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María José Gallardo Soler gana el II Certamen Nacional de Pintura Ocaña

  • La pintora Alba Cortés García se hace con el segundo premio durante un acto celebrado en el Centro de Interpretación instalado en el antiguo convento de San Francisco

  • La exposición de las obras seleccionadas puede verse hasta el 26 de junio

Los premiados y la alcaldesa en el Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana.

Los premiados y la alcaldesa en el Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana. / M. G.

La artista extremeña María José Gallardo Soler, natural de Villafranca de los Barros (Badajoz) y afincada en Sevilla, ha conseguido el primer premio, dotado con 2.000 euros, del II Certamen Nacional de Pintura Ocaña, organizado por el Ayuntamiento de Cantillana. La obra, sin título y realizada en óleo, esmalte y pan de plata refleja, en palabras de la propia autora, sus miedos infantiles y el folclore de su localidad natal que le fue transmitido por su abuela.

El Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana albergó el acto de entrega de premios del II Certamen Nacional de Pintura Ocaña con la presencia de la alcaldesa de la localidad, Ángeles García, el concejal de Cultura, Carlos Carvajal, y familiares de José Pérez Ocaña, acto que fue presentado por el periodista José María de la Hera.

El segundo premio, dotado con 1.000 euros en metálico, recayó en la también extremeña Alba Cortés García, por su obra titulada Hematita, en óleo sobre lienzo. Cortés es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, donde realizó el Máster en Arte: Idea y Producción, y donde actualmente desarrolla su tesis doctoral.

La segunda edición del Premio Nacional de Pintura Ocaña reconoció asimismo los trabajos de la niña Daniela Martínez López, de 8 años de edad y natural de Los Barrios, en Cádiz, en la categoría de alumnos de Primaria; y de la joven Ana Lira Gómez, estudiante de 4º de la ESO del Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Constantina, en la sección de alumnos de Secundaria.

El doctor en Bellas Artes José Naranjo Ferrari, miembro del jurado, destacó la alta calidad de las 93 obras presentadas al concurso pese a la juventud del certamen, que este año ha celebrado su segunda edición e instó al Consistorio cantillanero a seguir apostando por esta iniciativa en años venideros.

La exposición de las obras seleccionadas puede visitarse en el Museo Ocaña, ubicado en la antigua iglesia del convento de San Francisco, hasta el 26 de junio, los viernes en horario de 21:100 a 22:30 y los sábados de 10:00 a 12:00 y de 21:00 a 22:30.

Ocaña

José Pérez Ocaña nació en Cantillana el 24 de marzo de 1947 y falleció en Sevilla el 18 de septiembre de 1983. Su condición de homosexual lo llevó a abanderar la lucha por los derechos del colectivo LGTBI desde tiempos de la dictadura franquista, sufriendo cárcel y represión por parte de las autoridades de la época. Fue un pintor autodidacta, ingenuo y espontáneo que utilizaba colores brillantes y contrastados.

Por sus tendencias sexuales tuvo que abandonar su pueblo natal en 1971 debido a la intolerancia y a la marginación que sufría, trasladándose a Barcelona, ciudad donde expresó su arte y sus transgresoras ideas. Allí vivió en la Plaza Real, donde tenía un altar con la imagen de la Virgen de la Asunción llena de flores en el balcón. Vivió en una buhardilla, de forma humilde, trabajando como pintor de brocha gorda para subsistir.

Fue en Barcelona donde conoció a artistas como Nazario y donde desarrolló su vida artística en ambientes homosexuales. Pese a vivir en Barcelona, pasaba largas temporadas en el pueblo, residiendo en casa de su madre y su hermana.

Ocaña destacó por su forma de vida, por expresarse libremente sin atender a las consecuencias. Era un personaje típico de las Ramblas, se travestía sin ningún reparo a plena luz del día, caracterizando escenas de Andalucía y de su devoción religiosa.

En 1983 volvió a Cantillana para celebrar una fiesta y para reunirse con su familia. El artista hizo un original disfraz de sol, con papel, telas y bengalas. Este disfraz prendió fuego, y le produjo quemaduras muy graves, que junto a la hepatitis que Pérez Ocaña sufría, produjeron su muerte. Está enterrado en el cementerio municipal de Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana, en una original tumba en el suelo. 

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