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Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 10 de la Vía de la Plata: Torremejía-Mérida

Nuestra meta en esta etapa es la maravillosa ciudad de Mérida.

Nuestra meta en esta etapa es la maravillosa ciudad de Mérida. / Emilio J. de los Santos

Jornada de transición, es decir, puro trámite. Toca una etapa corta, bastante sosa y sin demasiadas complicaciones. Eso sí, el final merece mucho la pena: llegamos a Mérida, primera ciudad importante que nos encontramos en la Vía de la Plata tras salir hace ya diez días de Sevilla. La brevedad del recorrido permitirá aprovechar la tarde para disfrutar de la antigua Augusta Emerita.

Dejamos Torremejía siguiendo la carretera. Dejamos Torremejía siguiendo la carretera.

Dejamos Torremejía siguiendo la carretera. / Google Maps

El recorrido desde Torremejía es de unos 15 kilómetros y prácticamente llano (realmente tiene un ligerísimo descenso hasta el valle del Guadiana). No hay poblaciones intermedias ni abunda la sombra.

En la primera mitad iremos entrando y saliendo de la carretera. La señalización en la carretera es muy buena, tanto par el peregrino como para avisar a los conductores. En la primera mitad iremos entrando y saliendo de la carretera. La señalización en la carretera es muy buena, tanto par el peregrino como para avisar a los conductores.

En la primera mitad iremos entrando y saliendo de la carretera. La señalización en la carretera es muy buena, tanto par el peregrino como para avisar a los conductores. / Google Maps

La etapa consta de dos tramos distinguibles. El primero acompaña aproximadamente siete kilómetros la N-630, que afortunadamente en esta parte tiene poco tráfico. Se sale de Torremejía siguiendo dicha carretera y, al poco, veremos la posibilidad de incorporarnos a un carril de tierra que va en paralelo por la derecha. Si llueve, es posible que convenga seguir por el arcén en todo momento. La vereda fluctúa varias veces, obligándonos a tomar sí o sí el asfalto en algunas ocasiones. Mucha precaución con los cruces y los tramos compartidos (hay carteles para avisar a los conductores).

A partir de aquí empezamos a separarnos de la carretera. Al fondo ya se ve Mérida. A partir de aquí empezamos a separarnos de la carretera. Al fondo ya se ve Mérida.

A partir de aquí empezamos a separarnos de la carretera. Al fondo ya se ve Mérida. / Google Maps

Como se ha indicado, a los siete kilómetros, toca abandonar la Nacional. Será a la altura de la Finca Dehesa de las Rozas, que veremos a la derecha. En esta segunda mitad, el camino comienza a separarse de la carretera para avanzar entre viñedos por senderos de tierra. La ligera inclinación descendente del terreno nos permitirá ver ya a lo lejos Mérida y el río Guadiana.

Bajo este puente, cruzamos la N-630. Llegamos al fin a las afueras de Mérida. Bajo este puente, cruzamos la N-630. Llegamos al fin a las afueras de Mérida.

Bajo este puente, cruzamos la N-630. Llegamos al fin a las afueras de Mérida. / Google Maps

Sobre el kilómetros 11, alcanzamos una granja de cabras y poco después pasamos unos edificios dispersos y las primeras casas de la ciudad. Nos incorporarnos a la carretera BA-89 y pasamos bajo la N-630 por un túnel. A escasos metros, accedemos a un agradable parque junto al río.

Desde el parque veremos el Puente Romano. Por él se entra en la ciudad. Es peatonal. Desde el parque veremos el Puente Romano. Por él se entra en la ciudad. Es peatonal.

Desde el parque veremos el Puente Romano. Por él se entra en la ciudad. Es peatonal. / Emilio J. de los Santos

El Guadiana lo vamos a cruzar por el imponente Puente Romano. No hay tráfico, así que se puede disfrutar de la entrada en la capital extremeña. Al acabarlo, veremos el monumento de la Loba Capitolina. Ahora hay que seguir a la izquierda por el Paseo Romano. Justo después de la próxima glorieta (donde termina el Puente Lusitania), andamos unos metros por la avenida José Fernández López hasta que alcancemos el albergue de peregrinos, que ocupa un antiguo molino junto al río.

El anfiteatro de Mérida. La mayoría de los monumentos de la ciudad están muy próximos unos de otros. El anfiteatro de Mérida. La mayoría de los monumentos de la ciudad están muy próximos unos de otros.

El anfiteatro de Mérida. La mayoría de los monumentos de la ciudad están muy próximos unos de otros. / Emilio J. de los Santos

Que la etapa sea corta permite llegar relativamente frescos a la capital extremeña y, lo mejor de todo, con tiempo para disfrutar de su espectacular patrimonio. La ciudad se fundó en el 25 a.C. por el emperador Octavio Augusto como retiro de los soldados veteranos, de ahí su nombre Augusta Emerita. Hay mucho que visitar en esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: el teatro romano, el circo, el anfiteatro, el Templo de Diana, el Arco de Trajano o los restos del foro. Por suerte para el cansado peregrino, Mérida es una ciudad muy cómoda de ver, ya que gran parte de sus monumentos están bastante próximos unos de otros.

El Puente Romano en primer término. Al fondo el más moderno Puente Lusitania. El Puente Romano en primer término. Al fondo el más moderno Puente Lusitania.

El Puente Romano en primer término. Al fondo el más moderno Puente Lusitania. / Emilio J. de los Santos

Para quien no conozca Mérida, el final es un gran aliciente en esta etapa bastante sosa. Afortunadamente, la cosa cambia en la próxima jornada: volvemos a reencontrarnos con la dehesa y con paisajes más bellos.

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