La isla de las tradiciones
Conexión Sevilla
Cerdeña es un paraíso natural y en verano acoge decenas de peculiares fiestas herederas de las culturas que la han habitado.
Cuando uno evoca la imagen de Cerdeña le vienen a la cabeza las paradisíacas playas de agua cristalina de la Costa Esmeralda, lugar de retiro de ricos y famosos. Pero esta isla -que ha estado en manos de fenicios, cartagineses, romanos y hasta de los españoles- encierra también un extraordinario acervo cultural donde la tradición y el folclore se mezclan en multitud de fiestas mayoritariamente religiosas que atraen cada verano a miles de turistas.
Desde 1979, una estatua de piedra de la Virgen de tres metros de altura descansa en el fondo del mar junto a la costa de Villasimius, un pequeño pueblo de la provincia de Cagliari de apenas 4.000 habitantes. Cada mes de julio, vecinos y turistas celebran las fiestas de la Madonna del Naufrago en honor a los marineros y pescadores que han perdido la vida en un pueblo cuya economía ha estado muy ligada al mar. En la víspera, fieles y turistas acompañan a una de sus imágenes (tirada por bueyes) por el pueblo, que se llena de trajes, danzas y gastronomía típicas de la zona. A la mañana siguiente, barcos cargados de flores se dirigen hacia el lugar donde está sumergida la estatua para que un sacerdote acompañado con un grupo de buzos se sumerja hasta los pies de la estatua donde reza una oración que puede ser oída en el exterior por los fieles a través de un altavoz.
Ésta es sólo una de las peculiares fiestas que se celebran en Cerdeña entre julio y agosto -es muy conocida también la Fiesta del Cristo Redentor, en Nuoro, que es uno de los eventos más significativos de la isla-, la época perfecta para coger un avión en Sevilla, aterrizar en Cagliari e iniciar en coche (el alquiler por una semana ronda entre 200 y 300 euros) una aventura que tiene un poco de todo.
De Cagliari merece la pena recorrer los barrios de Marina, Castello y Stampace, acercarse al anfiteatro romano o visitar algunos de los museos de la ciudad -en el Arqueológico se conservar restos de la cultura autóctona de la isla, denominada Nuraghe- y la Pinacoteca Nacional.
A partir de ahí, es hora de empezar a recorrer la isla, que presume de tener 300 días de sol al año (en verano las temperaturas son elevada) y que está plagada de rincones por descubrir como la Cala Corsara (en la Isola de Spargi) o las instalaciones mineras de Montevecchuo, Monteponi y Serbariu. Cerdeña es también un buen lugar para practicar windsurf y otros deportes náuticos y no hay que desaprovechar la oportunidad de alquilar una lancha (con o sin tripulante) y descubrir playas prácticamente vírgenes.
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