Temporada 2025 en la plaza de la Maestranza: el confín de algunas cosas
RESUMEN DEL AÑO
La campaña que concluyó el pasado 13 de octubre está marcada por la gloria y el eclipse de Morante y algunas, pocas, actuaciones que recordar
La de 2026 se montará bajo un nuevo marco contractual
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La temporada 2025 en la plaza de toros de Sevilla ya está en la historia. El tiempo y la pruebla de la memoria recortarán los acontecimientos más relevantes, las recuerdos realmente perdurables de un año que no se puede abstraer de dos circunstancias primordiales: la retirada sorpresiva de Morante -que escogió el ruedo de Las Ventas para escenificar el corte de coleta- y el fin del larguísimo marco contractual que ha vinculado a la Real Maestranza de Caballería con la empresa Pagés desde 1932.
Más allá de cualquier componenda numérica hay que subrayar el impacto, la trascendencia y la dimensión de Morante en su paso por la Feria de Abril. Pero esa actitud pletórica merece un matiz: Morante apenas había salido de la tortuosa recuperación de su trastorno disociativo que le obligó a recluirse en Portugal. El aura de las actuaciones del genio cigarrero, precisamente, se amplifica en el eco de su reciente retirada pero merece la pena recordar sus sucesivas demostraciones desde su incomprendida sinfonía de Resurrección hasta que encontró el eco definitivo en la tarde del primero de mayo, encabezando el único cartel verdaderamente rematado del ciclo que habían presentado los Valencia en la tensa rueda de prensa del 25 de febrero, unas horas después de saber que el hierro de La Quinta se caía del elenco ganadero.
Pero Morante iba a romper la Feria en la tarde del primero de mayo lanceando a una mano a su segundo ejemplar de Domingo Hernández. Fue el más hermoso prólogo de una faena convertida en una intensa tormenta de entrega, genialidad y valor que culminó volcándose con la espada y desplantándose con majeza de elegido. Las dos orejas fueron gozadas, aclamadas sentidas... El diestro de La Puebla ya no se iba a bajar de esas cumbres: en su tercer compromiso, el Lunes de Alumbrado, con los toros de Matilla y en un cartel de componendas el genio iba a seguir marcando distancias con sus compañeros de terna, dando una auténtica lección de torería natural, valor sostenido y personalidad diferenciada que, de paso, iba a poner en evidencia la inoperante decadencia de Manzanares y Talavante que con Sebastián Castella -el trío de la bencina- echaron una feria para olvidar que puso en evidencia la mediocre fontanería del sistema.
José Antonio Morante Camacho no se había conformado e iba a redondear su paso por el coso del Baratillo dictando otra hermosa lección el Viernes de Farolillos delante de Daniel Luque -que ese día fue maltratado por el palco- y del joven Tomás Rufo, que echó un peligroso borrón. El genio estuvo sembrado, construyendo una hermosa y evocadora faena dictada a los sones de Suspiros de España que se iba a convertir en un maravilloso puente entre dos épocas que nos transportó a la yema de los años veinte, a la flor de la Edad de Plata, a la apoteosis del Regionalismo... A Morante le quedaba aún una tarde, la del 28 de septiembre, para dar la alternativa a Javier Zulueta, con una corrida que puso todo en contra.
El resto de la tropa
Pero hay que seguir hablando de primavera: la única Puerta del Príncipe la abrió, marcando el comienzo de su propia revelación, el choquero David de Miranda que no debe tardar en anunciar su apoderamiento por parte de la empresa Pagés. Hay que destacar la excelencia del toro de El Parralejo que lidió, guinda de una extensa lista de reses notables en la que brilló un único encierro completo: el de Juan Pedro Domecq. La lista de toros sueltos, eso sí, es amplia: las notas recogen reses de Alcurrucén, Jandilla, Victorino Martín, Matilla, Santiago Domecq, Victoriano del Río y Garcigrande. No siempre tuvieron suerte con los matadores que tuvieron delante.
Hay que seguir poniendo a prueba la memoria, recordando a Manuel Escribano en su idilio renovado con los victorinos. En esa lista de excelencias hay tenemos que incluir la faena de Borja Jiménez al sexto de un envío de Jandilla que caminaba al despeñadero; también la dimensión asolerada de Miguel Ángel Perera, que marró con la espada un premio mayor con Idílico, un gran toro que revalorizó la corrida de Santi Domecq. Pero no se vayan todavía que aún hay más. Conviene destacar como merece la temporada de Pablo Aguado, genial el primero de mayo y armonioso con uno de los buenos juampedros sin rematar con la espada. La de 2025, finalmente, también iba a ser la Feria de Pepe Moral, pletórico con la miurada y encaramado al último vagón de su trayectoria profesional.
¿Seguimos? Tampoco se puede soslayar la solidez de Daniel Luque al que se le ha resistido el triunfo grande pero ahí queda su entrega total con un complejo toro de Victorino o la orejaza que le birló el palco sin ningún fundamento el día de los garcigrandes. Luque, un año más, no iba a coincidir con Roca Rey que le había dejado hueco libre en Resurrección. Hace pocos días, en San Miguel, puso paciencia de alquimista para extraer el buen fondo de un toro de Garcigrande. Sigue siendo el gran tapado...
Y de Luque a Roca, que estubo cerca de abrir la Puerta del Príncipe el 7 de mayo después de desorejar a una grandioso ejemplar de Victoriano del Río. ¿Alguien se acuerda? No, no ha sido una temporada fácil para el limeño que tuvo que pechar con una última cita en San Miguel de la que, con otras circunstancias, se habría quitado sin pensarlo. Ortega, que partía como favorito, pasó esta vez de puntillas por Sevilla...
Si continuamos por el capítulo de las decepciones ya hemos consignado el nulo interés que despierta a estas alturas el Trío de la Bencina, al que hay que unir la caducidad de El Fandi que dejó escapar el mejor toro de Alcurrucén. No convenció el debutante Navalón; Román cortó una oreja olvidable; El Cid tampoco tuvo su tarde; los rejoneadores dejaron escasísima huella y la despedida de Cayetano no pasó del guiño sentimental a toda su dinastía. Si hay algo más lo hemos olvidado. Pero si seguimos dejándonos llevar por la memoria hay que recordar los mejores pasajes de Lama de Góngora, la entrega de Calerito, los detalles de Curro Díaz, la personalidad de Galván o el magisterio de Diego Urdiales.
De las novilladas de abono a San Miguel
Culminados los fastos primaverales llegó el tramo de las novilladas de abono. La primera, en realidad, ya se había celebrado a modo de despedida de Marco Pérez y Javier Zulueta en la confusa jornada del gran apagón. Ambos fueron fieles a sí mismos y dejaron el papel en alto. En mayo y junio se celebró el grueso de los festejos picados volviendo a adolecer de un hilo conductor, de una línea argumental o un carácter competitivo que las despojara del papel de mero relleno. La lista de nombres olvidados es más amplia de los que rescata el recuerdo. A la cabeza de todos ellos, el maño Aarón Palacio que ya es matador.
El serial de novilladas incluyó la final del VI Circuito de Novilladas de Andalucía que ganó Martín Tirado en una tarde en la que, con altibajos, destacó más el moronense Martín Morilla que también brilló en el Corpus. Punturaron Cristiano Torres y Valentín Hoyos pero Fabio Jiménez, riojano, fue el que dejó mayor poso.
Había que esperar a julio y al entrañable pasaje de novilladas de promoción, un ciclo competitivo que iba a ganar la personalidad heredada de Julio Aparicio, que reverdeció su ilustre apellido. A la final, que fue a ocho, también habían llegado los aspirantes Javier Torres Bombita, -que impactó por su personalidad-, Alejandro González y Manuel Domínguez en un fallo no exento de polémica que dejó por el camino algún chaval con mayores posibilidades.
A partir de ahí la plaza quedaba en barbecho hasta esa feria de San Miguel que desbordó las taquillas pero acabó lastrada por el pésimo juego del ganado, empañando la esperada alternativa de Javier Zulueta que estuvo de cerca de pasear la oreja del toro del doctorado. El ciclo septembrino, eso sí, sirvió para que Morante y Roca Rey limaran sus asperezas. Quedaba una semana justa para que el genio se quitara del toreo...
Éxito en la taquilla e incertidumbre ante el futuro
La temporada de 2025 en la plaza de la Maestranza ha mostrado su fortaleza en la taquilla sumando hasta 10 carteles de no hay billetes. Este año se incluyó la prueba fallida de un horario tardío para las tardes de primaverea; se consagró la duración interminable de los festejos y ha quedado confirmado ese público mutante que ha desplazado, seguramente para siempre, al viejo senado hispalense que daba carácter a una plaza que mantiene su imponente belleza pero ha perdido gran parte de su esencia. Pero es el signo de los tiempos. Podríamos continuar con el criterio errático y mutante del palco, la desaforada sed de muchos espectadores y, sobre todo, con la incertidumbre que se abre en torno a la gerencia de la plaza. Con la tenencia de Marcelo Maestre -que ha sucedido a Santiago León al frente de la Maestranza- se abre una nueva etapa en la propiedad. También habrá nuevo contrato de arrendamiento. No sabemos si nueva empresa.
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