Morante: tres años de idas y venidas
NUEVO CORTE DE TEMPORADA
El diestro de La Puebla, que quiere reaparecer el próximo viernes en Salamanca, se ha visto obligado a interrumpir las últimas temporadas por razones de distinto alcance
Morante se resiente de la cornada de Pontevedra y vuelve al dique seco
El escalafón de matadores en la recta final de la campaña
Tres años; tres circunstancias distintas, un mismo hombre y tres temporadas de idas y venidas que siguen convirtiendo a Morante en el torero más esperado. Pero la casualidad, también la fatalidad, ha querido que sus tres últimas campañas coincidan en unas idas y venidas que, eso sí, han tenido causas muy diferentes.
Hay que descender hasta 2023, año en el que sumó la cima del glorioso rabo de la Feria de Abril y la sima de la recaída de su trastorno de personalidad que se quiso eclipsar bajo la pantalla de una recurrente lesión de muñeca que escondía otras sombras más dramáticas. Aquella temporada acabó convirtiéndose en un insistente ir y venir desde que el diestro cigarrero fuera cogido en Badajoz.
Fue el día de San Juan y al problema de la muñeca le sumó una fractura costal que le obligó a un primer parón. Tuvo que esperar al primero de julio para reaparecer en la plaza de Zamora. Dos días después, toreando en el ruedo portugués de Vila Franca de Xira, sufrió una nueva voltereta que agravaría los daños. Pero había otra procesión que caminaba por dentro…
El diestro cigarrero fue diagnosticado entonces de una rotura de fibrocartílago triangular y lesión del ligamento escafo-semilunar. Forzaría una primera y fugaz reaparición en el ciclo pamplonica, el día 11 de julio, pero tuvo que volver a parar perdiendo nuevas fechas. Finalmente, después de desechar la plaza de Huelva, pudo reaparecer el 11 de agosto en la feria de Huesca aunque desde ese momento su temporada se convirtió en un ir y venir -a la vez que se rumoreaba que había algo más que su estado físico- antes de tomar la decisión de cortar definitivamente. Después de torear la primera de las dos tardes que había apalabrado en San Miguel anunció a las empresas que no podría cumplir los contratos previstos ni participar en el festival organizado en la plaza de la Maestranza a beneficio de la Hermandad del Rocío de Triana y la Fundación Alalá.
2024: Se encienden las alarmas...
El año no iba a comenzar con buenos augurios. La faz demacrada del torero, hasta sus dificultades para expresarse en la entrega de la primera edición de los Premios Andalucía de Tauromaquia, iban a encender todas las alarmas. Efectivamente, los peores fantasmas le rondaban desde el año anterior tal y como el propio diestro confesó a Paco Guerrero en una reveladora entrevista para los periódicos del grupo Joly.
La temporada de Morante iba a comenzar envuelta en demasiadas dudas e incluso esbozó un primer y breve parón antes de alcanzar la cita del Domingo de Resurrección. Fue una feria aciaga. Sus problemas de salud mental ya eran vox pópuli y el genio de La Puebla siguió tirando de su particular lastre hasta que, a comienzos de junio, dijo basta. Se iniciaba un largo eclipse que culminó el 23 de julio, fecha en la que reapareció en la plaza de Santander. Iniciaba así una serie de actuaciones aparentemente pletóricas que le llevaron a los ruedos de Azpeitia, Huelva, El Puerto, Marbella, Pontevedra, Huesca, San Sebastián, Málaga, Gijón, Almería, Antequera y Cuenca antes de que todo se torciera a raíz de la polémica espantada de Linares que volvía a esconder otros problemas ajenos a los que pudiera haber aquella mañana de locos en los corrales de la plaza-
Reapareció fugazmente en Palencia, el 31 de agosto bajo un fuerte aguacero mientras se aducían “problemas de salud” para dejar de cumplir el resto de contratos de su nutrida agenda. El 11 de septiembre, hace un año justo, anunciaba que cortaba con la esperanza de poder estar en Sevilla por San Miguel y en el festival de Los Gitanos y Nuevo Futuro. Era imposible…
2025: Resurrección personal y artística
Morante se marchó a Portugal, a la casa de su apoderado Pedro Marques. En las orillas atlánticas de Nazaré, bajo el cuidado de la madre de su mentor, iba a lograr pasito a pasito la necesaria evolución y el tratamiento más acertado. Morante iba a volver a la cancha; volvía a torear…
Las inclemencias meteorológicas trasladaron su reaparición de Olivenza a Almendralejo. Morante estaba en forma y lo iba a demostrar, de qué manera, en su glorioso paso por la Feria de Abril. Después llegaron los rabos de Jerez y Salamanca, la puerta grande de Madrid, la de Pamplona… El genio cigarrero se subía a la cima artística de su propia carrera en un temporadón asumido con un impresionante compromiso -pasándose los toros más cerca que nadie- que también tenía sus riesgos.
El primer escollo llegaría después de torear en Móstoles -fue el 15 de junio- donde sufrió una fortísima voltereta que le obligó a un breve parón. Pero Morante estaba lanzado y retomó el ritmo de la temporada confirmando que estaba firmando un año histórico. Morante está uniendo a su fecunda vena creativa a un valor descarnado que le pone a veces al borde del abismo. No faltaron los sustos -como en el Puerto de Santa María- y la durísima voltereta en la Corrida de los Candiles de Marbella, el mismo día que cortó otro rabo diferencial delante de Ortega y Aguado. Al día siguiente, el 10 de agosto, iba a llegar la cornada de Pontevedra, abriendo un periodo de recuperación e incertidumbres que se alargó más de lo previsto. La reaparición se acabó fijando en Melilla el pasado 3 de septiembre. Una semana larga después se ha vuelto obligado a volver a cortar -aplazando su duelo con Roca Rey hasta Sevilla- con la vista puesta en Salamanca, donde dobla turno. Será el próximo día 19. Todo el toreo estará pendiente…
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