, sus peripecias vitales, hasta la complicidad de sus brillantes compañeros de generación -Puerta, Camino, Curro Romero- en un maravilloso recorrido audiovisual que descubre la riqueza humana de un ser humano atractivo y atrayente. Mondeño se alejó del mundo del toro, vivió en París, México, Londres… pero ha permanecido en la memoria de los aficionados. El trabajo de Juan Belmonte y Rogelio Gordo redescubre ahora su faz humana, esa deslumbrante personalidad.

“A Mondeño no le habría gustado contar su historia por pura modestia”, tercia Juan Belmonte. Ralf asiente. Recuerda que la finquita de Sanlúcar la compró, precisamente, “para quitarse de en medio, para que nadie supiera donde estaba”. Pero Ralf Bunger alude a otra constante en la vida de Mondeño, esa profunda espiritualidad que no encontró la respuesta ansiada en el breve paso por el cenobio dominico. La historia, en cualquier caso, merecía ser contada.

El documental fue presentado el pasado mes de septiembre en la Fundación Caja Rural. / Álvaro Pastor Torres

Una historia por contar

“Hubo una tertulia en Algeciras, que yo moderé en 2001, donde ya le planteé contar su historia, hacerlo en vida. Al cabo del tiempo Rogelio tomó la idea con mucho interés y se involucró por completo para que esto saliera adelante. Las comparaciones pueden ser odiosas pero es como mi tío abuelo Juan Belmonte: un personaje que trasciende aún más en su vida personal que en la profesional. El Belmonte de Chaves Nogales apasiona a todo el mundo, sea o no sea taurino y la historia de Juan García Mondeño también es apasionante” refiere Juan Belmonte. “Eso es lo que nos hizo meternos y lo hemos disfrutado mucho pero fue providencial encontrar a Ralf gracias a José León” apunta el veterano periodista jerezano. “Lo que no podíamos esperar es que fuera tan generoso, que abriera su corazón, su cabeza, su vida... ése ha sido el mayor regalo del documental, el hilo conductor, el éxito...”

Mondeño, en sus años de torero en activo. / M.G.

“Nos imaginábamos a Ralf como un alemán serio, adusto... pero es la cara opuesta”, tercia Rogelio. “Tendría que haber sido nuestra piedra angular en un inicio pero fue casi al final;eso nos modificó el plan de producción pero es que antes de encontrar a Ralf se nos murió Paco Camino que era un puntal del proyecto; fue un jarro de agua fría porque a falta de Ralf, Paco era el mayor conocedor y valedor de Juan” señala. El documental, precisamente, rescata una tertulia en la que, con el propio Mondeño, participaron Puerta y Camino. La complicidad del camero con su compañero de otro tiempo -que destaca por su sentido del humor- es total y rotunda.

Rogelio retoma la idea;“Gracias a Ralf hemos contado con el testamento vital de Juan; conservaba una larga entrevista de los primeros tiempos de Canal Sur y hemos podido rescatar su simpatía, su gracia, hasta sus enfados o el malestar con su familia en algunos derroteros de su vida” explica el productor que alude a esa sintonía personal con sus compañeros de generación. “Para mí ha sido un regalo conocer a Ralf, pero también el personaje. En el montaje han participado chicos jóvenes que al ver el documental se han emocionado. Este trabajo era necesario para que las próximas generaciones conozcan a una persona que se crea a sí mismo. Nació en una choza, triunfó en el toro y se hizo rico. Es un retrato fiel de la España de los 60...”

De una choza de Puerto Real a los restaurante con estrella Michelín

Juan García Mondeño (Puerto Real 1934) nació en una mísera choza. Su padre era guarda en una de las fincas de los Terry y la llamada del toreo se erigió como un medio de salida a aquel tiempo de privaciones. Con o sin vocación taurina, Mondeño acabaría convirtiéndose en una de las figuras más carismáticas de los 60 después de tomar la alternativa de manos del mismísimo Antonio Ordóñez en la plaza de la Maestranza el Domingo de Resurrección de 1959. El lema Puerta, Camino y Mondeño haría fortuna en aquellos años luminosos. Pero su carrera se interrumpiría sorpresivamente en el verano de 1964 cuando decidió ingresar en el monasterio dominico de Caleruega. La experiencia monástica sería breve pero añadió leyenda al concepto vertical, al toreo estoico de Mondeño que abandonaría la profesión en 1969. Su alejamiento del mundo del toro fue total, desapareciendo de la vida pública en unión de su pareja, Ralf Bunger. Juntos dieron rienda suelta a su pasión por los coches de época y su afición a la buena mesa.

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